sábado, 13 de diciembre de 2008

RECORDAR MACHU PICHU

En edificante conversatorio sostenido uno de los gratos días que disfrutamos quienes permanecimos en la ciudad durante la festividad de la Semana Santa, nos permitió recordar la visita que, para esa misma celebración, hace apenas dos años hicimos al Machu Pichu. Un exquisito amigo contertulio quiso conocer nuestra impresión de aquel lugar el cual el también había visitado. Ahora queremos ofrecer para aquellos que nos brindan la inmensa satisfacción de leer nuestros artículos, la visión de la imborrable experiencia de aquella excursión que le dimos al amigo.

Para nosotros, la ciudadela que construyó la civilización quechua antes de la llegada de los conquistadores, a pesar de su impresión ante belleza por todo el entorno en que se encuentra y por sí misma, es solamente un hito mas de una cultural y hermosa práctica que nos muestra los vestigios de un pueblo complejo y extraño que utilizaba la piedra con una destreza y técnica que todavía, al cabo del tiempo, mantiene asombro en la ingeniería y la arquitectura.

Desde la llegada al Cuzco, aquel pasado esplendoroso de los quechuas se asoma por todas partes. Cimientos de enormes piedras que no pudieron ser demolidos por la piqueta del conquistador, por lo que éste tuvo que conformarse con edificar sobre esos muros irreducibles sus iglesias y conventos.
El barrio de San Blas, fundido en el pasado, con sus callejas empedradas y paredes sin que una fisura permita introducir la punta del más fino alfiler entre aquellas piedras colocadas una junto a otra desde hace siglos.
El valle de Sascachewan y sus gigantescos monolitos de varias toneladas y altura fuera de lo corriente, desafiando cualquier especulación en cuanto a los medios utilizados para su recolección en aquel lugar es otro lugar para excitar la imaginación.

En esa antigua ciudad sagrada, capital del imperio en el Sur, tenía asiento el Inca, el soberano, por lo que de ordinario así ha sido llamado llamado el pueblo e imperio quechua, con el nombre que se le daba al gobernante. Llegar al Cuzco y contemplar aquella ciudad con sus casas techadas de tejas de color rojo opaco, vista desde un cerro cercano donde se encuentran una enorme estatua deCristo, lleva a reflexión sobre el pasado de magnificencia, poder y misticismo de esa ciudad,

Resulta inevitable pensar también en el asombro que debió ocasionar en aquellos aventureros desesperados, encontrar una urbe de sesenta mil viviendas, con tanto esplendor, perdida en aquellas alturas. Ahora, en la colina convertida en mirador turístico, unas aborígenes con sus coloridos atavíos de fiesta esperan con su paciencia milenaria y su habla dulce y susurrante, que los visitantes quieran fotografiarse por unos pocos pesos, junto a ellas y sus llamadas, ese animal que tanto identifica a su pueblo

En esta ciudad con su aire de misterio y melancolía, nos llega el soroche a los habitantes de tierras bajas, cuando subimos hasta aquel nido de águilas, esa molestia se presenta con un fuerte y agudo dolor de cabeza acompañado de mareo y a veces, para recordarnos el aire enrarecido que allí, a mas de tres mil metros de altura, se respira. Ni siquiera el té de coca que ofrecen en el hotel garantiza inmunidad ante es mal de las alturas, como es llamado.

El descenso desde el Cuzco para dirigirse hacia la ciudadela enclavada en el monte Machu Pichu, es una continuación azorada de aquella viva presencia cultural del pueblo quechua. El mercado aborigen de Pizac, lo que fue un enclave militar inca, introduce al viajante en un mundo que desapareció hace siglos y de repente regresa para mostrar de cuerpo presente aquellas gentes y sus hábitos milenarios.
Ahí se puede encontrar, en mezcla con el pasado, pintores cuzqueños que ofrecen bien logradas acuarelas, al igual que hace siglos otros artistas también ofrecían sus trazos sobre lienzos de tela hecha con lana de alpaca o de llamas.

La llegada a la estación desde donde subiremos al Machu Pichu, se hace en un quejumbroso ferrocarril que acompañado en algunos tramos del viaje por al espumoso y rugiente río Urubamba, que marcha en un recorrido desde el principio de los tiempos a encontrarse con el lejano Amazonas.
El tren cansino deja la última parada antes de seguir su descenso hacia la zona selvática. En esa estación, una flotilla incansable de modernos minibuses sube y baja a los turistas por una estrecha carretera que va rodeando el monte y mostrando impresionantes precipicios; desfiladeros profundos y verticales que electrizan al pasajero hasta llegar a la meseta donde descansa la misteriosa ciudadela entre la niebla. Allí todo es dramáticamente bello y sobrecogedor a la vez. Ahí esta ese testimonio de aquella raza de constructores admirables.
Un pétreo conjunto gris de edificios, terrazas, gradas y escaleras, escondido entre los picos Wayna Pichu y Machu Pichu, mientras abajo, a mil quinientos metros, como gigantesca serpiente, serpentea su guardián de antaño el poderoso Urubamba.

Todavía no ha sido aclarado del todo, de forma inequívoca, la utilidad que le dio el Inca a esa ciudadela cargada de misterios como aquella civilización toda. Al igual que los cortes y desplazamientos de sus enormes piedras, sin conocer la rueda ni la polea, es posible que se mantengan por siempre en el misterio como otras tantas obras de la civilización quechua sobre los que permanece la incógnita como un desafío en el tiempo.


Publicado PERIÓDICO hoy, 03-08-98

RECUERDOS DE ANTIGUA GUATEMALA

A media hora de la ciudad capital de Guatemala, el auto deja una moderna autopista para asomarse, casi de repente, a la vieja capital, Antigua, que le muestra al visitante sus vetustas cúpulas, como hermoso avance de la huella que encontrará en el pasado de grandeza y esplendor que una vez mostró esa ciudad.

Al llegar a la que fuera la tercera ciudad colonial del Nuevo Mundo, sólo superada por Méjico y Lima, se siente una sensación de paz y el reflejo de la solemne magnificencia que tuvo esa capital. Los sólidos y gruesos muros de sus conventos e iglesias hacen surgir una emoción de reverencia y admiración ante esas muestras de la pujanza que tuvo en su momento de señorío aquella ciudad.

El convento de Santa Cecilia, donde se acogían como novicias aquellas que renunciaban a toda vida externa, sobrecoge al visitante por la imponente sobriedad y beatitud que emana de aquel lugar tan bien conservado. La austeridad extrema de sus celdas y los demás indicios que se observan, dan una idea del rigor extremo en que vivían las jóvenes allí recluidas en divorcio definitivo del mundo terrenal.

La iglesia de San Francisco, donde se encuentra la tumba del hermano Pedro, un religioso franciscano que vivió inmerso en santidad llevando a cabo su obra de bondad y dedicación a favor de los enfermos y menesterosos. A su muerte, se convirtió en hacedor de milagros y sanaciones, como lo atestigua la gran cantidad de placas de agradecimiento que están adosadas a la pared del añejo tempo. Este lugar ha llegado a convertirse en foco de fe y peregrinación al igual que el otro gran santuario de Esquipulas, en el sur de ese fascinante país, donde se venera desde los tiempos coloniales una imagen de un Cristo de madera color negro, cuya fama se extiende por el mundo.

En el patrio de la iglesia de San Francisco, amplio, y sombreado, entre venerandas piedras y rojas enredaderas de trinitaria, envueltos en esa sensación de paz y recogimiento que de allí emana, estudiantes de diversos países quienes viven en Antigua, aprovecha la quietud para sumergirse en estudios y lecturas al igual que también se puede observar en otras ruinas, evocadoras de su ayer místico y de grandeza.

No todo es sensación de sacralidad y pasado colonial. En Antigua fluye alegre, continuo y juvenil, como arroyo en la montaña, un turismo que recorre sus lugares de diversión y las empedradas calles rebosantes de historia y tradiciones admirando cada detalle de aquella ciudad colonial, la misma donde el regidor de su honorable cabildo, el vecino Bernal Díaz del Castillo, en su vejez, enfermo y casi ciego, con la autoridad del soldado que fue conquistador de Méjico y Guatemala, escribió la” Verdadera Historia de la Conquista de la Nueva España”, como homenaje a todos los que participaron en aquella verdadera epopeya y no sólo a la gloria de su capitán, como lo habían hecho los clérigos y escribanos al servicio de Cortés. Una tarja incrustada en el gran mercado de artesanía en el centro de la ciudad le recuerda al visitante ese hecho.

En los atardeceres, Antigua sirve de escape a los residentes de la cercana ciudad capital, para que ellos también encuentren solaz, luego de sus ajetreos cotidianos en la trepidante urbe que la ciudad Guatemala de hoy día. En Antigua Guatemala, se suceden los espectáculos artísticos y culturales de gran calidad en el marco de aquellas ruinas reminiscentes de sus días de grandeza. Allí un notable público, embargado de emoción, pudo apreciar los sostenidos en sus momentos más altos que salían de la garganta de José Carrera, para golpear las piedras grises por la pátina del tiempo y rebotar derramados como cascada musical maravillosa sobre aquel auditorio extasiado ante esa conjunción maravillosa de piedra ancestrales y música intemporal.

Desde cualquier parte de Antigua, en cercana distancia hacia el Oeste, el visitante encuentra la vista de la majestuosa montaña en cuyas faldas fue fundada la primera capital provincial Santiago de Guatemala. Luego de lluvias intensas e ininterrumpidas durante dos días, temprano en la noche hubo un fuerte temblor de tierra y desde lo alto de esa montaña descendió una gran correntada que, como un episodio bíblico, cubrió la ciudad de agua, lodo y piedras. Desde entonces esa montaña es llamada “Volcán de Agua”. La catástrofe, en su tarea de muerte y destrucción de la villa, también se llevó la viuda de otro conquistador del reino de Méjico y Guatemala como lo fue Don Pedro de Alvarado: “La sin ventura Beatriz de la Cueva”, se había encerrado en su casa, la cual hecho pintar toda de negro y que fuesen tapiadas todas las ventanas, para convertir aquel hogar en un lóbrego sepulcro en vida y llorar la muerte de su esposo en un luto y aislamiento mas aterrador que la muerte misma.

