En edificante conversatorio sostenido uno de los gratos días que disfrutamos quienes permanecimos en la ciudad durante la festividad de la Semana Santa, nos permitió recordar la visita que, para esa misma celebración, hace apenas dos años hicimos al Machu Pichu. Un exquisito amigo contertulio quiso conocer nuestra impresión de aquel lugar el cual el también había visitado. Ahora queremos ofrecer para aquellos que nos brindan la inmensa satisfacción de leer nuestros artículos, la visión de la imborrable experiencia de aquella excursión que le dimos al amigo.
Para nosotros, la ciudadela que construyó la civilización quechua antes de la llegada de los conquistadores, a pesar de su impresión ante belleza por todo el entorno en que se encuentra y por sí misma, es solamente un hito mas de una cultural y hermosa práctica que nos muestra los vestigios de un pueblo complejo y extraño que utilizaba la piedra con una destreza y técnica que todavía, al cabo del tiempo, mantiene asombro en la ingeniería y la arquitectura.
Desde la llegada al Cuzco, aquel pasado esplendoroso de los quechuas se asoma por todas partes. Cimientos de enormes piedras que no pudieron ser demolidos por la piqueta del conquistador, por lo que éste tuvo que conformarse con edificar sobre esos muros irreducibles sus iglesias y conventos.
El barrio de San Blas, fundido en el pasado, con sus callejas empedradas y paredes sin que una fisura permita introducir la punta del más fino alfiler entre aquellas piedras colocadas una junto a otra desde hace siglos.
El valle de Sascachewan y sus gigantescos monolitos de varias toneladas y altura fuera de lo corriente, desafiando cualquier especulación en cuanto a los medios utilizados para su recolección en aquel lugar es otro lugar para excitar la imaginación.
En esa antigua ciudad sagrada, capital del imperio en el Sur, tenía asiento el Inca, el soberano, por lo que de ordinario así ha sido llamado llamado el pueblo e imperio quechua, con el nombre que se le daba al gobernante. Llegar al Cuzco y contemplar aquella ciudad con sus casas techadas de tejas de color rojo opaco, vista desde un cerro cercano donde se encuentran una enorme estatua deCristo, lleva a reflexión sobre el pasado de magnificencia, poder y misticismo de esa ciudad,
Resulta inevitable pensar también en el asombro que debió ocasionar en aquellos aventureros desesperados, encontrar una urbe de sesenta mil viviendas, con tanto esplendor, perdida en aquellas alturas. Ahora, en la colina convertida en mirador turístico, unas aborígenes con sus coloridos atavíos de fiesta esperan con su paciencia milenaria y su habla dulce y susurrante, que los visitantes quieran fotografiarse por unos pocos pesos, junto a ellas y sus llamadas, ese animal que tanto identifica a su pueblo
En esta ciudad con su aire de misterio y melancolía, nos llega el soroche a los habitantes de tierras bajas, cuando subimos hasta aquel nido de águilas, esa molestia se presenta con un fuerte y agudo dolor de cabeza acompañado de mareo y a veces, para recordarnos el aire enrarecido que allí, a mas de tres mil metros de altura, se respira. Ni siquiera el té de coca que ofrecen en el hotel garantiza inmunidad ante es mal de las alturas, como es llamado.
El descenso desde el Cuzco para dirigirse hacia la ciudadela enclavada en el monte Machu Pichu, es una continuación azorada de aquella viva presencia cultural del pueblo quechua. El mercado aborigen de Pizac, lo que fue un enclave militar inca, introduce al viajante en un mundo que desapareció hace siglos y de repente regresa para mostrar de cuerpo presente aquellas gentes y sus hábitos milenarios.
Ahí se puede encontrar, en mezcla con el pasado, pintores cuzqueños que ofrecen bien logradas acuarelas, al igual que hace siglos otros artistas también ofrecían sus trazos sobre lienzos de tela hecha con lana de alpaca o de llamas.
La llegada a la estación desde donde subiremos al Machu Pichu, se hace en un quejumbroso ferrocarril que acompañado en algunos tramos del viaje por al espumoso y rugiente río Urubamba, que marcha en un recorrido desde el principio de los tiempos a encontrarse con el lejano Amazonas.
El tren cansino deja la última parada antes de seguir su descenso hacia la zona selvática. En esa estación, una flotilla incansable de modernos minibuses sube y baja a los turistas por una estrecha carretera que va rodeando el monte y mostrando impresionantes precipicios; desfiladeros profundos y verticales que electrizan al pasajero hasta llegar a la meseta donde descansa la misteriosa ciudadela entre la niebla. Allí todo es dramáticamente bello y sobrecogedor a la vez. Ahí esta ese testimonio de aquella raza de constructores admirables.
Un pétreo conjunto gris de edificios, terrazas, gradas y escaleras, escondido entre los picos Wayna Pichu y Machu Pichu, mientras abajo, a mil quinientos metros, como gigantesca serpiente, serpentea su guardián de antaño el poderoso Urubamba.
Todavía no ha sido aclarado del todo, de forma inequívoca, la utilidad que le dio el Inca a esa ciudadela cargada de misterios como aquella civilización toda. Al igual que los cortes y desplazamientos de sus enormes piedras, sin conocer la rueda ni la polea, es posible que se mantengan por siempre en el misterio como otras tantas obras de la civilización quechua sobre los que permanece la incógnita como un desafío en el tiempo.
Publicado PERIÓDICO hoy, 03-08-98
sábado, 13 de diciembre de 2008
RECUERDOS DE ANTIGUA GUATEMALA
A media hora de la ciudad capital de Guatemala, el auto deja una moderna autopista para asomarse, casi de repente, a la vieja capital, Antigua, que le muestra al visitante sus vetustas cúpulas, como hermoso avance de la huella que encontrará en el pasado de grandeza y esplendor que una vez mostró esa ciudad.
Al llegar a la que fuera la tercera ciudad colonial del Nuevo Mundo, sólo superada por Méjico y Lima, se siente una sensación de paz y el reflejo de la solemne magnificencia que tuvo esa capital. Los sólidos y gruesos muros de sus conventos e iglesias hacen surgir una emoción de reverencia y admiración ante esas muestras de la pujanza que tuvo en su momento de señorío aquella ciudad.
El convento de Santa Cecilia, donde se acogían como novicias aquellas que renunciaban a toda vida externa, sobrecoge al visitante por la imponente sobriedad y beatitud que emana de aquel lugar tan bien conservado. La austeridad extrema de sus celdas y los demás indicios que se observan, dan una idea del rigor extremo en que vivían las jóvenes allí recluidas en divorcio definitivo del mundo terrenal.
La iglesia de San Francisco, donde se encuentra la tumba del hermano Pedro, un religioso franciscano que vivió inmerso en santidad llevando a cabo su obra de bondad y dedicación a favor de los enfermos y menesterosos. A su muerte, se convirtió en hacedor de milagros y sanaciones, como lo atestigua la gran cantidad de placas de agradecimiento que están adosadas a la pared del añejo tempo. Este lugar ha llegado a convertirse en foco de fe y peregrinación al igual que el otro gran santuario de Esquipulas, en el sur de ese fascinante país, donde se venera desde los tiempos coloniales una imagen de un Cristo de madera color negro, cuya fama se extiende por el mundo.
En el patrio de la iglesia de San Francisco, amplio, y sombreado, entre venerandas piedras y rojas enredaderas de trinitaria, envueltos en esa sensación de paz y recogimiento que de allí emana, estudiantes de diversos países quienes viven en Antigua, aprovecha la quietud para sumergirse en estudios y lecturas al igual que también se puede observar en otras ruinas, evocadoras de su ayer místico y de grandeza.
No todo es sensación de sacralidad y pasado colonial. En Antigua fluye alegre, continuo y juvenil, como arroyo en la montaña, un turismo que recorre sus lugares de diversión y las empedradas calles rebosantes de historia y tradiciones admirando cada detalle de aquella ciudad colonial, la misma donde el regidor de su honorable cabildo, el vecino Bernal Díaz del Castillo, en su vejez, enfermo y casi ciego, con la autoridad del soldado que fue conquistador de Méjico y Guatemala, escribió la” Verdadera Historia de la Conquista de la Nueva España”, como homenaje a todos los que participaron en aquella verdadera epopeya y no sólo a la gloria de su capitán, como lo habían hecho los clérigos y escribanos al servicio de Cortés. Una tarja incrustada en el gran mercado de artesanía en el centro de la ciudad le recuerda al visitante ese hecho.
En los atardeceres, Antigua sirve de escape a los residentes de la cercana ciudad capital, para que ellos también encuentren solaz, luego de sus ajetreos cotidianos en la trepidante urbe que la ciudad Guatemala de hoy día. En Antigua Guatemala, se suceden los espectáculos artísticos y culturales de gran calidad en el marco de aquellas ruinas reminiscentes de sus días de grandeza. Allí un notable público, embargado de emoción, pudo apreciar los sostenidos en sus momentos más altos que salían de la garganta de José Carrera, para golpear las piedras grises por la pátina del tiempo y rebotar derramados como cascada musical maravillosa sobre aquel auditorio extasiado ante esa conjunción maravillosa de piedra ancestrales y música intemporal.
Desde cualquier parte de Antigua, en cercana distancia hacia el Oeste, el visitante encuentra la vista de la majestuosa montaña en cuyas faldas fue fundada la primera capital provincial Santiago de Guatemala. Luego de lluvias intensas e ininterrumpidas durante dos días, temprano en la noche hubo un fuerte temblor de tierra y desde lo alto de esa montaña descendió una gran correntada que, como un episodio bíblico, cubrió la ciudad de agua, lodo y piedras. Desde entonces esa montaña es llamada “Volcán de Agua”. La catástrofe, en su tarea de muerte y destrucción de la villa, también se llevó la viuda de otro conquistador del reino de Méjico y Guatemala como lo fue Don Pedro de Alvarado: “La sin ventura Beatriz de la Cueva”, se había encerrado en su casa, la cual hecho pintar toda de negro y que fuesen tapiadas todas las ventanas, para convertir aquel hogar en un lóbrego sepulcro en vida y llorar la muerte de su esposo en un luto y aislamiento mas aterrador que la muerte misma.
El cataclismo impuso la necesidad de traslada la ciudad, que fue edificada en el vallecillo cercano, donde llegó a la preeminencia conocía hasta que fue castigada por una serie de terremotos, obligando por segunda vez los actos de la naturaleza que la capital fuera abandonada. Sin embargo, esa vez la ciudad colonial no desapareció, como la anterior y es la que hoy lleva el nombre de Antigua Guatemala, tesoro universalmente reconocido entre los mas admirados patrimonios de la humanidad.
Publicado en el periódico HOY, 31-7-98
Al llegar a la que fuera la tercera ciudad colonial del Nuevo Mundo, sólo superada por Méjico y Lima, se siente una sensación de paz y el reflejo de la solemne magnificencia que tuvo esa capital. Los sólidos y gruesos muros de sus conventos e iglesias hacen surgir una emoción de reverencia y admiración ante esas muestras de la pujanza que tuvo en su momento de señorío aquella ciudad.
El convento de Santa Cecilia, donde se acogían como novicias aquellas que renunciaban a toda vida externa, sobrecoge al visitante por la imponente sobriedad y beatitud que emana de aquel lugar tan bien conservado. La austeridad extrema de sus celdas y los demás indicios que se observan, dan una idea del rigor extremo en que vivían las jóvenes allí recluidas en divorcio definitivo del mundo terrenal.
La iglesia de San Francisco, donde se encuentra la tumba del hermano Pedro, un religioso franciscano que vivió inmerso en santidad llevando a cabo su obra de bondad y dedicación a favor de los enfermos y menesterosos. A su muerte, se convirtió en hacedor de milagros y sanaciones, como lo atestigua la gran cantidad de placas de agradecimiento que están adosadas a la pared del añejo tempo. Este lugar ha llegado a convertirse en foco de fe y peregrinación al igual que el otro gran santuario de Esquipulas, en el sur de ese fascinante país, donde se venera desde los tiempos coloniales una imagen de un Cristo de madera color negro, cuya fama se extiende por el mundo.
En el patrio de la iglesia de San Francisco, amplio, y sombreado, entre venerandas piedras y rojas enredaderas de trinitaria, envueltos en esa sensación de paz y recogimiento que de allí emana, estudiantes de diversos países quienes viven en Antigua, aprovecha la quietud para sumergirse en estudios y lecturas al igual que también se puede observar en otras ruinas, evocadoras de su ayer místico y de grandeza.
No todo es sensación de sacralidad y pasado colonial. En Antigua fluye alegre, continuo y juvenil, como arroyo en la montaña, un turismo que recorre sus lugares de diversión y las empedradas calles rebosantes de historia y tradiciones admirando cada detalle de aquella ciudad colonial, la misma donde el regidor de su honorable cabildo, el vecino Bernal Díaz del Castillo, en su vejez, enfermo y casi ciego, con la autoridad del soldado que fue conquistador de Méjico y Guatemala, escribió la” Verdadera Historia de la Conquista de la Nueva España”, como homenaje a todos los que participaron en aquella verdadera epopeya y no sólo a la gloria de su capitán, como lo habían hecho los clérigos y escribanos al servicio de Cortés. Una tarja incrustada en el gran mercado de artesanía en el centro de la ciudad le recuerda al visitante ese hecho.
En los atardeceres, Antigua sirve de escape a los residentes de la cercana ciudad capital, para que ellos también encuentren solaz, luego de sus ajetreos cotidianos en la trepidante urbe que la ciudad Guatemala de hoy día. En Antigua Guatemala, se suceden los espectáculos artísticos y culturales de gran calidad en el marco de aquellas ruinas reminiscentes de sus días de grandeza. Allí un notable público, embargado de emoción, pudo apreciar los sostenidos en sus momentos más altos que salían de la garganta de José Carrera, para golpear las piedras grises por la pátina del tiempo y rebotar derramados como cascada musical maravillosa sobre aquel auditorio extasiado ante esa conjunción maravillosa de piedra ancestrales y música intemporal.
Desde cualquier parte de Antigua, en cercana distancia hacia el Oeste, el visitante encuentra la vista de la majestuosa montaña en cuyas faldas fue fundada la primera capital provincial Santiago de Guatemala. Luego de lluvias intensas e ininterrumpidas durante dos días, temprano en la noche hubo un fuerte temblor de tierra y desde lo alto de esa montaña descendió una gran correntada que, como un episodio bíblico, cubrió la ciudad de agua, lodo y piedras. Desde entonces esa montaña es llamada “Volcán de Agua”. La catástrofe, en su tarea de muerte y destrucción de la villa, también se llevó la viuda de otro conquistador del reino de Méjico y Guatemala como lo fue Don Pedro de Alvarado: “La sin ventura Beatriz de la Cueva”, se había encerrado en su casa, la cual hecho pintar toda de negro y que fuesen tapiadas todas las ventanas, para convertir aquel hogar en un lóbrego sepulcro en vida y llorar la muerte de su esposo en un luto y aislamiento mas aterrador que la muerte misma.
El cataclismo impuso la necesidad de traslada la ciudad, que fue edificada en el vallecillo cercano, donde llegó a la preeminencia conocía hasta que fue castigada por una serie de terremotos, obligando por segunda vez los actos de la naturaleza que la capital fuera abandonada. Sin embargo, esa vez la ciudad colonial no desapareció, como la anterior y es la que hoy lleva el nombre de Antigua Guatemala, tesoro universalmente reconocido entre los mas admirados patrimonios de la humanidad.
Publicado en el periódico HOY, 31-7-98
DEMOCRACIA EN AMERICA LATINA
La nación norteamericana no ha tenido una trayectoria que pudiera considerarse lúcida en el campo de las relaciones con los países de latino-americanos. Su comportamiento histórico en este sentido lo ha regido, mayormente, la fuerza y la imposición cuando no ha estado presente la arrogancia. Por tanto, no ha logrado sus adhesiones apoyadas en la confianza y el entendimiento genuino.
Su más destacado intento por cambiar esa práctica, luego de Roosevelt, en los años treinta, saltó en pedazos en Dallas, junto al cerebro del hombre que concibió una nueva forma de conducir las relaciones de su gran nación con América Latina y fue no de pocos presidentes estadounidenses que tuvo visión de estadista en su política exterior.
El recelo y el resquemor han sido, históricamente, el marco de las relaciones entre los Estados Unidos y sus vecinos que se encuentran desperdigados en el patio trasero de ese gran imperio. El breve y trunco ideal de Kennedy y su Alianza para el Progreso, que despertó esperanzas para establecer unas relaciones sobre una base de dignidad y respeto mutuo que generara una verdadera cooperación que se tradujera en auténticos logros de justicia social y desarrollo en libertad para estos pueblos, sucumbió junto a su promotor.
Después de tres décadas de ejercicios democráticos en la mayoría de los pueblos de Latinoamérica, algo por lo cual los gobiernos norteamericanos han hecho grandes esfuerzos y dedicado una firme atención, los expertos políticos de allí encuentran “fragilidad” en estos regímenes y se “preocupan que la ola de democracia en América Latina esté llegando a su cúspide”. Tal como lo destaca este importante medio de información que es el periódico HOY, en su edición del recién pasado día l7, en una reseña cuyo encabezado hemos tomado para titular este artículo.
Washington manifiesta, a través de sus expertos políticos, inquietud por el derrotero que pueda tomar la democracia en estos pueblos, y su preocupación resulta válida, a partir de lo que la gran democracia del Norte ha entendido, estimulado y protegido como democracia para esta región. A la política exterior norteamericana, hasta ahora, le ha bastado con la práctica de libertades públicas, junto a la exclusión de la tortura y el asesinato político que han desaparecido en el quehacer gubernamental de estos pueblos, sobre todo, después de la terminación de la Guerra Fría.
El mantenimiento de esos logros, junto a la celebración regular de procesos electorales parta escoger sus autoridades, es lo que ha preocupado la mayor parte de la visión democrática para los hispanos que ha tenido el ojo de la política exterior de los Estados Unidos. Incluso, por esa óptica tan limitada llegaron a la insensatez de forzar la reinstalación de un ex gobernante haitiano que había sido derrocado tras años antes, como si el reloj de la historia pudiera volverse atrás. Los resultados para la “democracia” que forzaron “restaurar” donde nunca ha sido conocida, no ha podido ser mas desoladora para toda esa sociedad desarticulada a partir de entonces.
El esfuerzo de los gobiernos de los Estados Unidos por apuntalar regímenes de libertades públicas, pues, hasta ahora eso es lo han logrado, ha sido un avance importante y su patrocinio por el gran país del Norte debemos rendirle homenaje permanente. Sin embargo, estos pueblos tendrán mayor confianza y agradecimiento hacia la gran nación, sí, como les han impuesto a sus gobiernos de turno el respeto a las libertades y los ha forzado a erradicar los asesinatos políticos, las persecuciones por igual razón, así como la celebración de elecciones poco mas o menos confiables, con ese mismo vigor se hubiesen preocupado por imponer freno a la práctica continua y desbordada del delito económico que han ejercido de la manera mas clara e inocultable como norma de conducta desde el poder público. En eso, nuestros regímenes democráticos, han superado con creces las mas corrompidas dictaduras de las que tanto han abominado, a pesar de que han mantenido muchos de sus rasgos mas degradantes.
La magnitud de esa depredación que han ejercido la mayoría de los gobiernos “democráticos” en estos países, ha resultado incuantificable y la impunidad ha llegado a la mas descarnada obscenidad. Como si existiese un convenio invisible; pero sobre- entendido, que permite la corrupción sin nombre ni medida a cambio de libertades públicas y torneos electorales.
El temor, la reverencia e igualdad ante la ley, lo que constituye la piedra angular de la democracia, como todos tenemos por bien sabido, no ha existido en la mayoría de estos pueblos; por tanto, no han llegado a ser países de leyes o estados de Derecho. Como tampoco sus mayorías han tenido acceso efectivo a la educación, a la salud ni igualdad de oportunidades.
Todo el bienestar y satisfacciones que proporciona la verdadera democracia, cuyo mejor ejemplo lo constituye el modo de vida norteamericano, entre nosotros se queda en las elites que se reparten, en ostensible y grosero contubernio con los ejercicio políticos, las riquezas nacionales; y, por tal razón, la inmensa mayoría de sus gentes ha devenido en estos tiempos “democráticos” a descender a niveles de vida de pobres a miserables con todo lo que esta condición social y económica implica.
Los Estados Unidos tienen razón en ver ”fragilidad” en estos pueblos y sus ejercicios gubernamentales porque de alguna manera ese gran país sido cómplices del engaño y la ilusión que han conducido los ejercicios democráticos de la forma que con tanto celo ha patrocinado, y que ya, por el tiempo transcurrido en esta práctica deberían presentar cierto vigor y no la “fragilidad” que le causa preocupación a las autoridades norteamericanas., según lo confiesan sus expertos en el parte noticioso que nos ha dado oportunidad para estas disquisiciones.
Publicado en el periódico HOY, 26-2-99
Su más destacado intento por cambiar esa práctica, luego de Roosevelt, en los años treinta, saltó en pedazos en Dallas, junto al cerebro del hombre que concibió una nueva forma de conducir las relaciones de su gran nación con América Latina y fue no de pocos presidentes estadounidenses que tuvo visión de estadista en su política exterior.
El recelo y el resquemor han sido, históricamente, el marco de las relaciones entre los Estados Unidos y sus vecinos que se encuentran desperdigados en el patio trasero de ese gran imperio. El breve y trunco ideal de Kennedy y su Alianza para el Progreso, que despertó esperanzas para establecer unas relaciones sobre una base de dignidad y respeto mutuo que generara una verdadera cooperación que se tradujera en auténticos logros de justicia social y desarrollo en libertad para estos pueblos, sucumbió junto a su promotor.
Después de tres décadas de ejercicios democráticos en la mayoría de los pueblos de Latinoamérica, algo por lo cual los gobiernos norteamericanos han hecho grandes esfuerzos y dedicado una firme atención, los expertos políticos de allí encuentran “fragilidad” en estos regímenes y se “preocupan que la ola de democracia en América Latina esté llegando a su cúspide”. Tal como lo destaca este importante medio de información que es el periódico HOY, en su edición del recién pasado día l7, en una reseña cuyo encabezado hemos tomado para titular este artículo.