El cataclismo impuso la necesidad de traslada la ciudad, que fue edificada en el vallecillo cercano, donde llegó a la preeminencia conocía hasta que fue castigada por una serie de terremotos, obligando por segunda vez los actos de la naturaleza que la capital fuera abandonada. Sin embargo, esa vez la ciudad colonial no desapareció, como la anterior y es la que hoy lleva el nombre de Antigua Guatemala, tesoro universalmente reconocido entre los mas admirados patrimonios de la humanidad.

Publicado en el periódico HOY, 31-7-98

DEMOCRACIA EN AMERICA LATINA

La nación norteamericana no ha tenido una trayectoria que pudiera considerarse lúcida en el campo de las relaciones con los países de latino-americanos. Su comportamiento histórico en este sentido lo ha regido, mayormente, la fuerza y la imposición cuando no ha estado presente la arrogancia. Por tanto, no ha logrado sus adhesiones apoyadas en la confianza y el entendimiento genuino.

Su más destacado intento por cambiar esa práctica, luego de Roosevelt, en los años treinta, saltó en pedazos en Dallas, junto al cerebro del hombre que concibió una nueva forma de conducir las relaciones de su gran nación con América Latina y fue no de pocos presidentes estadounidenses que tuvo visión de estadista en su política exterior.

El recelo y el resquemor han sido, históricamente, el marco de las relaciones entre los Estados Unidos y sus vecinos que se encuentran desperdigados en el patio trasero de ese gran imperio. El breve y trunco ideal de Kennedy y su Alianza para el Progreso, que despertó esperanzas para establecer unas relaciones sobre una base de dignidad y respeto mutuo que generara una verdadera cooperación que se tradujera en auténticos logros de justicia social y desarrollo en libertad para estos pueblos, sucumbió junto a su promotor.

Después de tres décadas de ejercicios democráticos en la mayoría de los pueblos de Latinoamérica, algo por lo cual los gobiernos norteamericanos han hecho grandes esfuerzos y dedicado una firme atención, los expertos políticos de allí encuentran “fragilidad” en estos regímenes y se “preocupan que la ola de democracia en América Latina esté llegando a su cúspide”. Tal como lo destaca este importante medio de información que es el periódico HOY, en su edición del recién pasado día l7, en una reseña cuyo encabezado hemos tomado para titular este artículo.

Washington manifiesta, a través de sus expertos políticos, inquietud por el derrotero que pueda tomar la democracia en estos pueblos, y su preocupación resulta válida, a partir de lo que la gran democracia del Norte ha entendido, estimulado y protegido como democracia para esta región. A la política exterior norteamericana, hasta ahora, le ha bastado con la práctica de libertades públicas, junto a la exclusión de la tortura y el asesinato político que han desaparecido en el quehacer gubernamental de estos pueblos, sobre todo, después de la terminación de la Guerra Fría.

El mantenimiento de esos logros, junto a la celebración regular de procesos electorales parta escoger sus autoridades, es lo que ha preocupado la mayor parte de la visión democrática para los hispanos que ha tenido el ojo de la política exterior de los Estados Unidos. Incluso, por esa óptica tan limitada llegaron a la insensatez de forzar la reinstalación de un ex gobernante haitiano que había sido derrocado tras años antes, como si el reloj de la historia pudiera volverse atrás. Los resultados para la “democracia” que forzaron “restaurar” donde nunca ha sido conocida, no ha podido ser mas desoladora para toda esa sociedad desarticulada a partir de entonces.

El esfuerzo de los gobiernos de los Estados Unidos por apuntalar regímenes de libertades públicas, pues, hasta ahora eso es lo han logrado, ha sido un avance importante y su patrocinio por el gran país del Norte debemos rendirle homenaje permanente. Sin embargo, estos pueblos tendrán mayor confianza y agradecimiento hacia la gran nación, sí, como les han impuesto a sus gobiernos de turno el respeto a las libertades y los ha forzado a erradicar los asesinatos políticos, las persecuciones por igual razón, así como la celebración de elecciones poco mas o menos confiables, con ese mismo vigor se hubiesen preocupado por imponer freno a la práctica continua y desbordada del delito económico que han ejercido de la manera mas clara e inocultable como norma de conducta desde el poder público. En eso, nuestros regímenes democráticos, han superado con creces las mas corrompidas dictaduras de las que tanto han abominado, a pesar de que han mantenido muchos de sus rasgos mas degradantes.

La magnitud de esa depredación que han ejercido la mayoría de los gobiernos “democráticos” en estos países, ha resultado incuantificable y la impunidad ha llegado a la mas descarnada obscenidad. Como si existiese un convenio invisible; pero sobre- entendido, que permite la corrupción sin nombre ni medida a cambio de libertades públicas y torneos electorales.

El temor, la reverencia e igualdad ante la ley, lo que constituye la piedra angular de la democracia, como todos tenemos por bien sabido, no ha existido en la mayoría de estos pueblos; por tanto, no han llegado a ser países de leyes o estados de Derecho. Como tampoco sus mayorías han tenido acceso efectivo a la educación, a la salud ni igualdad de oportunidades.

Todo el bienestar y satisfacciones que proporciona la verdadera democracia, cuyo mejor ejemplo lo constituye el modo de vida norteamericano, entre nosotros se queda en las elites que se reparten, en ostensible y grosero contubernio con los ejercicio políticos, las riquezas nacionales; y, por tal razón, la inmensa mayoría de sus gentes ha devenido en estos tiempos “democráticos” a descender a niveles de vida de pobres a miserables con todo lo que esta condición social y económica implica.

Los Estados Unidos tienen razón en ver ”fragilidad” en estos pueblos y sus ejercicios gubernamentales porque de alguna manera ese gran país sido cómplices del engaño y la ilusión que han conducido los ejercicios democráticos de la forma que con tanto celo ha patrocinado, y que ya, por el tiempo transcurrido en esta práctica deberían presentar cierto vigor y no la “fragilidad” que le causa preocupación a las autoridades norteamericanas., según lo confiesan sus expertos en el parte noticioso que nos ha dado oportunidad para estas disquisiciones.


Publicado en el periódico HOY, 26-2-99

PROSTITUTAS, REMESAS Y PAIS

Somos un país cuyo principal producto de exportación se exhibe en muchas de las ciudades mas reconocidas del mundo. Desde Buenos Aires hasta Atenas se encuentra la más reconocida identificación dominicana gracias al mercado globalizado en que nos desenvolvemos.

Nuestras mujeres en ejercicio de la prostitución se han desplazado por toda Europa hasta llegar a la región del Levante. Son como la Coca-Cola y Mcdonald. El comercio internacional en ese renglón ha contado con esa mercancía desde hace un montón de años por nuestras meretrices, ahora llamadas trabajadoras sexuales.

Durante el decenio cuarenta el país abastecía de frutos menores las islas de Aruba y Curacao. Del puerto de Santo Domingo partían goletas rebosantes de vegetales y bastimentos; en algunas de esas embarcaciones iban grupos de mujeres a internarse durante semanas en un lugar llamado “Campo Alegre”, en Curazao, para satisfacer las apetencias sexuales de los “macambos” que trabajaban en las refinerías de petróleo instaladas allí.

Conocimos ese lugar de forma imprevista hace muchos años. Nos encontrábamos alojados en un Holyday Inn, de aquella isla no lejos del aeropuerto y al levantarnos, mientras tomábamos el desayuno, escuchamos por una estación de radio local, que el día anterior, le había sido otorgado el premio Rómulo Gallegos a una novela llamada “La Casa Verde”, de un escritor peruano llamado Mario Vargas Llosa, cuya fama comenzaba entonces. La obra premiada trataba de un prostíbulo establecido en la selva que llevaba por nombre el título de la obra.

La noticia de inmediato nos recordó que en esa pequeña isla en que nos encontrábamos, tal vez aun pudiera existir el gran prostíbulo del cual habíamos escuchado en nuestros días de muchachito en Villa Francisca. En la tarde recurrimos a un taxista para ubicar el lugar, conocerlo y compararlo con aquel recuerdo infantil, cuando lo concebimos como algo alegre, bonito y festivo. Llegamos cuando el lupanar se reponía para sus ajetreos de la noche.

“Campo Alegre”, para aquel entonces, no tenía nada de alegre; quizás había perdido el encanto de antaño, si es que alguna vez lo tuvo. Era un conjunto de casuchas de madera rodeado de una malla ciclónica. Algunas mujeres descansaban a la puerta de sus viviendas temporales. Lucían apagadas y mustias, agobiadas por un sol que achicharraba aquel vasto burdel ubicado en un erial salpicado de cactus y distante de la ciudad, como si se pretendiera mantener oculta esa llaga social.

Estas referencias a nuestra identificación como país generador de prostitutas desde hace tants años la traemos al caso, avaladas por la información que ha publicado este importante periódico HOY, en edición reciente, donde describe las aventuras en esa actividad de trato carnal que vivió una joven, la cual formaba parte de una red internacional en Tel Aviv, para ejercer ese oficio.
Como se imaginará quien nos haya honrado leyéndonos hasta este párrafo, encontrará que también las han motivado las declaraciones atribuidas erróneamente a Alan Touraine, uno de los sociólogos contemporáneos mas importantes, quien en los años setentas hablaba de la sociedad post-industrial que entonces se asomaba con su desarrollo cibernético y la despersonalización definitiva del individuo.