Washington manifiesta, a través de sus expertos políticos, inquietud por el derrotero que pueda tomar la democracia en estos pueblos, y su preocupación resulta válida, a partir de lo que la gran democracia del Norte ha entendido, estimulado y protegido como democracia para esta región. A la política exterior norteamericana, hasta ahora, le ha bastado con la práctica de libertades públicas, junto a la exclusión de la tortura y el asesinato político que han desaparecido en el quehacer gubernamental de estos pueblos, sobre todo, después de la terminación de la Guerra Fría.
El mantenimiento de esos logros, junto a la celebración regular de procesos electorales parta escoger sus autoridades, es lo que ha preocupado la mayor parte de la visión democrática para los hispanos que ha tenido el ojo de la política exterior de los Estados Unidos. Incluso, por esa óptica tan limitada llegaron a la insensatez de forzar la reinstalación de un ex gobernante haitiano que había sido derrocado tras años antes, como si el reloj de la historia pudiera volverse atrás. Los resultados para la “democracia” que forzaron “restaurar” donde nunca ha sido conocida, no ha podido ser mas desoladora para toda esa sociedad desarticulada a partir de entonces.
El esfuerzo de los gobiernos de los Estados Unidos por apuntalar regímenes de libertades públicas, pues, hasta ahora eso es lo han logrado, ha sido un avance importante y su patrocinio por el gran país del Norte debemos rendirle homenaje permanente. Sin embargo, estos pueblos tendrán mayor confianza y agradecimiento hacia la gran nación, sí, como les han impuesto a sus gobiernos de turno el respeto a las libertades y los ha forzado a erradicar los asesinatos políticos, las persecuciones por igual razón, así como la celebración de elecciones poco mas o menos confiables, con ese mismo vigor se hubiesen preocupado por imponer freno a la práctica continua y desbordada del delito económico que han ejercido de la manera mas clara e inocultable como norma de conducta desde el poder público. En eso, nuestros regímenes democráticos, han superado con creces las mas corrompidas dictaduras de las que tanto han abominado, a pesar de que han mantenido muchos de sus rasgos mas degradantes.
La magnitud de esa depredación que han ejercido la mayoría de los gobiernos “democráticos” en estos países, ha resultado incuantificable y la impunidad ha llegado a la mas descarnada obscenidad. Como si existiese un convenio invisible; pero sobre- entendido, que permite la corrupción sin nombre ni medida a cambio de libertades públicas y torneos electorales.
El temor, la reverencia e igualdad ante la ley, lo que constituye la piedra angular de la democracia, como todos tenemos por bien sabido, no ha existido en la mayoría de estos pueblos; por tanto, no han llegado a ser países de leyes o estados de Derecho. Como tampoco sus mayorías han tenido acceso efectivo a la educación, a la salud ni igualdad de oportunidades.
Todo el bienestar y satisfacciones que proporciona la verdadera democracia, cuyo mejor ejemplo lo constituye el modo de vida norteamericano, entre nosotros se queda en las elites que se reparten, en ostensible y grosero contubernio con los ejercicio políticos, las riquezas nacionales; y, por tal razón, la inmensa mayoría de sus gentes ha devenido en estos tiempos “democráticos” a descender a niveles de vida de pobres a miserables con todo lo que esta condición social y económica implica.
Los Estados Unidos tienen razón en ver ”fragilidad” en estos pueblos y sus ejercicios gubernamentales porque de alguna manera ese gran país sido cómplices del engaño y la ilusión que han conducido los ejercicios democráticos de la forma que con tanto celo ha patrocinado, y que ya, por el tiempo transcurrido en esta práctica deberían presentar cierto vigor y no la “fragilidad” que le causa preocupación a las autoridades norteamericanas., según lo confiesan sus expertos en el parte noticioso que nos ha dado oportunidad para estas disquisiciones.
Publicado en el periódico HOY, 26-2-99
PROSTITUTAS, REMESAS Y PAIS
Somos un país cuyo principal producto de exportación se exhibe en muchas de las ciudades mas reconocidas del mundo. Desde Buenos Aires hasta Atenas se encuentra la más reconocida identificación dominicana gracias al mercado globalizado en que nos desenvolvemos.
Nuestras mujeres en ejercicio de la prostitución se han desplazado por toda Europa hasta llegar a la región del Levante. Son como la Coca-Cola y Mcdonald. El comercio internacional en ese renglón ha contado con esa mercancía desde hace un montón de años por nuestras meretrices, ahora llamadas trabajadoras sexuales.
Durante el decenio cuarenta el país abastecía de frutos menores las islas de Aruba y Curacao. Del puerto de Santo Domingo partían goletas rebosantes de vegetales y bastimentos; en algunas de esas embarcaciones iban grupos de mujeres a internarse durante semanas en un lugar llamado “Campo Alegre”, en Curazao, para satisfacer las apetencias sexuales de los “macambos” que trabajaban en las refinerías de petróleo instaladas allí.
Conocimos ese lugar de forma imprevista hace muchos años. Nos encontrábamos alojados en un Holyday Inn, de aquella isla no lejos del aeropuerto y al levantarnos, mientras tomábamos el desayuno, escuchamos por una estación de radio local, que el día anterior, le había sido otorgado el premio Rómulo Gallegos a una novela llamada “La Casa Verde”, de un escritor peruano llamado Mario Vargas Llosa, cuya fama comenzaba entonces. La obra premiada trataba de un prostíbulo establecido en la selva que llevaba por nombre el título de la obra.
La noticia de inmediato nos recordó que en esa pequeña isla en que nos encontrábamos, tal vez aun pudiera existir el gran prostíbulo del cual habíamos escuchado en nuestros días de muchachito en Villa Francisca. En la tarde recurrimos a un taxista para ubicar el lugar, conocerlo y compararlo con aquel recuerdo infantil, cuando lo concebimos como algo alegre, bonito y festivo. Llegamos cuando el lupanar se reponía para sus ajetreos de la noche.
“Campo Alegre”, para aquel entonces, no tenía nada de alegre; quizás había perdido el encanto de antaño, si es que alguna vez lo tuvo. Era un conjunto de casuchas de madera rodeado de una malla ciclónica. Algunas mujeres descansaban a la puerta de sus viviendas temporales. Lucían apagadas y mustias, agobiadas por un sol que achicharraba aquel vasto burdel ubicado en un erial salpicado de cactus y distante de la ciudad, como si se pretendiera mantener oculta esa llaga social.
Estas referencias a nuestra identificación como país generador de prostitutas desde hace tants años la traemos al caso, avaladas por la información que ha publicado este importante periódico HOY, en edición reciente, donde describe las aventuras en esa actividad de trato carnal que vivió una joven, la cual formaba parte de una red internacional en Tel Aviv, para ejercer ese oficio.
Como se imaginará quien nos haya honrado leyéndonos hasta este párrafo, encontrará que también las han motivado las declaraciones atribuidas erróneamente a Alan Touraine, uno de los sociólogos contemporáneos mas importantes, quien en los años setentas hablaba de la sociedad post-industrial que entonces se asomaba con su desarrollo cibernético y la despersonalización definitiva del individuo.
El país tuvo el privilegio de recibirlo para la celebración de la Feria del Libro que celebramos el mes pasado, y algunas personas deben haberse enriquecido atendiendo sus charlas. Un parte noticioso de la agencia EFE le atribuyó al cientista social el pecado de haber dicho que el país no existe como tal, porque su economía descanza en el turismo sexual y las remesas. El prestigioso académico ha desmentido el infundio que se derivó de sus palabras que pronunció en en Brazil, y con eso es posible que haya evitado que desatemos los demonios contra su laureado y bien ganado respeto universal como sociólogo, siguiendo el hábito que nos caracteriza de atacar la honra y calidad de quienes dicen verdades que resultan inconveniente o que nos puedan doler.
Sin embargo, las declaraciones, que han resultado “apocrifas”, contienen verdades pesadas. Como la carta aquella que causó revuelo hace apenas algunas semanas. Las tergiversaciones de las palabras de Touraine nos dejan algo bueno, porque nada es del todo malo. Brindan una magnífica oportunidad para que nuestros entendido en el estudio de la realidad social dominicana, entren en un análisis sociológico para debatir el tema de sí existimos como país o no existimos., partiendo de que un país necesita, para considerarse tal, un aparato realmente productivo en constante desarrollo y crecimiento; y hasta ahora, no lo hemos tenido..
Lo mas estable y expansivo con lo que hemos contado es la prostitución, turismo chatarra, remesas y el lavado…no precisamente de nuestras culpas.
Publicado en el periódico HOY, 5-22-99
Nuestras mujeres en ejercicio de la prostitución se han desplazado por toda Europa hasta llegar a la región del Levante. Son como la Coca-Cola y Mcdonald. El comercio internacional en ese renglón ha contado con esa mercancía desde hace un montón de años por nuestras meretrices, ahora llamadas trabajadoras sexuales.
Durante el decenio cuarenta el país abastecía de frutos menores las islas de Aruba y Curacao. Del puerto de Santo Domingo partían goletas rebosantes de vegetales y bastimentos; en algunas de esas embarcaciones iban grupos de mujeres a internarse durante semanas en un lugar llamado “Campo Alegre”, en Curazao, para satisfacer las apetencias sexuales de los “macambos” que trabajaban en las refinerías de petróleo instaladas allí.
Conocimos ese lugar de forma imprevista hace muchos años. Nos encontrábamos alojados en un Holyday Inn, de aquella isla no lejos del aeropuerto y al levantarnos, mientras tomábamos el desayuno, escuchamos por una estación de radio local, que el día anterior, le había sido otorgado el premio Rómulo Gallegos a una novela llamada “La Casa Verde”, de un escritor peruano llamado Mario Vargas Llosa, cuya fama comenzaba entonces. La obra premiada trataba de un prostíbulo establecido en la selva que llevaba por nombre el título de la obra.
La noticia de inmediato nos recordó que en esa pequeña isla en que nos encontrábamos, tal vez aun pudiera existir el gran prostíbulo del cual habíamos escuchado en nuestros días de muchachito en Villa Francisca. En la tarde recurrimos a un taxista para ubicar el lugar, conocerlo y compararlo con aquel recuerdo infantil, cuando lo concebimos como algo alegre, bonito y festivo. Llegamos cuando el lupanar se reponía para sus ajetreos de la noche.
“Campo Alegre”, para aquel entonces, no tenía nada de alegre; quizás había perdido el encanto de antaño, si es que alguna vez lo tuvo. Era un conjunto de casuchas de madera rodeado de una malla ciclónica. Algunas mujeres descansaban a la puerta de sus viviendas temporales. Lucían apagadas y mustias, agobiadas por un sol que achicharraba aquel vasto burdel ubicado en un erial salpicado de cactus y distante de la ciudad, como si se pretendiera mantener oculta esa llaga social.
Estas referencias a nuestra identificación como país generador de prostitutas desde hace tants años la traemos al caso, avaladas por la información que ha publicado este importante periódico HOY, en edición reciente, donde describe las aventuras en esa actividad de trato carnal que vivió una joven, la cual formaba parte de una red internacional en Tel Aviv, para ejercer ese oficio.
Como se imaginará quien nos haya honrado leyéndonos hasta este párrafo, encontrará que también las han motivado las declaraciones atribuidas erróneamente a Alan Touraine, uno de los sociólogos contemporáneos mas importantes, quien en los años setentas hablaba de la sociedad post-industrial que entonces se asomaba con su desarrollo cibernético y la despersonalización definitiva del individuo.
El país tuvo el privilegio de recibirlo para la celebración de la Feria del Libro que celebramos el mes pasado, y algunas personas deben haberse enriquecido atendiendo sus charlas. Un parte noticioso de la agencia EFE le atribuyó al cientista social el pecado de haber dicho que el país no existe como tal, porque su economía descanza en el turismo sexual y las remesas. El prestigioso académico ha desmentido el infundio que se derivó de sus palabras que pronunció en en Brazil, y con eso es posible que haya evitado que desatemos los demonios contra su laureado y bien ganado respeto universal como sociólogo, siguiendo el hábito que nos caracteriza de atacar la honra y calidad de quienes dicen verdades que resultan inconveniente o que nos puedan doler.
Sin embargo, las declaraciones, que han resultado “apocrifas”, contienen verdades pesadas. Como la carta aquella que causó revuelo hace apenas algunas semanas. Las tergiversaciones de las palabras de Touraine nos dejan algo bueno, porque nada es del todo malo. Brindan una magnífica oportunidad para que nuestros entendido en el estudio de la realidad social dominicana, entren en un análisis sociológico para debatir el tema de sí existimos como país o no existimos., partiendo de que un país necesita, para considerarse tal, un aparato realmente productivo en constante desarrollo y crecimiento; y hasta ahora, no lo hemos tenido..
Lo mas estable y expansivo con lo que hemos contado es la prostitución, turismo chatarra, remesas y el lavado…no precisamente de nuestras culpas.
Publicado en el periódico HOY, 5-22-99
martes, 9 de diciembre de 2008
TRUJILLO Y EL VATICANo
Con el auspicio de la Federación de Abogados, Manuel Arturo Peña Batlle, diserta en el Ateneo Dominicano la noche del l de junio de l95l, tratando el tema “Matrimonio y Divorcio en Santo Domingo”. En su conferencia, esa esclarecida inteligencia expresa: “está bien que el Estado, esfera laica del poder civil, organice y reglamente el matrimonio como expresión del consentimiento de las partes; pero eso no impide que el Estado (…)le dé a los contrayentes la posibilidad legal de unirse en matrimonio canónico, incluso en la indisolubilidad , si ellos desean hacerlo así” (…)
Diez días después, el diario El Caribe publica una carta del doctor Héctor R. Galván refiriéndose a esa conferencia, y dice que “debido a ella el matutino La Nación ha iniciado una encuesta acerca del divorcio de sus proyecciones sociales”(…) Agrega el doctor Galván que “un estudio sereno de la conferencia, que en el fondo el castizo escritor, autor de la misma, parece desear o insinuar la creación de un ambiente propicio a la concertación de un Concordato que pueda estar gestionándose con la Santa Sede”(…). El Caribe, “considera de supremo interés público la sugestión relativa a la cuestión del Concordato hecha por el doctor Galván” y Procede a invitar a 33 notabilidades de la vida nacional a exponer sus puntos de vista sobre tal posibilidad .
Así, al inicio del decenio de los años cincuenta comienza a emerger una etapa de cooperación internacional, dentro del marco más caliente de la Guerra Fría, que acerca a la Iglesia de Pío XII y el régimen de Rafael L. Trujillo, en un plano de mayor dimensión al que había mantenido hasta entonces. A ambos líderes los caracterizaban sus claras posturas anticomunistas y en su acercamiento se perfilaba cada vez más un intermediario de iguales sentimientos ideológicos radicales, como lo era Francisco Franco, a favor de quien Trujillo se había esforzado ante la política de Washington contraria a que fuera admitido en las Naciones Unidas; y, cuando dos años mas tarde, en l953, España y los Estados Unidos firmaron un acuerdo que hace a las dos naciones miembros de la defensa del mundo occidental contra la agresión comunista, Trujillo, regocijado, declara a la prensa internacional que tal convenio “ha de ser acogido con genuina satisfacción por todos los pueblos libres”
La fuerte vinculación de alta política establecida entre el Estado dominicano y El Vaticano se mantendrá hasta el final de la década. Se hace notoria la designación de Oscar Robles Toledano en l953, en calidad de delegado ante las Naciones Unidas. Este cultísimo sacerdote va a ese organismo “para combatir con las armas de la fe y caridad cristiana” (…) y con esas armas hace un violento ataque al delegado soviético Andrei Vishinsky y lo acusa de “torpedear la conferencia de paz en Corea”.
En el país, la Iglesia Católica adquiere mucho mayor relevancia; el apoyo oficial para esta institución se fortalece y amplía recibiendo mayores “bienes y mercedes” a partir de la firma del Concordato en junio de 1954, “de líneas similares al firmado un año antes por España, el cual destaca la adhesión del pueblo dominicano bajo la rectoría de Trujillo a los ideales de la Iglesia Católica”, según reseña L’Oservatore Romano.
El Vaticano, por su parte, crea nuevas circunscripciones eclesiásticas para la República Dominicana y así surgen la diócesis de Santiago, La Vega y la prelatura de San Juan de la Maguana, “como un reconocimiento del papel que desempeña en defensa de la fe católica”, de acuerdo al vocero oficial de la Santa Sede. Entre 1956 y 1959, varias iniciativas confirman de parte del gobierno dominicano su sólida adhesión a su alianza anticomunista con la ¨Santa Sede.
A los pocos días de concluido el Congreso Internacional de la Cultura Católica, que se celebró “con el auspicio del gobierno dominicano y el Papa Pío XII”, entre el último día de febrero y el 6 de marzo de 1956, el arzobispo Octavio Antonio Beras, transmite al Presidente Eisenhower el mensaje del Presidente Héctor B.Trujillo y el Generalísimo Trujillo, recomendando al Congreso de aquel país la intervención del presidente norteamericano en favor del establecimiento de planes de relaciones diplomáticas entre El Vaticano y los Estados Unidos. Por otra parte, surge una encuesta solicitando la opinión de numerosos intelectuales sobre el llamado “sistema hostosiano”en la escuela dominicana..
En marzo de l957, Trujillo anuncia su intención de crear una cátedra de Moral Profesional Católica en la universidad.” destinada a los futuros miembros de las profesiones liberales, para inculcarles los principios saludables del catolicismo” (…). Al año siguiente se crea en el país una congregación mariana y también se autoriza la institución del Patronato Nacional San Rafael para la región fronteriza y otros lugares, “cuya finalidad será procurar la elevación y el nivel religioso, cultural” (…)
El Arzobispo de Zaragoza, monseñor Casimiro Morcillo, en el discurso que pronunció durante la firma del Contrato que establecía dicho Patronato dijo:”Corresponde la gloria plena de esta trascendente obra al Generalísimo Trujillo,(…) que en un momento particularmente decisivo para la vida de su pueblo fue a Roma a firmar con la Santa Sede un histórico documento que definía y clarificaba la órbita de acción de ambas potestades”.
A partir del año siguiente, o sea l959, la situación política entraría de manera rápida en una etapa crítica para el régimen de Trujillo. Un nuevo Nuncio, Lino Zanini quien desempeñaba esas funciones con carácter interino en Irán, fue trasladado a Santo Domingo y su llegada significó un cambio inmediato en las relaciones entre la Iglesia y el régimen. En su discurso correspondiendo a las palabras de bienvenida que le dio monseñor B eras, en la Catedral, Zanini dijo:”Cúmpleme tributar el merecido homenaje a quien la gratitud nacional no duda en llamar Benefactor de la Patria y al cuala le cupo la gloria de haber firmado el Concordato destinado a estrechar cada vez mas las relaciones entre la Iglesia y el Estado”.
Con esas palabras estaba la nueva autoridad papal en el país haciendo un reconocimiento postrero al viejo aliado, quien, por los nuevos tiempos resultaba una inconveniencia política de vista al porvenir para la Iglesia en la República Dominicana. Con la sabiduría milenaria que acumula esta institución, ha sido diestra en adelantarse a los acontecimientos, y, por lo que dijo el Arzobispo de Zaragoza, se pudo intuir que en Trujillo, la carcoma del tiempo minaba su p0ermanencia en el poder desde hacia años.
Por eso cuando llega el 30 de mayo de l96l, la sólida e inconmovible institución política y religiosa, cuyas directrices emanan desde El Vaticano, ya estaba apercibida para el rol directriz en la vida nacional que asumiría, papel que se ha ido acentuando inversamente proporcional a la quiebra y agotamiento de los partidos políticos en este país, como es cada vez mas evidente.
Publicado en el diariio HOY, mayo 2 y 3; 05
Diez días después, el diario El Caribe publica una carta del doctor Héctor R. Galván refiriéndose a esa conferencia, y dice que “debido a ella el matutino La Nación ha iniciado una encuesta acerca del divorcio de sus proyecciones sociales”(…) Agrega el doctor Galván que “un estudio sereno de la conferencia, que en el fondo el castizo escritor, autor de la misma, parece desear o insinuar la creación de un ambiente propicio a la concertación de un Concordato que pueda estar gestionándose con la Santa Sede”(…). El Caribe, “considera de supremo interés público la sugestión relativa a la cuestión del Concordato hecha por el doctor Galván” y Procede a invitar a 33 notabilidades de la vida nacional a exponer sus puntos de vista sobre tal posibilidad .
Así, al inicio del decenio de los años cincuenta comienza a emerger una etapa de cooperación internacional, dentro del marco más caliente de la Guerra Fría, que acerca a la Iglesia de Pío XII y el régimen de Rafael L. Trujillo, en un plano de mayor dimensión al que había mantenido hasta entonces. A ambos líderes los caracterizaban sus claras posturas anticomunistas y en su acercamiento se perfilaba cada vez más un intermediario de iguales sentimientos ideológicos radicales, como lo era Francisco Franco, a favor de quien Trujillo se había esforzado ante la política de Washington contraria a que fuera admitido en las Naciones Unidas; y, cuando dos años mas tarde, en l953, España y los Estados Unidos firmaron un acuerdo que hace a las dos naciones miembros de la defensa del mundo occidental contra la agresión comunista, Trujillo, regocijado, declara a la prensa internacional que tal convenio “ha de ser acogido con genuina satisfacción por todos los pueblos libres”
La fuerte vinculación de alta política establecida entre el Estado dominicano y El Vaticano se mantendrá hasta el final de la década. Se hace notoria la designación de Oscar Robles Toledano en l953, en calidad de delegado ante las Naciones Unidas. Este cultísimo sacerdote va a ese organismo “para combatir con las armas de la fe y caridad cristiana” (…) y con esas armas hace un violento ataque al delegado soviético Andrei Vishinsky y lo acusa de “torpedear la conferencia de paz en Corea”.
En el país, la Iglesia Católica adquiere mucho mayor relevancia; el apoyo oficial para esta institución se fortalece y amplía recibiendo mayores “bienes y mercedes” a partir de la firma del Concordato en junio de 1954, “de líneas similares al firmado un año antes por España, el cual destaca la adhesión del pueblo dominicano bajo la rectoría de Trujillo a los ideales de la Iglesia Católica”, según reseña L’Oservatore Romano.
El Vaticano, por su parte, crea nuevas circunscripciones eclesiásticas para la República Dominicana y así surgen la diócesis de Santiago, La Vega y la prelatura de San Juan de la Maguana, “como un reconocimiento del papel que desempeña en defensa de la fe católica”, de acuerdo al vocero oficial de la Santa Sede. Entre 1956 y 1959, varias iniciativas confirman de parte del gobierno dominicano su sólida adhesión a su alianza anticomunista con la ¨Santa Sede.