El país tuvo el privilegio de recibirlo para la celebración de la Feria del Libro que celebramos el mes pasado, y algunas personas deben haberse enriquecido atendiendo sus charlas. Un parte noticioso de la agencia EFE le atribuyó al cientista social el pecado de haber dicho que el país no existe como tal, porque su economía descanza en el turismo sexual y las remesas. El prestigioso académico ha desmentido el infundio que se derivó de sus palabras que pronunció en en Brazil, y con eso es posible que haya evitado que desatemos los demonios contra su laureado y bien ganado respeto universal como sociólogo, siguiendo el hábito que nos caracteriza de atacar la honra y calidad de quienes dicen verdades que resultan inconveniente o que nos puedan doler.

Sin embargo, las declaraciones, que han resultado “apocrifas”, contienen verdades pesadas. Como la carta aquella que causó revuelo hace apenas algunas semanas. Las tergiversaciones de las palabras de Touraine nos dejan algo bueno, porque nada es del todo malo. Brindan una magnífica oportunidad para que nuestros entendido en el estudio de la realidad social dominicana, entren en un análisis sociológico para debatir el tema de sí existimos como país o no existimos., partiendo de que un país necesita, para considerarse tal, un aparato realmente productivo en constante desarrollo y crecimiento; y hasta ahora, no lo hemos tenido..

Lo mas estable y expansivo con lo que hemos contado es la prostitución, turismo chatarra, remesas y el lavado…no precisamente de nuestras culpas.

Publicado en el periódico HOY, 5-22-99

martes, 9 de diciembre de 2008

TRUJILLO Y EL VATICANo

Con el auspicio de la Federación de Abogados, Manuel Arturo Peña Batlle, diserta en el Ateneo Dominicano la noche del l de junio de l95l, tratando el tema “Matrimonio y Divorcio en Santo Domingo”. En su conferencia, esa esclarecida inteligencia expresa: “está bien que el Estado, esfera laica del poder civil, organice y reglamente el matrimonio como expresión del consentimiento de las partes; pero eso no impide que el Estado (…)le dé a los contrayentes la posibilidad legal de unirse en matrimonio canónico, incluso en la indisolubilidad , si ellos desean hacerlo así” (…)

Diez días después, el diario El Caribe publica una carta del doctor Héctor R. Galván refiriéndose a esa conferencia, y dice que “debido a ella el matutino La Nación ha iniciado una encuesta acerca del divorcio de sus proyecciones sociales”(…) Agrega el doctor Galván que “un estudio sereno de la conferencia, que en el fondo el castizo escritor, autor de la misma, parece desear o insinuar la creación de un ambiente propicio a la concertación de un Concordato que pueda estar gestionándose con la Santa Sede”(…). El Caribe, “considera de supremo interés público la sugestión relativa a la cuestión del Concordato hecha por el doctor Galván” y Procede a invitar a 33 notabilidades de la vida nacional a exponer sus puntos de vista sobre tal posibilidad .

Así, al inicio del decenio de los años cincuenta comienza a emerger una etapa de cooperación internacional, dentro del marco más caliente de la Guerra Fría, que acerca a la Iglesia de Pío XII y el régimen de Rafael L. Trujillo, en un plano de mayor dimensión al que había mantenido hasta entonces. A ambos líderes los caracterizaban sus claras posturas anticomunistas y en su acercamiento se perfilaba cada vez más un intermediario de iguales sentimientos ideológicos radicales, como lo era Francisco Franco, a favor de quien Trujillo se había esforzado ante la política de Washington contraria a que fuera admitido en las Naciones Unidas; y, cuando dos años mas tarde, en l953, España y los Estados Unidos firmaron un acuerdo que hace a las dos naciones miembros de la defensa del mundo occidental contra la agresión comunista, Trujillo, regocijado, declara a la prensa internacional que tal convenio “ha de ser acogido con genuina satisfacción por todos los pueblos libres”

La fuerte vinculación de alta política establecida entre el Estado dominicano y El Vaticano se mantendrá hasta el final de la década. Se hace notoria la designación de Oscar Robles Toledano en l953, en calidad de delegado ante las Naciones Unidas. Este cultísimo sacerdote va a ese organismo “para combatir con las armas de la fe y caridad cristiana” (…) y con esas armas hace un violento ataque al delegado soviético Andrei Vishinsky y lo acusa de “torpedear la conferencia de paz en Corea”.
En el país, la Iglesia Católica adquiere mucho mayor relevancia; el apoyo oficial para esta institución se fortalece y amplía recibiendo mayores “bienes y mercedes” a partir de la firma del Concordato en junio de 1954, “de líneas similares al firmado un año antes por España, el cual destaca la adhesión del pueblo dominicano bajo la rectoría de Trujillo a los ideales de la Iglesia Católica”, según reseña L’Oservatore Romano.

El Vaticano, por su parte, crea nuevas circunscripciones eclesiásticas para la República Dominicana y así surgen la diócesis de Santiago, La Vega y la prelatura de San Juan de la Maguana, “como un reconocimiento del papel que desempeña en defensa de la fe católica”, de acuerdo al vocero oficial de la Santa Sede. Entre 1956 y 1959, varias iniciativas confirman de parte del gobierno dominicano su sólida adhesión a su alianza anticomunista con la ¨Santa Sede.

A los pocos días de concluido el Congreso Internacional de la Cultura Católica, que se celebró “con el auspicio del gobierno dominicano y el Papa Pío XII”, entre el último día de febrero y el 6 de marzo de 1956, el arzobispo Octavio Antonio Beras, transmite al Presidente Eisenhower el mensaje del Presidente Héctor B.Trujillo y el Generalísimo Trujillo, recomendando al Congreso de aquel país la intervención del presidente norteamericano en favor del establecimiento de planes de relaciones diplomáticas entre El Vaticano y los Estados Unidos. Por otra parte, surge una encuesta solicitando la opinión de numerosos intelectuales sobre el llamado “sistema hostosiano”en la escuela dominicana..

En marzo de l957, Trujillo anuncia su intención de crear una cátedra de Moral Profesional Católica en la universidad.” destinada a los futuros miembros de las profesiones liberales, para inculcarles los principios saludables del catolicismo” (…). Al año siguiente se crea en el país una congregación mariana y también se autoriza la institución del Patronato Nacional San Rafael para la región fronteriza y otros lugares, “cuya finalidad será procurar la elevación y el nivel religioso, cultural” (…)

El Arzobispo de Zaragoza, monseñor Casimiro Morcillo, en el discurso que pronunció durante la firma del Contrato que establecía dicho Patronato dijo:”Corresponde la gloria plena de esta trascendente obra al Generalísimo Trujillo,(…) que en un momento particularmente decisivo para la vida de su pueblo fue a Roma a firmar con la Santa Sede un histórico documento que definía y clarificaba la órbita de acción de ambas potestades”.

A partir del año siguiente, o sea l959, la situación política entraría de manera rápida en una etapa crítica para el régimen de Trujillo. Un nuevo Nuncio, Lino Zanini quien desempeñaba esas funciones con carácter interino en Irán, fue trasladado a Santo Domingo y su llegada significó un cambio inmediato en las relaciones entre la Iglesia y el régimen. En su discurso correspondiendo a las palabras de bienvenida que le dio monseñor B eras, en la Catedral, Zanini dijo:”Cúmpleme tributar el merecido homenaje a quien la gratitud nacional no duda en llamar Benefactor de la Patria y al cuala le cupo la gloria de haber firmado el Concordato destinado a estrechar cada vez mas las relaciones entre la Iglesia y el Estado”.

Con esas palabras estaba la nueva autoridad papal en el país haciendo un reconocimiento postrero al viejo aliado, quien, por los nuevos tiempos resultaba una inconveniencia política de vista al porvenir para la Iglesia en la República Dominicana. Con la sabiduría milenaria que acumula esta institución, ha sido diestra en adelantarse a los acontecimientos, y, por lo que dijo el Arzobispo de Zaragoza, se pudo intuir que en Trujillo, la carcoma del tiempo minaba su p0ermanencia en el poder desde hacia años.
Por eso cuando llega el 30 de mayo de l96l, la sólida e inconmovible institución política y religiosa, cuyas directrices emanan desde El Vaticano, ya estaba apercibida para el rol directriz en la vida nacional que asumiría, papel que se ha ido acentuando inversamente proporcional a la quiebra y agotamiento de los partidos políticos en este país, como es cada vez mas evidente.
Publicado en el diariio HOY, mayo 2 y 3; 05

PIZARRON

Hablar de Arturo Uslar Pietri, es referirse a la “inteligencia mejor organizada y mejor amueblada de todo el siglo XX Venezolano”, si aceptamos el juicio que sobre él emite ese otro maestro de las letras que fue el exquisito escritor Miguel Otero Silva.
En su larga y provechosa existencia, Don Arturo, a prodigado su vasto y profundo saber de forma generosa y extendida. Ningún conocimiento literario se le ha escapado, la novela, la poesía, los cuentos, el ensayo y el drama lo ha cultivado con un despliegue de galanura y estética que engrandece más todavía su sapiencia impresionante.
Mucho de sus cuentos figuran en las más rigurosas selecciones. En este género me inclino ante la tentación de citar “La lluvia”, en el que sumerge de manera embriagante al lector en un ambiente en el que se percibe la fuerte presencia telúrica, en el marco de esa belleza y fantasía inigualable, que tanto ha sabido expresar el escritor latinoamericano y que él mismo en un momento definiera como “realismo mágico”.

Sus novelas históricas han ocupado un espacio luminoso y “Las lanzas coloradas”, donde el lector se siente cabalgando junto al terrible Boves, abrió las puertas al reconocimiento de la novela latinoamericana en todo el mundo, según expresara hace algunos años otra cumbre de la literatura como lo es Mario Vargas Llosa.