A los pocos días de concluido el Congreso Internacional de la Cultura Católica, que se celebró “con el auspicio del gobierno dominicano y el Papa Pío XII”, entre el último día de febrero y el 6 de marzo de 1956, el arzobispo Octavio Antonio Beras, transmite al Presidente Eisenhower el mensaje del Presidente Héctor B.Trujillo y el Generalísimo Trujillo, recomendando al Congreso de aquel país la intervención del presidente norteamericano en favor del establecimiento de planes de relaciones diplomáticas entre El Vaticano y los Estados Unidos. Por otra parte, surge una encuesta solicitando la opinión de numerosos intelectuales sobre el llamado “sistema hostosiano”en la escuela dominicana..
En marzo de l957, Trujillo anuncia su intención de crear una cátedra de Moral Profesional Católica en la universidad.” destinada a los futuros miembros de las profesiones liberales, para inculcarles los principios saludables del catolicismo” (…). Al año siguiente se crea en el país una congregación mariana y también se autoriza la institución del Patronato Nacional San Rafael para la región fronteriza y otros lugares, “cuya finalidad será procurar la elevación y el nivel religioso, cultural” (…)
El Arzobispo de Zaragoza, monseñor Casimiro Morcillo, en el discurso que pronunció durante la firma del Contrato que establecía dicho Patronato dijo:”Corresponde la gloria plena de esta trascendente obra al Generalísimo Trujillo,(…) que en un momento particularmente decisivo para la vida de su pueblo fue a Roma a firmar con la Santa Sede un histórico documento que definía y clarificaba la órbita de acción de ambas potestades”.
A partir del año siguiente, o sea l959, la situación política entraría de manera rápida en una etapa crítica para el régimen de Trujillo. Un nuevo Nuncio, Lino Zanini quien desempeñaba esas funciones con carácter interino en Irán, fue trasladado a Santo Domingo y su llegada significó un cambio inmediato en las relaciones entre la Iglesia y el régimen. En su discurso correspondiendo a las palabras de bienvenida que le dio monseñor B eras, en la Catedral, Zanini dijo:”Cúmpleme tributar el merecido homenaje a quien la gratitud nacional no duda en llamar Benefactor de la Patria y al cuala le cupo la gloria de haber firmado el Concordato destinado a estrechar cada vez mas las relaciones entre la Iglesia y el Estado”.
Con esas palabras estaba la nueva autoridad papal en el país haciendo un reconocimiento postrero al viejo aliado, quien, por los nuevos tiempos resultaba una inconveniencia política de vista al porvenir para la Iglesia en la República Dominicana. Con la sabiduría milenaria que acumula esta institución, ha sido diestra en adelantarse a los acontecimientos, y, por lo que dijo el Arzobispo de Zaragoza, se pudo intuir que en Trujillo, la carcoma del tiempo minaba su p0ermanencia en el poder desde hacia años.
Por eso cuando llega el 30 de mayo de l96l, la sólida e inconmovible institución política y religiosa, cuyas directrices emanan desde El Vaticano, ya estaba apercibida para el rol directriz en la vida nacional que asumiría, papel que se ha ido acentuando inversamente proporcional a la quiebra y agotamiento de los partidos políticos en este país, como es cada vez mas evidente.
Publicado en el diariio HOY, mayo 2 y 3; 05
PIZARRON
Hablar de Arturo Uslar Pietri, es referirse a la “inteligencia mejor organizada y mejor amueblada de todo el siglo XX Venezolano”, si aceptamos el juicio que sobre él emite ese otro maestro de las letras que fue el exquisito escritor Miguel Otero Silva.
En su larga y provechosa existencia, Don Arturo, a prodigado su vasto y profundo saber de forma generosa y extendida. Ningún conocimiento literario se le ha escapado, la novela, la poesía, los cuentos, el ensayo y el drama lo ha cultivado con un despliegue de galanura y estética que engrandece más todavía su sapiencia impresionante.
Mucho de sus cuentos figuran en las más rigurosas selecciones. En este género me inclino ante la tentación de citar “La lluvia”, en el que sumerge de manera embriagante al lector en un ambiente en el que se percibe la fuerte presencia telúrica, en el marco de esa belleza y fantasía inigualable, que tanto ha sabido expresar el escritor latinoamericano y que él mismo en un momento definiera como “realismo mágico”.
Sus novelas históricas han ocupado un espacio luminoso y “Las lanzas coloradas”, donde el lector se siente cabalgando junto al terrible Boves, abrió las puertas al reconocimiento de la novela latinoamericana en todo el mundo, según expresara hace algunos años otra cumbre de la literatura como lo es Mario Vargas Llosa.
Hace unos cincuenta años que este hombre de excepción, comenzó a escribir para la prensa de manera regular; su labor periodística ha sido desde entonces extensa y diversa. Por medio de sus artículos ha prodigado parte de su saber enciclopédico de manera didáctica, como el pedagogo, el maestro que siempre ha sido este insigne venezolano, que también marcó hito en la difusión de cultura accesible al gran público, durante los años que mantuvo en la televisión de Venezuela su programa “Valores Humanos”,
En su columna “Pizarrón”, a la que acostumbró tantos lectores de periódicos en América Latina, durante la segunda mitad de este siglo que se hunde en el ocaso, sus exposiciones políticas, filosóficas, sociales o culturales, han servido de orientación e iluminación a quienes hemos tenido el privilegio de leerlo y todas sus ponencias han estado revestidas de su hondo sentido humano y de reflexión, aun cuando ha tocado temas con agudas aristas como lo ha sido el empobrecimiento de su patria debido al despilfarro y la poca previsión que han tenido sus gobiernos para el manejo juicioso de la descomunal riqueza que le ha proporcionado el petróleo, algo que ha constituido una vertical preocupación de este estadista, la que ha estado exponiendo con hondo sentido patriótico desde aquellos lejanos años cuarenta cuando acuñó como una consigna de premonición que alertara a sus gobernantes su frase “sembremos el petróleo”
Hemos visto brevísimas pinceladas de los muchos hombres que coinciden en Arturo Uslar Pietri, quien, al decir de Jorge Luís Borges, cuando hizo su presentación con motivo de un galardón que le fue otorgado en el diario “La Prensa” de Buenos Aires, puede proclamar, al igual que Walt Whitman: “Soy amplio y contengo muchedumbres…”
Si dejamos de lado esos “muchos hombres”que hay en él y solo nos quedamos con el articulista, esa única faceta bastaría para que su reconocimiento alcanzara una dimensión estelar en el periodismo latinoamericano. Este maestro de tantos saberes ha ofrecido por ese medio una diversidad abrumadora de temas, todos presentados adecuadamente para el medio de divulgación masivo que es el periódico, o sea para su fácil comprensión por mas profunda, compleja o especializada que pudiese haber sido la idea desarrollada, por lo que aquellos lectores que en alguna etapa hemos seguido la publicación de sus trabajos nos hemos enriquecido con sus esplendidas entregas cargadas de sapiencia tan instructivas y expuestas de manera tan claras y rebosantes de sencillez.
Don Arturo Uslar Pietri, ha decidido abandonar su labor de columnista “la interrumpe porque ha entrado, inevitablemente., en esa dura etapa de la vida, que es el religue”. Su ultimo “Pizarrón” subtitulado “Una larga Jornada”, publicado el sábado 7 de este mes de febrero, en el Listín Diario, trata de esa despedida., ilustrando a sus lectores con la belleza y lozanía característica de su estilo, acerca de la importancia que han tenido los periódicos en el desarrollo de la literatura latinoamericana.
“Durante los cinco años que el vespertino “El Nacional” me concedió el privilegio de cederme un espacio para la publicación regular de artículos, en algún momento escribí acerca de la relación intangible que establece entre el escritor y sus lectores”. Ahora que Don Arturo se repliega y “Pizarrón” desaparece, siento que me distancio de un viejo amigo con quien he compartido de manera íntima durante muchos años. Con el retiro de “Pizarrón”, no oculto decir que me inquieta el alma un dejo de tristeza. Por mas de veinte años me he asomado a esa ventana de iluminación e ilustración para tratar de fecundar con su savia bienhechora mi espíritu y magro intelecto. Ahora que esa ventana se cierra, me siento como un niño que, fascinado ante la magia bella, diversa y multicolor que le ofrece un prestidigitador, experimenta desazón cuando de repente la
función termina. “Pizarrón”, el amigo al cual tantos le debemos tanto, nos deja.
Publicado en fecha 11 de Febrero 1998, periódico HOY
En su larga y provechosa existencia, Don Arturo, a prodigado su vasto y profundo saber de forma generosa y extendida. Ningún conocimiento literario se le ha escapado, la novela, la poesía, los cuentos, el ensayo y el drama lo ha cultivado con un despliegue de galanura y estética que engrandece más todavía su sapiencia impresionante.
Mucho de sus cuentos figuran en las más rigurosas selecciones. En este género me inclino ante la tentación de citar “La lluvia”, en el que sumerge de manera embriagante al lector en un ambiente en el que se percibe la fuerte presencia telúrica, en el marco de esa belleza y fantasía inigualable, que tanto ha sabido expresar el escritor latinoamericano y que él mismo en un momento definiera como “realismo mágico”.
Sus novelas históricas han ocupado un espacio luminoso y “Las lanzas coloradas”, donde el lector se siente cabalgando junto al terrible Boves, abrió las puertas al reconocimiento de la novela latinoamericana en todo el mundo, según expresara hace algunos años otra cumbre de la literatura como lo es Mario Vargas Llosa.
Hace unos cincuenta años que este hombre de excepción, comenzó a escribir para la prensa de manera regular; su labor periodística ha sido desde entonces extensa y diversa. Por medio de sus artículos ha prodigado parte de su saber enciclopédico de manera didáctica, como el pedagogo, el maestro que siempre ha sido este insigne venezolano, que también marcó hito en la difusión de cultura accesible al gran público, durante los años que mantuvo en la televisión de Venezuela su programa “Valores Humanos”,
En su columna “Pizarrón”, a la que acostumbró tantos lectores de periódicos en América Latina, durante la segunda mitad de este siglo que se hunde en el ocaso, sus exposiciones políticas, filosóficas, sociales o culturales, han servido de orientación e iluminación a quienes hemos tenido el privilegio de leerlo y todas sus ponencias han estado revestidas de su hondo sentido humano y de reflexión, aun cuando ha tocado temas con agudas aristas como lo ha sido el empobrecimiento de su patria debido al despilfarro y la poca previsión que han tenido sus gobiernos para el manejo juicioso de la descomunal riqueza que le ha proporcionado el petróleo, algo que ha constituido una vertical preocupación de este estadista, la que ha estado exponiendo con hondo sentido patriótico desde aquellos lejanos años cuarenta cuando acuñó como una consigna de premonición que alertara a sus gobernantes su frase “sembremos el petróleo”
Hemos visto brevísimas pinceladas de los muchos hombres que coinciden en Arturo Uslar Pietri, quien, al decir de Jorge Luís Borges, cuando hizo su presentación con motivo de un galardón que le fue otorgado en el diario “La Prensa” de Buenos Aires, puede proclamar, al igual que Walt Whitman: “Soy amplio y contengo muchedumbres…”
Si dejamos de lado esos “muchos hombres”que hay en él y solo nos quedamos con el articulista, esa única faceta bastaría para que su reconocimiento alcanzara una dimensión estelar en el periodismo latinoamericano. Este maestro de tantos saberes ha ofrecido por ese medio una diversidad abrumadora de temas, todos presentados adecuadamente para el medio de divulgación masivo que es el periódico, o sea para su fácil comprensión por mas profunda, compleja o especializada que pudiese haber sido la idea desarrollada, por lo que aquellos lectores que en alguna etapa hemos seguido la publicación de sus trabajos nos hemos enriquecido con sus esplendidas entregas cargadas de sapiencia tan instructivas y expuestas de manera tan claras y rebosantes de sencillez.
Don Arturo Uslar Pietri, ha decidido abandonar su labor de columnista “la interrumpe porque ha entrado, inevitablemente., en esa dura etapa de la vida, que es el religue”. Su ultimo “Pizarrón” subtitulado “Una larga Jornada”, publicado el sábado 7 de este mes de febrero, en el Listín Diario, trata de esa despedida., ilustrando a sus lectores con la belleza y lozanía característica de su estilo, acerca de la importancia que han tenido los periódicos en el desarrollo de la literatura latinoamericana.
“Durante los cinco años que el vespertino “El Nacional” me concedió el privilegio de cederme un espacio para la publicación regular de artículos, en algún momento escribí acerca de la relación intangible que establece entre el escritor y sus lectores”. Ahora que Don Arturo se repliega y “Pizarrón” desaparece, siento que me distancio de un viejo amigo con quien he compartido de manera íntima durante muchos años. Con el retiro de “Pizarrón”, no oculto decir que me inquieta el alma un dejo de tristeza. Por mas de veinte años me he asomado a esa ventana de iluminación e ilustración para tratar de fecundar con su savia bienhechora mi espíritu y magro intelecto. Ahora que esa ventana se cierra, me siento como un niño que, fascinado ante la magia bella, diversa y multicolor que le ofrece un prestidigitador, experimenta desazón cuando de repente la
función termina. “Pizarrón”, el amigo al cual tantos le debemos tanto, nos deja.
Publicado en fecha 11 de Febrero 1998, periódico HOY
BUENAVENTURA BAEZ, ¿TRAIDOR O ESTADISTA?
Adecuándonos a estos tiempos en que se escucha de forma cotidiana, tanto en la radio como en televisión; y también se lee en los periódicos el uso de vocablos de nuestra habla popular que, hasta hace poco tiempo se consideraban censurable pronunciarlos por esos medios, nos sentimos en libertad para escribir sobre algo que puede ser calificado como de mal gusto, insolente o hasta procaz.
Los dominicanos hemos sido educados teniendo a Buenaventura Báez como paradigma del antipatriota, del descreído en nuestra nacionalidad, siempre atento a la búsqueda de una potencia a la cual entregar la patria. A pesar de eso, ese hombre, que también se distinguió por su trato exquisito y otros atractivos, como si fina educación europea, vivió en el favor de las mayorías y junto a Santana fue árbitro de la vida nacional durante los primeros veinte años de la República. El grito estruendoso: ¡Viva Báez! Que salía del alma popular, nada mas se puede igualar al que el pueblo le dedicó a Trujillo. Nadie, ni antes ni después, motivó ese ardor y pasión en las masas como esos dos líderes en sus respectivos tiempos: El gran Ciudadano y el Benefactor de la Patria.
Esa desbordada pasión baecista que también conoció otro hombre singular, como lo fue Lilís, el Pacificador de la Patria, hizo a éste afirmar en más de una ocasión que el país solo había tenido tres gobernantes de verdad, refiriéndose a Báez, Santana y él. Y lo que decía Lilís tenía carta de autenticidad, porque los conoció a todos y lo vivió todo. Por esa razón aseguró en su oficina a un estrecho colaborador suyo, cuando conversaban acerca de un político de supuesto prestigio: “Yo he tocado a todos los políticos de la República, como ahora toco este escritorio y el que no está podrido está gastado”. ¡Cuanta semejanza se encuentra en ese juicio de aquel hombre conocedor profundo de su pueblo y la situación que presente el país a mas de cien años de aquella lapidaria afirmación¡
Habría que coincidir con Toynbee, en cuanto a lo cíclico de la historia, si no se quiere aceptar que nuestro país debería figurar entre aquellos que acusan mayor atraso en política; y por ello, ese ayer está vivo en nuestro hoy.
Apelamos a la indulgencia del lector por esta digresión y retomamos el hilo conductor del tema sobre el Gran Ciudadano, quien., a pesar de su conocida trayectoria enajenante de la nacionalidad ocupó por cinco ocasiones el solio presidencial, lo que causaba sorpresa hasta en el Arzobispo Meriño, y que el mismo Báez comentaba con sorna, comparable a lo que expresó hace unos quince años el político mas señero de toda nuestra historia, Joaquín Balaguer, cuando lo aclamaban para que volviera a competir en elecciones: “Yo no busco la Presidencia, mas bien es la presidencia que me busca”.
Ahora comenzaremos a tratar la procacidad que prometimos al inicio de este artículo: A Buenaventura Báez, debemos comenzar por hacerle una revisión histórica que raspe la costra de traidor a la patria que ha cubierto su memoria, y es posible que revele al estadista, si por esta clasificación –hoy tan vulgarizada entre nosotros, debido, mas que a la ignorancia, a la profunda genuflexión que anida en el fondo de nuestra “conciencia colectiva”- entendemos y aceptamos al hombre de dilatada experiencia en asuntos de Estado que le permitever mas allá del horizonte para la toma de decisiones trascendentes, tal como Richard Nixon esa categoría de gobernante.
Es posible que hayamos enjuiciado por tanto tiempo a Buenaventura Báez, sin detenernos a tratar de entender si su actitud acaso pudo haber sido fruto de una gran visión que le permitió adelantarse a su tiempo y prever con larga anticipación el futuro del país. En cuanto a la desaparición de las soberanías de los pueblos con fuertes debilidades éticas, aun cuando mantengan los aspectos formales de esa soberanía, como son sus símbolos; banderas, himnos, escudos, desfiles militares e “instituciones” (¿) para que se regodeen con consignas y arengas líricas sobre nacionalidad, patriotismo y libre albedrío que se vuelven risibles ante la realidad que a diario muestran todo lo contrario.
El Gan Ciudadano, don Buenaventura Báez, con el claro sentido práctico de que siempre hizo galas, pudo haber intentado en su momento resolver, porque, “al mal paso se le da prisa”, lo que mas adelante tendría que ocurrir en el nuevo orden que regiría el mundo-en el que ya estamos- con mayor acentuación en estos países cuyas debilidades intrínsecas en moral y templanza sobresalen con largueza.
Publicado en el periódico HOY,
El 13 de marzo de 2000
Los dominicanos hemos sido educados teniendo a Buenaventura Báez como paradigma del antipatriota, del descreído en nuestra nacionalidad, siempre atento a la búsqueda de una potencia a la cual entregar la patria. A pesar de eso, ese hombre, que también se distinguió por su trato exquisito y otros atractivos, como si fina educación europea, vivió en el favor de las mayorías y junto a Santana fue árbitro de la vida nacional durante los primeros veinte años de la República. El grito estruendoso: ¡Viva Báez! Que salía del alma popular, nada mas se puede igualar al que el pueblo le dedicó a Trujillo. Nadie, ni antes ni después, motivó ese ardor y pasión en las masas como esos dos líderes en sus respectivos tiempos: El gran Ciudadano y el Benefactor de la Patria.
Esa desbordada pasión baecista que también conoció otro hombre singular, como lo fue Lilís, el Pacificador de la Patria, hizo a éste afirmar en más de una ocasión que el país solo había tenido tres gobernantes de verdad, refiriéndose a Báez, Santana y él. Y lo que decía Lilís tenía carta de autenticidad, porque los conoció a todos y lo vivió todo. Por esa razón aseguró en su oficina a un estrecho colaborador suyo, cuando conversaban acerca de un político de supuesto prestigio: “Yo he tocado a todos los políticos de la República, como ahora toco este escritorio y el que no está podrido está gastado”. ¡Cuanta semejanza se encuentra en ese juicio de aquel hombre conocedor profundo de su pueblo y la situación que presente el país a mas de cien años de aquella lapidaria afirmación¡
Habría que coincidir con Toynbee, en cuanto a lo cíclico de la historia, si no se quiere aceptar que nuestro país debería figurar entre aquellos que acusan mayor atraso en política; y por ello, ese ayer está vivo en nuestro hoy.
Apelamos a la indulgencia del lector por esta digresión y retomamos el hilo conductor del tema sobre el Gran Ciudadano, quien., a pesar de su conocida trayectoria enajenante de la nacionalidad ocupó por cinco ocasiones el solio presidencial, lo que causaba sorpresa hasta en el Arzobispo Meriño, y que el mismo Báez comentaba con sorna, comparable a lo que expresó hace unos quince años el político mas señero de toda nuestra historia, Joaquín Balaguer, cuando lo aclamaban para que volviera a competir en elecciones: “Yo no busco la Presidencia, mas bien es la presidencia que me busca”.
Ahora comenzaremos a tratar la procacidad que prometimos al inicio de este artículo: A Buenaventura Báez, debemos comenzar por hacerle una revisión histórica que raspe la costra de traidor a la patria que ha cubierto su memoria, y es posible que revele al estadista, si por esta clasificación –hoy tan vulgarizada entre nosotros, debido, mas que a la ignorancia, a la profunda genuflexión que anida en el fondo de nuestra “conciencia colectiva”- entendemos y aceptamos al hombre de dilatada experiencia en asuntos de Estado que le permitever mas allá del horizonte para la toma de decisiones trascendentes, tal como Richard Nixon esa categoría de gobernante.
Es posible que hayamos enjuiciado por tanto tiempo a Buenaventura Báez, sin detenernos a tratar de entender si su actitud acaso pudo haber sido fruto de una gran visión que le permitió adelantarse a su tiempo y prever con larga anticipación el futuro del país. En cuanto a la desaparición de las soberanías de los pueblos con fuertes debilidades éticas, aun cuando mantengan los aspectos formales de esa soberanía, como son sus símbolos; banderas, himnos, escudos, desfiles militares e “instituciones” (¿) para que se regodeen con consignas y arengas líricas sobre nacionalidad, patriotismo y libre albedrío que se vuelven risibles ante la realidad que a diario muestran todo lo contrario.
El Gan Ciudadano, don Buenaventura Báez, con el claro sentido práctico de que siempre hizo galas, pudo haber intentado en su momento resolver, porque, “al mal paso se le da prisa”, lo que mas adelante tendría que ocurrir en el nuevo orden que regiría el mundo-en el que ya estamos- con mayor acentuación en estos países cuyas debilidades intrínsecas en moral y templanza sobresalen con largueza.
Publicado en el periódico HOY,
El 13 de marzo de 2000
EL GOBIERNO DE ESTRELLA UREÑA
El Movimiento Cívico del 23 de Febrero de l930, punta de lanza del General Trujillo y sectores políticos, sociales e intelectuales del país, para derrocar el gobierno de Horacio Vazquez, tuvo gran éxito no sólo por el desgano que imperaba en la colectividad nacional hacia ese gobierno.