Hace unos cincuenta años que este hombre de excepción, comenzó a escribir para la prensa de manera regular; su labor periodística ha sido desde entonces extensa y diversa. Por medio de sus artículos ha prodigado parte de su saber enciclopédico de manera didáctica, como el pedagogo, el maestro que siempre ha sido este insigne venezolano, que también marcó hito en la difusión de cultura accesible al gran público, durante los años que mantuvo en la televisión de Venezuela su programa “Valores Humanos”,

En su columna “Pizarrón”, a la que acostumbró tantos lectores de periódicos en América Latina, durante la segunda mitad de este siglo que se hunde en el ocaso, sus exposiciones políticas, filosóficas, sociales o culturales, han servido de orientación e iluminación a quienes hemos tenido el privilegio de leerlo y todas sus ponencias han estado revestidas de su hondo sentido humano y de reflexión, aun cuando ha tocado temas con agudas aristas como lo ha sido el empobrecimiento de su patria debido al despilfarro y la poca previsión que han tenido sus gobiernos para el manejo juicioso de la descomunal riqueza que le ha proporcionado el petróleo, algo que ha constituido una vertical preocupación de este estadista, la que ha estado exponiendo con hondo sentido patriótico desde aquellos lejanos años cuarenta cuando acuñó como una consigna de premonición que alertara a sus gobernantes su frase “sembremos el petróleo”

Hemos visto brevísimas pinceladas de los muchos hombres que coinciden en Arturo Uslar Pietri, quien, al decir de Jorge Luís Borges, cuando hizo su presentación con motivo de un galardón que le fue otorgado en el diario “La Prensa” de Buenos Aires, puede proclamar, al igual que Walt Whitman: “Soy amplio y contengo muchedumbres…”

Si dejamos de lado esos “muchos hombres”que hay en él y solo nos quedamos con el articulista, esa única faceta bastaría para que su reconocimiento alcanzara una dimensión estelar en el periodismo latinoamericano. Este maestro de tantos saberes ha ofrecido por ese medio una diversidad abrumadora de temas, todos presentados adecuadamente para el medio de divulgación masivo que es el periódico, o sea para su fácil comprensión por mas profunda, compleja o especializada que pudiese haber sido la idea desarrollada, por lo que aquellos lectores que en alguna etapa hemos seguido la publicación de sus trabajos nos hemos enriquecido con sus esplendidas entregas cargadas de sapiencia tan instructivas y expuestas de manera tan claras y rebosantes de sencillez.

Don Arturo Uslar Pietri, ha decidido abandonar su labor de columnista “la interrumpe porque ha entrado, inevitablemente., en esa dura etapa de la vida, que es el religue”. Su ultimo “Pizarrón” subtitulado “Una larga Jornada”, publicado el sábado 7 de este mes de febrero, en el Listín Diario, trata de esa despedida., ilustrando a sus lectores con la belleza y lozanía característica de su estilo, acerca de la importancia que han tenido los periódicos en el desarrollo de la literatura latinoamericana.

“Durante los cinco años que el vespertino “El Nacional” me concedió el privilegio de cederme un espacio para la publicación regular de artículos, en algún momento escribí acerca de la relación intangible que establece entre el escritor y sus lectores”. Ahora que Don Arturo se repliega y “Pizarrón” desaparece, siento que me distancio de un viejo amigo con quien he compartido de manera íntima durante muchos años. Con el retiro de “Pizarrón”, no oculto decir que me inquieta el alma un dejo de tristeza. Por mas de veinte años me he asomado a esa ventana de iluminación e ilustración para tratar de fecundar con su savia bienhechora mi espíritu y magro intelecto. Ahora que esa ventana se cierra, me siento como un niño que, fascinado ante la magia bella, diversa y multicolor que le ofrece un prestidigitador, experimenta desazón cuando de repente la
función termina. “Pizarrón”, el amigo al cual tantos le debemos tanto, nos deja.

Publicado en fecha 11 de Febrero 1998, periódico HOY

BUENAVENTURA BAEZ, ¿TRAIDOR O ESTADISTA?

Adecuándonos a estos tiempos en que se escucha de forma cotidiana, tanto en la radio como en televisión; y también se lee en los periódicos el uso de vocablos de nuestra habla popular que, hasta hace poco tiempo se consideraban censurable pronunciarlos por esos medios, nos sentimos en libertad para escribir sobre algo que puede ser calificado como de mal gusto, insolente o hasta procaz.

Los dominicanos hemos sido educados teniendo a Buenaventura Báez como paradigma del antipatriota, del descreído en nuestra nacionalidad, siempre atento a la búsqueda de una potencia a la cual entregar la patria. A pesar de eso, ese hombre, que también se distinguió por su trato exquisito y otros atractivos, como si fina educación europea, vivió en el favor de las mayorías y junto a Santana fue árbitro de la vida nacional durante los primeros veinte años de la República. El grito estruendoso: ¡Viva Báez! Que salía del alma popular, nada mas se puede igualar al que el pueblo le dedicó a Trujillo. Nadie, ni antes ni después, motivó ese ardor y pasión en las masas como esos dos líderes en sus respectivos tiempos: El gran Ciudadano y el Benefactor de la Patria.

Esa desbordada pasión baecista que también conoció otro hombre singular, como lo fue Lilís, el Pacificador de la Patria, hizo a éste afirmar en más de una ocasión que el país solo había tenido tres gobernantes de verdad, refiriéndose a Báez, Santana y él. Y lo que decía Lilís tenía carta de autenticidad, porque los conoció a todos y lo vivió todo. Por esa razón aseguró en su oficina a un estrecho colaborador suyo, cuando conversaban acerca de un político de supuesto prestigio: “Yo he tocado a todos los políticos de la República, como ahora toco este escritorio y el que no está podrido está gastado”. ¡Cuanta semejanza se encuentra en ese juicio de aquel hombre conocedor profundo de su pueblo y la situación que presente el país a mas de cien años de aquella lapidaria afirmación¡


Habría que coincidir con Toynbee, en cuanto a lo cíclico de la historia, si no se quiere aceptar que nuestro país debería figurar entre aquellos que acusan mayor atraso en política; y por ello, ese ayer está vivo en nuestro hoy.

Apelamos a la indulgencia del lector por esta digresión y retomamos el hilo conductor del tema sobre el Gran Ciudadano, quien., a pesar de su conocida trayectoria enajenante de la nacionalidad ocupó por cinco ocasiones el solio presidencial, lo que causaba sorpresa hasta en el Arzobispo Meriño, y que el mismo Báez comentaba con sorna, comparable a lo que expresó hace unos quince años el político mas señero de toda nuestra historia, Joaquín Balaguer, cuando lo aclamaban para que volviera a competir en elecciones: “Yo no busco la Presidencia, mas bien es la presidencia que me busca”.

Ahora comenzaremos a tratar la procacidad que prometimos al inicio de este artículo: A Buenaventura Báez, debemos comenzar por hacerle una revisión histórica que raspe la costra de traidor a la patria que ha cubierto su memoria, y es posible que revele al estadista, si por esta clasificación –hoy tan vulgarizada entre nosotros, debido, mas que a la ignorancia, a la profunda genuflexión que anida en el fondo de nuestra “conciencia colectiva”- entendemos y aceptamos al hombre de dilatada experiencia en asuntos de Estado que le permitever mas allá del horizonte para la toma de decisiones trascendentes, tal como Richard Nixon esa categoría de gobernante.

Es posible que hayamos enjuiciado por tanto tiempo a Buenaventura Báez, sin detenernos a tratar de entender si su actitud acaso pudo haber sido fruto de una gran visión que le permitió adelantarse a su tiempo y prever con larga anticipación el futuro del país. En cuanto a la desaparición de las soberanías de los pueblos con fuertes debilidades éticas, aun cuando mantengan los aspectos formales de esa soberanía, como son sus símbolos; banderas, himnos, escudos, desfiles militares e “instituciones” (¿) para que se regodeen con consignas y arengas líricas sobre nacionalidad, patriotismo y libre albedrío que se vuelven risibles ante la realidad que a diario muestran todo lo contrario.

El Gan Ciudadano, don Buenaventura Báez, con el claro sentido práctico de que siempre hizo galas, pudo haber intentado en su momento resolver, porque, “al mal paso se le da prisa”, lo que mas adelante tendría que ocurrir en el nuevo orden que regiría el mundo-en el que ya estamos- con mayor acentuación en estos países cuyas debilidades intrínsecas en moral y templanza sobresalen con largueza.

Publicado en el periódico HOY,
El 13 de marzo de 2000

EL GOBIERNO DE ESTRELLA UREÑA

El Movimiento Cívico del 23 de Febrero de l930, punta de lanza del General Trujillo y sectores políticos, sociales e intelectuales del país, para derrocar el gobierno de Horacio Vazquez, tuvo gran éxito no sólo por el desgano que imperaba en la colectividad nacional hacia ese gobierno.
También tuvo fuerza en esa “caída estrepitosa y abrupta” el prestigio que disfrutaba el personaje principal visible de la acción subversiva, Rafael Estrella Ureña, quien, adem-ás, tuvo por aliados reconocidos espíoritus civilistas como lo fueron, entre otros, Alexis Liz, Jafet Hernández, Andrés Perozo, J.A. Bisonó y Rafael F. Bonnelly, a quienes el periódico santiaguës, La Información, al señalarf su participación los citó con ele rango de coroneles.
Caído el gobierno horacista, la prensa expone editoriales que reflejan solidaridad hacia las nuevas autoridades.
El diario El Porvenir, se refiere al Presidente Estrella Ureña, como “un elemento jóven de arraigo en nuestras contiendas políticas. Abogado, hombre de carácter, intelectual de fuste, enemigo del desorden y partidario del respeto a la majestad de la ley y las garantías ciudadanas”.
Para afianzar expectativas tan auspiciosas que se esperaban de su gobierno, Estrella Ureña expresa, al tomar posesión el día 3 de marzo: “Tócame, en efecto, presidir los destinos del pueblo dominicano en el momento solemne en que todos los partidos se preparan a debatir en edificante lucha cívica bajo la égida del gobierno que debe proteger los derechos de todos con absoluta igualdad de oportunidades puedan elegir al hombre a quien debo trasmitir la poderosa carba del poder el próximo l6 de agosto”.
Si bien Estrella Ureña llegó al poder en circunstancias que contradicen los atributos de hombría de bien y su conducta civilista que distinguían su atrayente personalidad, en aquel ambiente que había vuelto a revivir ese pasado de azar que el pueblo sano creía sepultado, luego de la Ocupación Norteamericana; su movimiento insurreccional no era visto como una iniciativa extraña, sino otro episodio de la práctica que había echado viejas y fuertes raíces en la tradición política dominicana.
En la brevedad de su ejercicio presidencial, aunque atado por el ejercicio electoral, “Estrella Ureña mostró apego a sus mejores virtudes ciudadanas. Dejó claro su respeto por la libertad de información cuando se dirigió al procurador General de la República, expresándole su firme determinación de que ningún periodista ni escritor, ni orador sea perseguido, cualesquiera que sean las ofensas que por medio de escritos públicos o de discursos se lancen contra mí”. Esto ocurrió cuando pocos dias antes, circunstancialmente él pasaba por una calle de Gascue, “mientras una manifestación aliancista cruzaba por ahí y los manifestantes lo agredieron con palabras irrespetuosas y éste impidió que los ayudantes militares impusieran el respeto que hasta cierto punto hubiese estado justificado!”
Rafael Estrella Ureña, en su gobierno, demuestra lo que antes había sido: educador. De manera simbólica reafirmó esa vocación suya cuando recibió la visita de una comisión de maestros que le manifiesta su preocupación por rumores que circulaban sobre el posible cierre de algunas escuelas por motivos económicos. Despidió los educadores, dicíendoles con firmeza: “Antes de que cierre una escuela, se cerraría la Mansión Presidemncial”.
Así sentía por la educación pública este hombre que crea el Departamento de Bellas Artes y la Secretaría de Trabajo, y que donaría su sueldo en Relaciones Exteriores, cuando en funciones de Vicepresidente de la República, ocupó aquel ministerio, para la creación de bibliotecas públicas, loable tarea a la que también se dedicaría posteriormente. El respeto a la convivencia civilizada también era una genuina preocupación suya: “Cuando se denunció que José Dolores Alfonseca, Martín de Moya, Angel Morales y Pedro Ricart, habían sufrido un atentado a tiros mientras se desplazaban en automóvil por las afueras de Moca, “tal hecho produjo en el mandatario una impresión muy desagradable y su actitud resuelta a que toda violencia cesara de raíz, aun cuando hubiera que acudir a extremos de la mayor severidad”.La investigaación que se llevó limpiamente a cabo de ese incidente demuestró que la denuncia contradecía los resultados.
Ocurrido el asesinato del alto dirigente del Partido Nacional, Virgilio Martínez Reyna y su esposa, Altasgracia Almánzar su frustración fue notoria al no poder actuar contra la red de complicidades en ese crimen, que, envolvía no sólo al brazo director, su propio tío, Jose´Estrella, sino, mas grave aún; al amo del poder absoluto que tenía otro sentido para educar y disciplinar al pueblo , diametralmente opuesto al suyo, y, a quién se hallaba unido Estrella Ureña por las circunstancias políticas de forma indisoluble. La Información, que entiende la situación; el terrible drama en que se debate este hombre civilizador y la fuerza bruta que lo avasalla, comenta en una de sus “Vespertinas”: “Ya se fue el Presidente Estrella Ureña después de haber hecho gestiones e indicar pautas a seguir en el terreno de las investigaciones del hecho abominable del domingo último en Las Matas. ¿Pero se fue sin luces respecto de las sombras? No lo sabemos, pero se fue sin decir palabra, avaro de sonrisas, él que tan pródigo ha sido siempre de ellas. Probablemente tenga motivos para no sentirse risible”.
Pocos antes de la toma de de posesión del General Trujillo de la Presidencia de la República, Luis E. Alemar, en un resúmen de la labor gubernativa de Estrella Ureña, la juzga: “fecunda en bienes para la República”.

Publicado en el periódico HOY
En fecha 8 de noviembre, 2004

LA LLEGADA DEL PRESDIDENTE VAZQUEZ

El recibimiento ofrecido al Presidente Horacio Vázquez a su regreso el 6 de enero de l930, luego de someterse a tratamiento médico por sus quebrantos renales, en los Estados Unid
os, fue un acontecimiento festivo que llenó de júbilo la capital de la República. Desde días antes se preparaba un multitudinario recibimiento, y el día 3, una comisión encabezada por el Secretario de Salud y Beneficencia salió hacia Puerto Rico para acompañarlo desde allí a Santo Domingo.
El programa desarrollado para recibir al mandatario resultó sobradamente satisfactorio. Toda la ciudad presentaba “un aspecto bastante dispuesto al regocijo”. La bandera nac ional daba patriótica vistosidad a los edificios públicos.
El ejército, con su alegre uniforme de gala, marchaba hacia el aeropuerto Limberg a los acordes de su banda militar, que tocaba notas vibrantes con gran marcialidad. La Policía Municipal y el Cuerpo de Bomberos; la Banda Municipal, La Policía Especial de Carreteras y la Caballería del Ejército; “todos en marcha constituían una nutrida contribuciòn de entusiasmo”.
Desde muy temprano los automóviles se dirigían al aeropuerto transportando al mundo oficial y los principales apellidos de la República, que acudían con gran entusiasmo a darle la bienvenida al anciano patriarca. A la llegada del Presidente y su comitiva, más de doscientos de estos vehículos se encontraban alineados a ambos lados de la calle. El brigadier Rafael Leonidas Trujillo se encontraba allí, sobresaliente, atento al regocijado momento y a las efusiones de la multitud.
A las diez en punto de la mañana, entre el gentío que esperaba en el aeropuerto y todo su entorno, los mellizos Hernández fueron los primeros en divisar el aeroplano que dos horas antes había despegado desde Puerto Rico con el apreciado pasajero y sus acompañantes, doña Trina de Moya, esposa del mandatario, la sobrina de ésta, Toñita, Angel Morales, embajador en Washington y el médico personal del Mandatario, el doctor Ramón de Lara.
Cuando el Presidente bajó del avión, lo hizo del brazo del doctor De Lara y del vicepresidente de la República doctor Alfonseca. Al ser acomodado en su vehículo le colocaron algunas almohadas para atenuarle a su cuerpo adolorido las molestias del mal estado de la ruta a recorrer hasta su entrada a la ciudad.
A ambos lados de la carretera la gente lo aclamaba con entusiasmo y, cuando la comitiva hizo su entradas a San Carlos, hubo repiques de campanas en las iglesias; las sirenas de las empresas periodísticas y del Cuerpo de Bomberos sonaron en alternada estridencia, inundando de alegría todo el ámbito capitalense y sus entornos, lo que anunciaba a todos sus habitantes el feliz regreso de Don Horacio, aunque con un riñón menos.
Ya en la Mansión Presidencial, el Presidente permaneció recluído en sus habitaciones mientras en el salón de recepciones el Secretario de la Presidencia, Ginebra, el de Relaciones Exteriores, Peynado, el Brigadier Trujillo y Martín de Moya, atendían a los visitantes que inundaban la sede del Poder Ejecutivo para presentar sus parabienes por la fausta llegada de Don Horacio, quien, cansado de cuerpo y espíritu, tendría que enfrentar a partir del día siguiente, desde un saloncito especial que le fue habilitado en la planta baja de la Mansión, el inquietante ambiente de intrigas y las sórdidas ambiciones políticas que afloraron impetuosas durante su ausencia.
Los graves acontecimientos surgidos en los últimos días del año l929, en el seno del gobierno “habían hecho circular el rumor de que los secretarios de Estado presentarían renuncia tan pronto llegara el Presidente Vázquez”. Las grandes y efectivas demostraciones del mundo oficial con motivo de su llegada, en parte, encubrían esa pugna sorda que había trascendido al rumor público, cuyos principales protagonistas se preparaban para justificarse ante el Presidente.
Poco antes de la llegada de Don Horacio, el periódico La Información, en su columna de opinión “De la hora política”, adelantándose a los hechos por venir, describe las interrogantes que existían en el ambiente político de aquel momento. “¿Qué hará Horacio Vázquez cuando llegue?” Esa es la pregunta que, formidable, está corriendo de boca en boca desde que se anunció su salida de Nueva York. ¿Qué le dirá a Alfonseca? ¿ Qué le dirá a Trujillo? ¿ Qué pensará de Martín…?. No dirá nada. Oirá de nuevo, probablemente todo siga igual, porque en su cabeza el general Vázquez no encontrará una solución, porque él mismo don Horacio estará de todo eso más que satisfecho, considerándolo lógica de su política personal y la realización de sus planes de marrulla para volver tranquilamente a sentarse en la mágica poltrona”.