También tuvo fuerza en esa “caída estrepitosa y abrupta” el prestigio que disfrutaba el personaje principal visible de la acción subversiva, Rafael Estrella Ureña, quien, adem-ás, tuvo por aliados reconocidos espíoritus civilistas como lo fueron, entre otros, Alexis Liz, Jafet Hernández, Andrés Perozo, J.A. Bisonó y Rafael F. Bonnelly, a quienes el periódico santiaguës, La Información, al señalarf su participación los citó con ele rango de coroneles.
Caído el gobierno horacista, la prensa expone editoriales que reflejan solidaridad hacia las nuevas autoridades.
El diario El Porvenir, se refiere al Presidente Estrella Ureña, como “un elemento jóven de arraigo en nuestras contiendas políticas. Abogado, hombre de carácter, intelectual de fuste, enemigo del desorden y partidario del respeto a la majestad de la ley y las garantías ciudadanas”.
Para afianzar expectativas tan auspiciosas que se esperaban de su gobierno, Estrella Ureña expresa, al tomar posesión el día 3 de marzo: “Tócame, en efecto, presidir los destinos del pueblo dominicano en el momento solemne en que todos los partidos se preparan a debatir en edificante lucha cívica bajo la égida del gobierno que debe proteger los derechos de todos con absoluta igualdad de oportunidades puedan elegir al hombre a quien debo trasmitir la poderosa carba del poder el próximo l6 de agosto”.
Si bien Estrella Ureña llegó al poder en circunstancias que contradicen los atributos de hombría de bien y su conducta civilista que distinguían su atrayente personalidad, en aquel ambiente que había vuelto a revivir ese pasado de azar que el pueblo sano creía sepultado, luego de la Ocupación Norteamericana; su movimiento insurreccional no era visto como una iniciativa extraña, sino otro episodio de la práctica que había echado viejas y fuertes raíces en la tradición política dominicana.
En la brevedad de su ejercicio presidencial, aunque atado por el ejercicio electoral, “Estrella Ureña mostró apego a sus mejores virtudes ciudadanas. Dejó claro su respeto por la libertad de información cuando se dirigió al procurador General de la República, expresándole su firme determinación de que ningún periodista ni escritor, ni orador sea perseguido, cualesquiera que sean las ofensas que por medio de escritos públicos o de discursos se lancen contra mí”. Esto ocurrió cuando pocos dias antes, circunstancialmente él pasaba por una calle de Gascue, “mientras una manifestación aliancista cruzaba por ahí y los manifestantes lo agredieron con palabras irrespetuosas y éste impidió que los ayudantes militares impusieran el respeto que hasta cierto punto hubiese estado justificado!”
Rafael Estrella Ureña, en su gobierno, demuestra lo que antes había sido: educador. De manera simbólica reafirmó esa vocación suya cuando recibió la visita de una comisión de maestros que le manifiesta su preocupación por rumores que circulaban sobre el posible cierre de algunas escuelas por motivos económicos. Despidió los educadores, dicíendoles con firmeza: “Antes de que cierre una escuela, se cerraría la Mansión Presidemncial”.
Así sentía por la educación pública este hombre que crea el Departamento de Bellas Artes y la Secretaría de Trabajo, y que donaría su sueldo en Relaciones Exteriores, cuando en funciones de Vicepresidente de la República, ocupó aquel ministerio, para la creación de bibliotecas públicas, loable tarea a la que también se dedicaría posteriormente. El respeto a la convivencia civilizada también era una genuina preocupación suya: “Cuando se denunció que José Dolores Alfonseca, Martín de Moya, Angel Morales y Pedro Ricart, habían sufrido un atentado a tiros mientras se desplazaban en automóvil por las afueras de Moca, “tal hecho produjo en el mandatario una impresión muy desagradable y su actitud resuelta a que toda violencia cesara de raíz, aun cuando hubiera que acudir a extremos de la mayor severidad”.La investigaación que se llevó limpiamente a cabo de ese incidente demuestró que la denuncia contradecía los resultados.
Ocurrido el asesinato del alto dirigente del Partido Nacional, Virgilio Martínez Reyna y su esposa, Altasgracia Almánzar su frustración fue notoria al no poder actuar contra la red de complicidades en ese crimen, que, envolvía no sólo al brazo director, su propio tío, Jose´Estrella, sino, mas grave aún; al amo del poder absoluto que tenía otro sentido para educar y disciplinar al pueblo , diametralmente opuesto al suyo, y, a quién se hallaba unido Estrella Ureña por las circunstancias políticas de forma indisoluble. La Información, que entiende la situación; el terrible drama en que se debate este hombre civilizador y la fuerza bruta que lo avasalla, comenta en una de sus “Vespertinas”: “Ya se fue el Presidente Estrella Ureña después de haber hecho gestiones e indicar pautas a seguir en el terreno de las investigaciones del hecho abominable del domingo último en Las Matas. ¿Pero se fue sin luces respecto de las sombras? No lo sabemos, pero se fue sin decir palabra, avaro de sonrisas, él que tan pródigo ha sido siempre de ellas. Probablemente tenga motivos para no sentirse risible”.
Pocos antes de la toma de de posesión del General Trujillo de la Presidencia de la República, Luis E. Alemar, en un resúmen de la labor gubernativa de Estrella Ureña, la juzga: “fecunda en bienes para la República”.
Publicado en el periódico HOY
En fecha 8 de noviembre, 2004
También tuvo fuerza en esa “caída estrepitosa y abrupta” el prestigio que disfrutaba el personaje principal visible de la acción subversiva, Rafael Estrella Ureña, quien, adem-ás, tuvo por aliados reconocidos espíoritus civilistas como lo fueron, entre otros, Alexis Liz, Jafet Hernández, Andrés Perozo, J.A. Bisonó y Rafael F. Bonnelly, a quienes el periódico santiaguës, La Información, al señalarf su participación los citó con ele rango de coroneles.
Caído el gobierno horacista, la prensa expone editoriales que reflejan solidaridad hacia las nuevas autoridades.
El diario El Porvenir, se refiere al Presidente Estrella Ureña, como “un elemento jóven de arraigo en nuestras contiendas políticas. Abogado, hombre de carácter, intelectual de fuste, enemigo del desorden y partidario del respeto a la majestad de la ley y las garantías ciudadanas”.
Para afianzar expectativas tan auspiciosas que se esperaban de su gobierno, Estrella Ureña expresa, al tomar posesión el día 3 de marzo: “Tócame, en efecto, presidir los destinos del pueblo dominicano en el momento solemne en que todos los partidos se preparan a debatir en edificante lucha cívica bajo la égida del gobierno que debe proteger los derechos de todos con absoluta igualdad de oportunidades puedan elegir al hombre a quien debo trasmitir la poderosa carba del poder el próximo l6 de agosto”.
Si bien Estrella Ureña llegó al poder en circunstancias que contradicen los atributos de hombría de bien y su conducta civilista que distinguían su atrayente personalidad, en aquel ambiente que había vuelto a revivir ese pasado de azar que el pueblo sano creía sepultado, luego de la Ocupación Norteamericana; su movimiento insurreccional no era visto como una iniciativa extraña, sino otro episodio de la práctica que había echado viejas y fuertes raíces en la tradición política dominicana.
En la brevedad de su ejercicio presidencial, aunque atado por el ejercicio electoral, “Estrella Ureña mostró apego a sus mejores virtudes ciudadanas. Dejó claro su respeto por la libertad de información cuando se dirigió al procurador General de la República, expresándole su firme determinación de que ningún periodista ni escritor, ni orador sea perseguido, cualesquiera que sean las ofensas que por medio de escritos públicos o de discursos se lancen contra mí”. Esto ocurrió cuando pocos dias antes, circunstancialmente él pasaba por una calle de Gascue, “mientras una manifestación aliancista cruzaba por ahí y los manifestantes lo agredieron con palabras irrespetuosas y éste impidió que los ayudantes militares impusieran el respeto que hasta cierto punto hubiese estado justificado!”
Rafael Estrella Ureña, en su gobierno, demuestra lo que antes había sido: educador. De manera simbólica reafirmó esa vocación suya cuando recibió la visita de una comisión de maestros que le manifiesta su preocupación por rumores que circulaban sobre el posible cierre de algunas escuelas por motivos económicos. Despidió los educadores, dicíendoles con firmeza: “Antes de que cierre una escuela, se cerraría la Mansión Presidemncial”.
Así sentía por la educación pública este hombre que crea el Departamento de Bellas Artes y la Secretaría de Trabajo, y que donaría su sueldo en Relaciones Exteriores, cuando en funciones de Vicepresidente de la República, ocupó aquel ministerio, para la creación de bibliotecas públicas, loable tarea a la que también se dedicaría posteriormente. El respeto a la convivencia civilizada también era una genuina preocupación suya: “Cuando se denunció que José Dolores Alfonseca, Martín de Moya, Angel Morales y Pedro Ricart, habían sufrido un atentado a tiros mientras se desplazaban en automóvil por las afueras de Moca, “tal hecho produjo en el mandatario una impresión muy desagradable y su actitud resuelta a que toda violencia cesara de raíz, aun cuando hubiera que acudir a extremos de la mayor severidad”.La investigaación que se llevó limpiamente a cabo de ese incidente demuestró que la denuncia contradecía los resultados.
Ocurrido el asesinato del alto dirigente del Partido Nacional, Virgilio Martínez Reyna y su esposa, Altasgracia Almánzar su frustración fue notoria al no poder actuar contra la red de complicidades en ese crimen, que, envolvía no sólo al brazo director, su propio tío, Jose´Estrella, sino, mas grave aún; al amo del poder absoluto que tenía otro sentido para educar y disciplinar al pueblo , diametralmente opuesto al suyo, y, a quién se hallaba unido Estrella Ureña por las circunstancias políticas de forma indisoluble. La Información, que entiende la situación; el terrible drama en que se debate este hombre civilizador y la fuerza bruta que lo avasalla, comenta en una de sus “Vespertinas”: “Ya se fue el Presidente Estrella Ureña después de haber hecho gestiones e indicar pautas a seguir en el terreno de las investigaciones del hecho abominable del domingo último en Las Matas. ¿Pero se fue sin luces respecto de las sombras? No lo sabemos, pero se fue sin decir palabra, avaro de sonrisas, él que tan pródigo ha sido siempre de ellas. Probablemente tenga motivos para no sentirse risible”.
Pocos antes de la toma de de posesión del General Trujillo de la Presidencia de la República, Luis E. Alemar, en un resúmen de la labor gubernativa de Estrella Ureña, la juzga: “fecunda en bienes para la República”.
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En fecha 8 de noviembre, 2004
LA LLEGADA DEL PRESDIDENTE VAZQUEZ
El recibimiento ofrecido al Presidente Horacio Vázquez a su regreso el 6 de enero de l930, luego de someterse a tratamiento médico por sus quebrantos renales, en los Estados Unid
os, fue un acontecimiento festivo que llenó de júbilo la capital de la República. Desde días antes se preparaba un multitudinario recibimiento, y el día 3, una comisión encabezada por el Secretario de Salud y Beneficencia salió hacia Puerto Rico para acompañarlo desde allí a Santo Domingo.