Publicado en el periódico HOY

TRUJILLO Y LOS NACIONALISTAS

Una rica colección de documentos de gran valor para el el estudio de la historia dominicana, lo constituye la voluminosa obra “Vetilio Alfau Durán en Anales”, publicada por el Banco de Reservas de la República Dominicana, en l997.- En este enjundioso esfuerzo de recopilación que hizo el respetado historiador ya desaparecido nos detuvimos con especial atención en algunos documentos que tratan sobre la formación del Partido Nacionalista, principalmente, en su declaración de principios.
Ese partido surge como una nueva expresión del vigor que demostró un amplio y respetado sector de la sociedad dominicana en aquella época y llevó a los más comprometidos con el fervor nacionalista intransigente a organizarse como órgano para canalizar esos sentimientos y tiene como punto de partida, una exhortación pública que dirige Américo Lugo el 24 de julio de l924 a sus compatriotas, en la cual les expresa: “La disolución de las Juntas Nacionalistas en los actuales momentos conlleva ría a la perdición del país. Al contrario, los Nacionalistas debemos agruparnos inmediatamente en una estrecha asociación patriótica ante la bochornosa ejecución del plan Hughes-Peynado”.
Así se inicia el aglutinamiento de las Juntas Nacionalistas formadas durante el período de ocupación militar norteamericana, cuya iniciativa había correspondido al maestro don Federico Henríquez y Carvajal, quien crea la primera de esas Juntas en Santiago de Cuba, de allí se establece otra en La Habana y luego en Nueva York hasta llegar al país, donde se extiende en todas las provincias, según detalla Luís F. Mejía en su obra “De Lilís a Trujillo”.
Los hombres que integraban el Partido Nacionalista, en su mayoría, tenían un gran perfil moral: Américo Lugo, Max Henríquez Ureña, Teófilo Hernández, Luís Conrado del Castillo, Manuel Arturo Peña Batlle, Viriato Fiallo, Arístides Fiallo Cabral, Noel Henríquez, Rafael Estrella Ureña y Germán Ornes S., son algunos de los respetables ciudadanos que habían mostrado sus sentimientos nacionalistas, de lo cual habían dado vibrantes pruebas en su celo patriótico ante al gobierno militar que se había instaurado durante los ocho años anteriores.
El pensamiento de los patriotas promotores del Partido Nacionalista, entre otras razones lo guiaba la carencia de un “sentimiento enérgico del Estado”, que, al no haber existido desde la fundación de la República y por la falta de educación política de las masas no había permitido al pueblo ser certero en quienes había escogido en sus elecciones para dirigir la nación; pero, como “el sufragio universal le ha sido otorgado desde el primer albor de su vida independiente, hay que mantenerlo en el goce de tal prerrogativa y empeñarse en enseñarle a usar de ella con la instrucción política del niño y de los campesinos, el servicio militar y la instrucción primaria obligatoria”.
En ese sentir se advierte claramente el entusiasmo de esos prohombres por la ideología nacional-militarista que tomaba cuerpo en Italia y más tarde en Alemania, impulsada por los partidos fascistas en esos países bajo el liderazgo de dos grande impulsadores de masas que interpretaron a plenitud las aspiraciones de esos pueblos luego de concluída la Gran Guerra de l9l4-l9l8.
Los prestigiosos miembros del Partido Nacionalista también ofrecían a los dominicanos “las restauración de la República Dominicana en su primordial condición de Estado ab solutamente soberano”, y “la preservación de la República Dominicana y su mayor auge en prosperidad y grandeza” (…).
La Declaración de Principios que explica la razón de ser de es efímero partido político lleva necesariamente a pensar, a quien estudie la Era de Trujillo con amplitud, en el intenso y creador programa de gobierno que se inicia a partir de la llegada al poder de ese régimen a partir del año l930, con el establecimiento de inmediato de “un sentido enérgico del Estado” que ellos habían considerado inexistente, tal como lo consignaron en el documento que les sirvió de plataforma.
En ese programa de gobierno que presentaron al pueblo los Nacionalistas en 1925, entre otras de sus premisas principales, declaran que “el poder militar del Estado es el mas importante. La fuerza militar del Estado es su fuerza y debe ser aprestada, tanto para la ofensiva como para la defensiva” (…).
La inmigración debe ser de agricultores de raza blanca, evitándose la acumulación de poblaciones en las urbes y promoviendo, la densidad de los campos (..)Las regiones fronterizas deberán ser preferidas para el establecimiento de inmigrantes. De ninguna manera debe provenir de focos extranjeros de miseria y desesperación para evitar la implantación de males sociales que aquí no existen (…). “Reivindicación laboral y legal de todos los derechos de la clase laboral y legal de todos los derechos de la clase obrera, descanso dominical con salario, jornada de ocho horas, construcción de habitaciones ob reras y barrios de mejoramiento social” (…)
En el paralelo que se encuentra entre las aspiraciones políticas y sociales de los nacionalistas y las ejecutorias llevadas a cabo por el régimen trujillista, en su primera parte, se puede apreciar más que una coincidencia programática, una identificación ideológica envuelta en un proyecto de nación. Bastaba tener presente que esta interpretación que la mayoría de los hombres que con fervor nacionalista expusieron en su Declaración de principios, sus sentimientos patrióticos y su altura de miras para lograr “auge y grandeza para la República”, estuvieron entre los lúcidos colaboradores que sobresalieron en la Era de Trujillo, tal vez con la íntima convicción de que, así podrían ofrecer sus aportes al país, como desearon cuando decidieron agruparse en asociación política, al término de la intervención y, con el “hombre único” que le daba el “sentido enérgico del Estado” del que había carecido la República , podrían contribuir a las transformaciones beneficiosas que ellos habían aspirado menos de una década atrás.




Publicado en el periódico HOY,

SANTO DOMINGO, año 1935

Para el año l935, la República habría de lograr “un alto grado de densidad moral, signo de verdadera civilización, debido a la unificación del país; la abolición del caudillaje local y la creación de relaciones frecuentes entre todas las regiones”, si es aceptado co mo válido ese enunciado que hizo Pedro Henríquez Ureña, al periodista Ramón Lugo Lovatón, poco antes del educador abandonar el país en l933. La economía dominicana había pasado su peor momento., Una dinámica de trabajo y advertía por todas partes. Grandes obras como el puerto de Santo Domingo se habían iniciado y se completaba el desvío del Ferrocarril Central Dominicano en beneficio de las provincias del Cibao. En la ciudad capital se sentía el trabajo trepidante.
Las avenidas Independencia y Bolívar mostraban sus aceras recién construídas y sus árboles acabados de plantar. El parque Colón había sido completamente remodelado y las calles exhibían sus placas nominales mientras avanzaba la colocación de las placas numerales de las casas. Los trabajos de aislamiento del Baluarte 27 de Febrero, para dejarlo como arco de triunfo, y el embellecimiento de su entorno se ejecutaban con celeridad, así como la supresión de las cunetas de la calle El Conde y la ampliación de sus aceras.
En esas obras se destacaba la entusiasta actividad del presidente del Consejo Administrativo, Virgilio Alvarez Pina, consagrado munícipe al engrandecimiento de la ciudad capital y a quien se debían muchas de esas iniciativas de ornato y desarrollo capitalino.
La avenida Presidente Trujillo, rebautizada ese mismo año como George Washington, la más bella y extensa de la República, con su balaustradas casi terminada servía de hermoso marco para “el paseo de prominentes miembros de la sociedad, el cuerpo diplomático y banqueros Las estaciones de radio se escuchaban por doquier, “su cantidad pasaba de doce y ya el aire está saturado de ondas de todas clases”.
El progreso del país se hace cada vez más evidente. Se establece el servicio radiotelegráfico internacional y “cualquier persona desde su aparato telefónico puede hablar con cualquier parte del mundo”.
El censo de ese año arroja una población de l,478,l3l habitantes y 304,523 viviendas. En la capital viven 71,297 personas y en Santiago 33,919.En ese marco de vitalidad nacional el presidente del Senado, Mario Fermín Cabral, escoge el momento en que se celebra un mitin obrero en Santiago, “como demostración de gratitud al Ilustre Benefactor de la Patria por la avanzada legislación estableciendo la jornada laboral de ocho horas, para lanzar la idea de denominar Ciudad Trujillo a la ciudad de Santo Domingo.
El Presidente Trujillo se encuentra físicamente saludable. Ya el científico francés profesor Georges Marión lo ha intervenido quirúrgicamente tres veces; la última, ese mismo año, cuando contrae matrimonio con doña María de los Angeles Martínez Alba. Tambiénn el Presidente se muestra satisfecho de su ejercicio gubernamental. En esa práctica mantiene el temor y la sumisión como sus principales recursos en su estrategia para vencer las pocas voluntades inconformes con su régimen que puedan quedar en el país. Algunos empresarios y profesionales como Amadeo Barletta, Ramón de Lara, José Selig Hernández, Oscar Michelena, Juan Ulises García Bonnelly, entre otros, van a la cárcel acusados de organizar un atentado contra la vida del Presidente. Otros acusados por acciones similares, como Francisco Augusto Lora, Fernando Bermúdez, Julio Minicucci, son puestos en libertad. Y, en Santiago, un grupo de damas intervienen ante el Presidente para que también sean liberados Ramón Vila Piola, Juan Isidro Jimenez Grullón y Jesús María Patiño.
Una prestante proyección del país se extiende fuera de sus fronteras. Ernesto Bonetti Burgos, presenta credenciales de Ministro en Alemania y su discurso ante el canciller Adolfo Hitler, “compara la labor de ambos notables gobernantes: “Vengo a representar cerca de Vuestra Excelencia y del Gobierno del Reich un país y un gobierno unidos por vínculos de viva simpatía y de compenetración ideológica a la gloriosa nación alemana”.
Las letras naciones mantiene el mismo vigor que la piqueta constructora. Rufino Blanco Fombona recomienda en Madrid a los profesores españoles de literatura hispanoamericana el libro “Historia de la Literatura Castellana”, de Abigaíl Mejía de Fernández, por “considerar esa obra excelente, no inferior a ninguna de su índole en España ni América”.
La revista “Bahoruco” de Horacio Blanco Fombona, “uno de los mejores periodistas del Continente”, llega con éxito a su sexto año de publicación; y, “Cosmopolita”, con sus gráficas de gran belleza “no solo prestigia la capacidad de Bienvenido Gimbernard sino a la República en el campo de las letras gráficas”.
Francisco Moscos Puello, publica su novela “Cañas y Bueyes”, “un bello exponente de literatura vernácula, de tendencia costumbrista”. En ese escenario entusiasta de quehacer intelectual, el subsecretario de Educación y Bellas Artes, Joaquín Balaguer, “uno de nuestros más notables literatos quien residió hace poco durante tres años en España, ofrece una Conferencia con el título: “Sevilla, la ciudad de la Gracia”. El poeta Juan Bautista Lamarche comenta la disertación y se refiere al conferenciante, a quien sólo conocía de nombre y alaba “su modestia, su sincera, su auténtica modestia”. Lo define como “hombre tímido, hermético y reposado”.
1935 es el año en que el doctor Américo Lugo, suscribe contrato con el Estado para escribir una historia de Santo Domingo, compromiso que se verá deshecho un año más tarde, con tristes resultados para el eminente intelectual.
Ese año fue destacado en la vida de la República hasta en las muertes: El educador Federico Henríquez y Carvajal, “ilustre médico y patricio”, fallece en Santiago de Cuba. Arturo Pellerano Alfau, muere y “la capital entera, podría decirse, asiste en masa para acompañar a los familiares del ilustre fallecido”. También muere Juan Bautista Vicini Burgos, “prestante hombre público; y el legislador José Trujillo Valdéz, padre del Presidente de la República deja de existir y el gobierno le rinde honores fúnebres con grandeza homérica.




Publicado en el periódico HOY,

sábado, 6 de diciembre de 2008

TRUJILLO Y YO”

Los comentarios acerca de las memorias de Johnny Abbes que ha ofrecido en días recientes la experimentada periodista e investigadora Angela Peña, en su columna “Media Naranja”, y que publica en este periódico, nos han recordado un breve encuentro que sostuvimos con ese decisivo personaje del régimen trujillista en su última etapa.

Lo tratamos por única vez en la ciudad de Puerto Príncipe, cuando nos desempeñábamos en calidad de administrador de la Dominicana de Aviación, durante el primer período de gobierno del doctor Joaquín Balaguer por elecciones abiertas; esto es, a partir del primero de julio del año mil novecientos sesenta y seis.

A finales de ese año decidimos la reapertura de la ruta aérea hacia Haití y por tal razón hacíamos visitas con relativa frecuencia ala capital haitiana. Para aquel tiempo residían allá muchos ex agentes del Servicio de Inteligencia Militar (SIM), que habían huido de Santo Domingo al desintegrarse aquel gobierno de opresión al cual sirvieron. Entre esos antiguos miembros del intimidante organismo de control ciudadano que se encontraban en el vecino país, había dos con quienes mantuvimos vinculaciones de amistad antes de pertenecer a la terrible institución del Estado. Uno lo era “El Tigre de Bonao”, bautizado con ese nombre por su agilidad y gran estilo en la lucha libre, deporte en que había sobresalido cuando esa práctica se desarrolló en el país. Para aquel momento, teníamos una grata relación de amistad; vivíamos nuestras mocedades y hacíamos gala de incipiente hombría en los prostíbulos de la calle Jacinto de la Concha, cuando el país no soñaba con la existencia del SIM y Johnny Abbes, tal vez era un miembro entusiasta e inteligente de la prensa deportiva.
El otro calié lo fue Carlos Manuel García Mendieta, al cual conocimos cuando ambos trabajábamos en “La Voz Dominicana”. Orador grandilocuente y poeta; conversador agradable y poseedor de apreciable cultura, a quien sus compañeros en la cátedra de Derecho tenían por un estudiante brillante de la carrera. Para la invasión de junio del 59, abandonó el empleo y comenzó a dejarse ver en uno de los cepillos del SIM en rondas de intimidación

El ex coronoel del Ejército Nacional, Johnny Abbes García, quien fue jefe del Servicio de Inteligencia Militar, era el personaje de mayor relevancia entre aquel éxodo compuesto por hombres que alguna vez fueron propiciadores de terror, de flagelación y muerte. Mantenía distancia de los demás y su experiencia le había puesto al servicio del doctor Francois Duvalier, el taciturno médico que gobernaba Haití, en fiel émulo de la práctica trujillista.

La tarde que llegamos a Puerto Príncipe para organizar la apertura de la estación aérea compartíamos con algunos de nuestros acompañantes en el bar. que se encontraba en el vestíbulo del hotel “Caban Chucum”. Envueltos en la trivialidad de las conversaciones que esos ratos ofrecen, vimos llegar al lugar un hombre regordete y de ojos saltones, desgarbado y de “pesados andares”, como decía Garcia Lorca, de sí: Vestía chacabana blanca que lucía larga y holgada en su anatomía desajustada. Uno de nuestros acompañantes, hombre de carácter extrovertido, lo llamó por su nombre con familiaridad. Esto nos permitió identificar al recién llegado, que no nos había parecido del todo desconocido.

Nos fue presentado por quien lo había saludado y a la vez lo invitó a integrarse al grupo de celebrantes. Cuando hubimos terminado allí el festejo, él quiso que lo acompañásemos a su casa, a lo cual accedimos y junto algunos de nuestros acompañantes compartimos en en hogar por algún rato y en medio de la conversación escuchamos de sus labios expresiones de amargura contra personajes que habían adquirido relevancia y poder de arbitraje en la vida nacional desde distintos escenarios durante la Era de Trujillo y que, según Abbes, tenían tantas culpas como las suyas en la desbordada represión del régimen en su etapa final; empero, su actuación, la de él, había estado normada por la responsabilidad institucional que le cabía en el sostenimiento del régimen, a lo que se entregó con celo absoluto.

Por un momento se levantó para buscar un voluminoso legajo escrito a maquinilla y que había titulado “Trujillo y Yo”. Leyó brevemente algo de su contenido. Mientras lo hacía pausaba para decirnos que su libro le permitiría al pueblo dominicano conocer en verdad todos los grandes responsables de los momentos aciagos que vivó en los últimos años de la “Era de Trujillo”, para que pudiera repartir las culpas de esa gran tragedia nacional.

Hasta leer las entregas de Angela Peña, creíamos que esos testimonios escritos por un actor excepcional de aquel trágico período habían desaparecido entre las llamas de su casa cuando fue incendiada, luego de su autor ser ejecutado por su participación en un complot fallido contra el Presidente Duvalier. Entonces pensamos que era una pena que el pueblo dominicano se hubiese visto privado de conocer aquel legado, el cual tenía derecho de conocer. Ahora que han aparecido esas vivencias, tenemos la misma idea en cuanto a que sean expuestas al conocimiento público, igual como lo pensamos hace
Mas de tres décadas



Publicado en el periódico HOY, en fecha
22 de noviembre de l999

AUGUSTO PINOCHET

Las elecciones en Chile, en el mes de septiembre de 1970 fueron celebraron bajo un clima tenso y amenazante de violencia. “El ejército desplegó tanques y tropas armadas mientras los candidatos luchaban cabeza a cabeza”. Ninguno de los aspirantes a la Presidencia de la República obtuvo la mayoría de votos requeridos para obtenerla, por lo que el Congreso tuvo que proclamar al ganador. Salvador Allende, quien había superado por pocos votos a su competidor más cercano obtuvo el triunfo final. Esa marcada división entre las fuerzas políticas chilenas demostraba que el candidato de la Coalición Popular había tenido un triunfo frágil.

Salvador Allende, desde antes de ser confirmado por el Congreso se mostró desafiante; si se quiere, políticamente imprudente, a pesar de la precariedad de su base política. Prometió que su gobierno sería “antiimperialista, patriótico y nacional”, al mismo tiempo que anunciaba que nacionalizaría “muchos negocios y realizará una avalancha de cambios en la economía”. Mientras el flamante Presidente esboza cómo será su gobierno, los democristianos reclaman “garantías para la Democracia” y el Presidente Frei recuerda a las fuerza armadas “que su misión es custodiar la libertad y la Democracia”.

Los antagonismos ideológicos en el pueblo chileno van haciéndose más radicales a medida que Allende va aplicando sus planes de gobierno con profundas transformaciones. Se introducen cambios intempestivos en una sociedad conservadora, donde existían por larga tradición poderosos intereses nacionales y extranjeros que hemonizaban la vida económica de esa nación.

En medio de todo esto llega Fidel Castro, ícono de las juventudes revolucionarias de América en una larga visita y festeja con su presencia efervescente la nueva realidad política y social que ha impuesto el gobierno marxista, émulo del suyo, sobre el cual The Guardian, el importante diario inglés, calificaba como “el más importante hecho ocurrido en latinoamérica desde la revolución cubana”.

Mientras el gobierno de Allende se debatía entre sus intrépidas reformas y la renuencia de las fuerzas que se oponían a tan radicales cambios, las perspectivas del país se presentaban cada vez más propicias para un trágico desenlace, como desde el principio del gobierno socialista era previsible. Juan Bosch, a los pocos días de haber obtenido Allende la Presidencia dijo: “(...) aunque la mayoría de los jefes y soldados de las fuerzas armadas chilenas son nacionalistas, no debe causar sorpresa que algún jefe se ponga al servicio de los yankis para causarle dificultades”.

Aquella advertencia de Bosch se cumplió el 11 de septiembre de 1963 en forma de infinita tragedia. Un viento de guerra sopló sobre aquel ejército poderoso y el país se vio inmerso en una vorágine incontenible de exterminio para aquellos sectores que se habían identificado con los cambios que se habían producido en los últimos tres años en la sociedad chilena, promovidos por la doctrina marxista que había asumido el gobierno. El propio Presidente Allende estuvo entre las primeras víctimas del golpe de Estado encabezado por el general Augusto Pinochet, quien pocos días antes había asumido el mando del ejército.

Derrocado Allende, en Chile comenzó a regir un despotismo militar implacable con todos a quienes la jerarquía gobernante entendía simpatizantes y militantes del marxismo derrocado. El sometimiento, la tortura y la muerte pasó a ser la conducta del gobierno de facto para con aquellos que consideraban opositores políticos e ideológico. El gobierno de los Estados Unidos decidió “encubrirlo y apoyarlo en aquella política de exterminio”, tal vez, porque, el régimen de Pinochet que había sido el resultado del soporte de importantes capitales norteamericanos y la derecha conservadora nacional, venía a resultar un aliado circunstancial de utilidad en aquellos tiempos de la Guerra Fría.

Durante diecisiete años en Chile no se movía una hoja sin que Pinochet lo supiera, como él mismo afirmó en una muestra de arrogancia y como una alegoría al poder de exterminio irrefrenable que ostentaba. Sin embargo, “guste o no, este reaccionario brutal y corrupto gobernante, por razones que no están claras sí inició las bases del éxito contemporáneo de su país. Y más sorprendente todavía, cuando perdió el referéndum en 1998, dejó el poder”, como señala el análisis que hace Marton Wolf en un amplio artículo que reproduce el periódico Hoy de fecha reciente.

Augusto Pinochet ha muerto; el juicio moral que se ha dictado sobre este hombre desde antes de su muerte ha sido sombríamente concluyente. En los últimos tiempos de su vida se formularon acusaciones de atesorar millones de dólares mal habidos. Indudablemente que su figura implacable y fanática, exclusivamente defendiendo una idea o impulsado por sus fuertes convicciones, con tal descubrimiento bancario se vio rebajada a la condición de delincuente económico, igualándose, por tanto, a la burda comparsa de gobernantes propulsores del latrocinio que abundan en la política latinoamericana. Hasta ante los ojos de gran parte de quienes fueron sus defensores en Chile, donde la corrupción política no ha echado raíces firmes, su actitud última lo ha vulgarizado, restándole respeto.

Ahora falta el juicio que su figura de gobernante recibirá estrictamente dentro del marco de la Historia. Pero, para eso habrá de esperar décadas, porque, en caso de comenzar a hacerlo ahora, podría verse enturbiado el juicio de quienes asuman la función de jueces a destiempo.


Publicado en periódico HOY,
L9 de diciembre 2006

ROQUE DALTON

Roque Dalton, es uno de los poetas modernos más importantes de El Salvador y de todos los pueblos centroamericanos. El reconocimiento a su obra poética alcanza a los círculos intelectuales de toda América. Fue asesinado el 10 de mayo de l975, tras ser encontrado culpable en juicio a que fue sometido por la dirigencia del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), movimiento político al cual pertenecía.

Ese hecho fue un pesado fardo que tuvo que cargar la agrupación y que luego se extendió al Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), cuando bajo esa dirección se unificaron los varios grupos de izquierda para abrir un frente de lucha armada en El Salvador.

La forma y causa de la muerte de este poeta, lo han rodeado del martirologio y ha sobrevenido el mito, como suele acontecer con ciertas trágicas ocurrencias políticas, que en su caso, lo habrán contrariado mucho el mas allá, por haber sido opuesto a esas canonizaciones, como dijo a la muerte de su compañero, el escritor Otto René Castillo, con expresiones que tanto se ajustaban a su propia y trágica desaparición: “Su afán de vivir intensa y apasionadamente le cobró su precio frente a la severidad de sus camaradas. El motivo mas importante de citar este aspecto es el de salvarlo de el riesgo de pasar a la historia como un santón, como uno de esos personajes planos a que nos tiene acostumbrado el apologismo póstumo…”

El poeta Dalton fue ejecutado cuando sólo le faltaban cuatro días para cumplir cuarenta años.. Su vida había sido intensa y rica en experiencias. A los dieciocho años viaja a Chile para estudiar Derecho y su espíritu inquieto nada mas le permite permanecer allí once meses. Viaja a la Unión Soviética, en ocasión del Festival de la Juventud y regresa a El Salvador en el mismo año l974. Se inscribe en la cátedra de Derecho de la Universidad Nacional y crea allí el Círculo Literario Universitario.

Se dedica al periodismo. Llega casi a abrazarse con la muerte, cuando fue detenido por asociarse a los grupos desafectos al régimen del presidente José María Lemús y lo salva del paredón la caída oportuna de ese gobernante. Entonces viaja a México y luego a Cuba, donde echa raíces profundas. Trabaja en Radio Habana, La Casa de Las Américas y en la Unión de Artistas Cubanos; además produce dos libros: “Mía junto a los Pájaros” y “La Ventana en el Rostro”: “Querido Jorge: Yo llegué a la revolución por la vía de la poesía. Tú podrás llegar (si lo deseas, si sientes que lo necesitas) a la poesía por vía de la revolución. Tienes por lo tanto una ventaja. Pero Recuerda, si alguna vez hubiese un motivo especial para que te alegre mi compañía en la lucha, que en algo hay agradecérselo a la poesía”.

En el año l963, regresa de forma oculta a su patria y un año después es detenido. Escapa de la prisión cuando un terremoto afecta la cárcel de Cojutepeque, donde lo mantenían prisionero y por eso logra huir. Regresa a La Habana y luego se traslada a Europa, donde permanece por unos años. En el año l973 regresa a El Salvador. Su vida trashumante y aventurera concluye. Recibe instrucciones de integrarse al quehacer subversivo en su patria. El poeta había llegado a la edad en que las utopías comienzan a desvanecerse en el individuo cuando la vida le hace comprender “que no se puede bajar el cielo a la tierra”, como aspirábamos: “que la vida solo nos puede dar un poco y eso sucede poco a poco”.

En conversaciones con algunas personas que fueron sus amigos, me confiaron que el poeta comenzaba a mostrar escepticismo, desencanto y cierta irreverencia ante el fanatismo y rigor ideológico de sus compañeros, por lo que fue dejando acumular sedimentos de desconfianza hacia él entre sus compañeros del ala más radical de sus camaradas.

Su tendencia a la dipsomanía y renuencia por ajustarse a las rígidas normas disciplinarias del grupo a que pertenecía fueron haciéndolo sujeto de cuestionamiento en aquellos momentos en que la rectitud y apego a lo mas fiel de la doctrina marxista llegaba al límite, por encontrarse las agrupaciones subversivas en la antesala de su gran momento.
La duda sobres la lealtad y entrega del poeta a la causa que representaba el FRP, flotaba como una sombra ominosa sobre su laureada cabeza, hasta que al fin le fue levantado juicio por “insoburdinación e indisciplina”, además de “espía de una potencia extranjera” que se dio por de contado que esa potencia lo era Los Estados Unidos de Norteamérica, pues en las acusaciones le incluyeron ser “agente de la CIA”, etiqueta inescapable en la izquierda de entonces para aquellos de sus camaradas que podían ser disidentes o haber perdido el entusiasmo ideológico. Pero según la tesis de su amigo, el escritor cubano Heberto Padilla, tal potencia pudo haber sido Cuba, pues según él, el asesinato de Roque Dalton, “se debió a una fuerte tensión entre la posición sectorial de la guerrilla salvadoreña y la mas pragmática del gobierno cubano”.

“Tal vez ya no estaré frente a los vientos./ (no lo puedo decir sin que me tiemble la flor de la sonrisa) / Tal vez se habrá extraviado mi figura y ya mi pecho erecto será espacio de ascendientes raíces./ Tal vez ya no estaré, tal vez ya estaré muerto./ Mas cuando llegue, cuando fructifique, cuando estalle la dicha y esparza sus dinámicos retornos por el mundo mi voz, mi altura y yo volveremos a ser porque mis huesos navegarán alegres los pasos conquistados como nuevos bajeles”/

Al término del conflicto bélico por vía de la imposición de los Acuerdos de Paz, el fantasma del poeta ejecutado surgió para reclamar a quienes decidieron su absurda y estéril sacrificio. Ya dos años después de su muerte, el propio ERP había reconocido que “el pragmatismo, la miopía, la sed de poder y control individual y el excesivo militarismo había llevado a trágicas consecuencias para la organización”. Joaquín Villalobos, quien para la fecha en que fue fusilado el poeta, recién había llegado a esa organización y contaba unos veinte años de edad y mas tarde sobresaldría como uno de sus principales comandantes guerrilleros y, además fue uno de los artífices de los Acuerdos que pusieron término a la lucha armada, aceptó su “responsabilidad política” de aquel “error histórico”, aun cuando se desligó de haber tenido alguna relación directa con la muerte de Roque Dalton.

El volcán de San Salvador produjo a principios de este siglo que termina, una correntada de lava que se desbordó desde su cráter hacia el lado opuesto a la ciudad capital. Hoy día se observa en el valle que por ese lado existe, un amplio espacio cubierto por pedruscos de color gris oscuro, casi negro, porosos y livianos, como recuerdo de aquella erupción de Vulcano ocurrido hace casi noventa años. Toda la zona que contiene esa roca volcánica la llaman “El Playón” y a su lado corre una estrecha carretera asfaltada que conduce al pueblo de Quezaltepeque desde el oriente de San Salvador. Los días domingo, particularmente, la zona se torna festiva por los muchos vehículos que, desde la capital se dirigen al velódromo “El Jabalí”, ubicado en aquel valle y disfrutar de competencias deportivas de autos. Allí, debajo de esas piedras reminiscencias del volcán dormido, entre mayo y junio del año de su sacrificio, fue llevado el cadáver del poeta Dalton y enterrado de forma rápida y furtiva a pocos centímetros de la superficie, debido a lo cual los animales se encargaron de que sus restos se perdieran para siempre.

“Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre porque se detendrá la muerte y el reposo/ Tu voz que es la campana de los cinco sentidos/ Sería el tenue faro buscando por mi niebla./ Cuando sepas que he muerto di sílabas extrañas/ Pronuncia flor, abeja, lágrima, pan, tormenta/ No dejes que tus labios hallen mis once lenguas/ Tengo sueño, he amado, he ganado el silencio/ No pronuncies mi nombre cuando sepas que he muerto/ Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre”.


Publicado en la revista Temas, del periódico HOY,
En fecha17 de enero de 1998.


Fuentes: En la Humedad del Secreto,
CONCULTURA, l994, San Salvador, El Salvador,
El Diario de Hoy, ediciones 6-2-l992,