El programa desarrollado para recibir al mandatario resultó sobradamente satisfactorio. Toda la ciudad presentaba “un aspecto bastante dispuesto al regocijo”. La bandera nac ional daba patriótica vistosidad a los edificios públicos.
El ejército, con su alegre uniforme de gala, marchaba hacia el aeropuerto Limberg a los acordes de su banda militar, que tocaba notas vibrantes con gran marcialidad. La Policía Municipal y el Cuerpo de Bomberos; la Banda Municipal, La Policía Especial de Carreteras y la Caballería del Ejército; “todos en marcha constituían una nutrida contribuciòn de entusiasmo”.
Desde muy temprano los automóviles se dirigían al aeropuerto transportando al mundo oficial y los principales apellidos de la República, que acudían con gran entusiasmo a darle la bienvenida al anciano patriarca. A la llegada del Presidente y su comitiva, más de doscientos de estos vehículos se encontraban alineados a ambos lados de la calle. El brigadier Rafael Leonidas Trujillo se encontraba allí, sobresaliente, atento al regocijado momento y a las efusiones de la multitud.
A las diez en punto de la mañana, entre el gentío que esperaba en el aeropuerto y todo su entorno, los mellizos Hernández fueron los primeros en divisar el aeroplano que dos horas antes había despegado desde Puerto Rico con el apreciado pasajero y sus acompañantes, doña Trina de Moya, esposa del mandatario, la sobrina de ésta, Toñita, Angel Morales, embajador en Washington y el médico personal del Mandatario, el doctor Ramón de Lara.
Cuando el Presidente bajó del avión, lo hizo del brazo del doctor De Lara y del vicepresidente de la República doctor Alfonseca. Al ser acomodado en su vehículo le colocaron algunas almohadas para atenuarle a su cuerpo adolorido las molestias del mal estado de la ruta a recorrer hasta su entrada a la ciudad.
A ambos lados de la carretera la gente lo aclamaba con entusiasmo y, cuando la comitiva hizo su entradas a San Carlos, hubo repiques de campanas en las iglesias; las sirenas de las empresas periodísticas y del Cuerpo de Bomberos sonaron en alternada estridencia, inundando de alegría todo el ámbito capitalense y sus entornos, lo que anunciaba a todos sus habitantes el feliz regreso de Don Horacio, aunque con un riñón menos.
Ya en la Mansión Presidencial, el Presidente permaneció recluído en sus habitaciones mientras en el salón de recepciones el Secretario de la Presidencia, Ginebra, el de Relaciones Exteriores, Peynado, el Brigadier Trujillo y Martín de Moya, atendían a los visitantes que inundaban la sede del Poder Ejecutivo para presentar sus parabienes por la fausta llegada de Don Horacio, quien, cansado de cuerpo y espíritu, tendría que enfrentar a partir del día siguiente, desde un saloncito especial que le fue habilitado en la planta baja de la Mansión, el inquietante ambiente de intrigas y las sórdidas ambiciones políticas que afloraron impetuosas durante su ausencia.
Los graves acontecimientos surgidos en los últimos días del año l929, en el seno del gobierno “habían hecho circular el rumor de que los secretarios de Estado presentarían renuncia tan pronto llegara el Presidente Vázquez”. Las grandes y efectivas demostraciones del mundo oficial con motivo de su llegada, en parte, encubrían esa pugna sorda que había trascendido al rumor público, cuyos principales protagonistas se preparaban para justificarse ante el Presidente.
Poco antes de la llegada de Don Horacio, el periódico La Información, en su columna de opinión “De la hora política”, adelantándose a los hechos por venir, describe las interrogantes que existían en el ambiente político de aquel momento. “¿Qué hará Horacio Vázquez cuando llegue?” Esa es la pregunta que, formidable, está corriendo de boca en boca desde que se anunció su salida de Nueva York. ¿Qué le dirá a Alfonseca? ¿ Qué le dirá a Trujillo? ¿ Qué pensará de Martín…?. No dirá nada. Oirá de nuevo, probablemente todo siga igual, porque en su cabeza el general Vázquez no encontrará una solución, porque él mismo don Horacio estará de todo eso más que satisfecho, considerándolo lógica de su política personal y la realización de sus planes de marrulla para volver tranquilamente a sentarse en la mágica poltrona”.
Publicado en el periódico HOY
os, fue un acontecimiento festivo que llenó de júbilo la capital de la República. Desde días antes se preparaba un multitudinario recibimiento, y el día 3, una comisión encabezada por el Secretario de Salud y Beneficencia salió hacia Puerto Rico para acompañarlo desde allí a Santo Domingo.
El programa desarrollado para recibir al mandatario resultó sobradamente satisfactorio. Toda la ciudad presentaba “un aspecto bastante dispuesto al regocijo”. La bandera nac ional daba patriótica vistosidad a los edificios públicos.
El ejército, con su alegre uniforme de gala, marchaba hacia el aeropuerto Limberg a los acordes de su banda militar, que tocaba notas vibrantes con gran marcialidad. La Policía Municipal y el Cuerpo de Bomberos; la Banda Municipal, La Policía Especial de Carreteras y la Caballería del Ejército; “todos en marcha constituían una nutrida contribuciòn de entusiasmo”.
Desde muy temprano los automóviles se dirigían al aeropuerto transportando al mundo oficial y los principales apellidos de la República, que acudían con gran entusiasmo a darle la bienvenida al anciano patriarca. A la llegada del Presidente y su comitiva, más de doscientos de estos vehículos se encontraban alineados a ambos lados de la calle. El brigadier Rafael Leonidas Trujillo se encontraba allí, sobresaliente, atento al regocijado momento y a las efusiones de la multitud.
A las diez en punto de la mañana, entre el gentío que esperaba en el aeropuerto y todo su entorno, los mellizos Hernández fueron los primeros en divisar el aeroplano que dos horas antes había despegado desde Puerto Rico con el apreciado pasajero y sus acompañantes, doña Trina de Moya, esposa del mandatario, la sobrina de ésta, Toñita, Angel Morales, embajador en Washington y el médico personal del Mandatario, el doctor Ramón de Lara.
Cuando el Presidente bajó del avión, lo hizo del brazo del doctor De Lara y del vicepresidente de la República doctor Alfonseca. Al ser acomodado en su vehículo le colocaron algunas almohadas para atenuarle a su cuerpo adolorido las molestias del mal estado de la ruta a recorrer hasta su entrada a la ciudad.
A ambos lados de la carretera la gente lo aclamaba con entusiasmo y, cuando la comitiva hizo su entradas a San Carlos, hubo repiques de campanas en las iglesias; las sirenas de las empresas periodísticas y del Cuerpo de Bomberos sonaron en alternada estridencia, inundando de alegría todo el ámbito capitalense y sus entornos, lo que anunciaba a todos sus habitantes el feliz regreso de Don Horacio, aunque con un riñón menos.
Ya en la Mansión Presidencial, el Presidente permaneció recluído en sus habitaciones mientras en el salón de recepciones el Secretario de la Presidencia, Ginebra, el de Relaciones Exteriores, Peynado, el Brigadier Trujillo y Martín de Moya, atendían a los visitantes que inundaban la sede del Poder Ejecutivo para presentar sus parabienes por la fausta llegada de Don Horacio, quien, cansado de cuerpo y espíritu, tendría que enfrentar a partir del día siguiente, desde un saloncito especial que le fue habilitado en la planta baja de la Mansión, el inquietante ambiente de intrigas y las sórdidas ambiciones políticas que afloraron impetuosas durante su ausencia.
Los graves acontecimientos surgidos en los últimos días del año l929, en el seno del gobierno “habían hecho circular el rumor de que los secretarios de Estado presentarían renuncia tan pronto llegara el Presidente Vázquez”. Las grandes y efectivas demostraciones del mundo oficial con motivo de su llegada, en parte, encubrían esa pugna sorda que había trascendido al rumor público, cuyos principales protagonistas se preparaban para justificarse ante el Presidente.
Poco antes de la llegada de Don Horacio, el periódico La Información, en su columna de opinión “De la hora política”, adelantándose a los hechos por venir, describe las interrogantes que existían en el ambiente político de aquel momento. “¿Qué hará Horacio Vázquez cuando llegue?” Esa es la pregunta que, formidable, está corriendo de boca en boca desde que se anunció su salida de Nueva York. ¿Qué le dirá a Alfonseca? ¿ Qué le dirá a Trujillo? ¿ Qué pensará de Martín…?. No dirá nada. Oirá de nuevo, probablemente todo siga igual, porque en su cabeza el general Vázquez no encontrará una solución, porque él mismo don Horacio estará de todo eso más que satisfecho, considerándolo lógica de su política personal y la realización de sus planes de marrulla para volver tranquilamente a sentarse en la mágica poltrona”.
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TRUJILLO Y LOS NACIONALISTAS
Una rica colección de documentos de gran valor para el el estudio de la historia dominicana, lo constituye la voluminosa obra “Vetilio Alfau Durán en Anales”, publicada por el Banco de Reservas de la República Dominicana, en l997.- En este enjundioso esfuerzo de recopilación que hizo el respetado historiador ya desaparecido nos detuvimos con especial atención en algunos documentos que tratan sobre la formación del Partido Nacionalista, principalmente, en su declaración de principios.
Ese partido surge como una nueva expresión del vigor que demostró un amplio y respetado sector de la sociedad dominicana en aquella época y llevó a los más comprometidos con el fervor nacionalista intransigente a organizarse como órgano para canalizar esos sentimientos y tiene como punto de partida, una exhortación pública que dirige Américo Lugo el 24 de julio de l924 a sus compatriotas, en la cual les expresa: “La disolución de las Juntas Nacionalistas en los actuales momentos conlleva ría a la perdición del país. Al contrario, los Nacionalistas debemos agruparnos inmediatamente en una estrecha asociación patriótica ante la bochornosa ejecución del plan Hughes-Peynado”.
Así se inicia el aglutinamiento de las Juntas Nacionalistas formadas durante el período de ocupación militar norteamericana, cuya iniciativa había correspondido al maestro don Federico Henríquez y Carvajal, quien crea la primera de esas Juntas en Santiago de Cuba, de allí se establece otra en La Habana y luego en Nueva York hasta llegar al país, donde se extiende en todas las provincias, según detalla Luís F. Mejía en su obra “De Lilís a Trujillo”.
Los hombres que integraban el Partido Nacionalista, en su mayoría, tenían un gran perfil moral: Américo Lugo, Max Henríquez Ureña, Teófilo Hernández, Luís Conrado del Castillo, Manuel Arturo Peña Batlle, Viriato Fiallo, Arístides Fiallo Cabral, Noel Henríquez, Rafael Estrella Ureña y Germán Ornes S., son algunos de los respetables ciudadanos que habían mostrado sus sentimientos nacionalistas, de lo cual habían dado vibrantes pruebas en su celo patriótico ante al gobierno militar que se había instaurado durante los ocho años anteriores.
El pensamiento de los patriotas promotores del Partido Nacionalista, entre otras razones lo guiaba la carencia de un “sentimiento enérgico del Estado”, que, al no haber existido desde la fundación de la República y por la falta de educación política de las masas no había permitido al pueblo ser certero en quienes había escogido en sus elecciones para dirigir la nación; pero, como “el sufragio universal le ha sido otorgado desde el primer albor de su vida independiente, hay que mantenerlo en el goce de tal prerrogativa y empeñarse en enseñarle a usar de ella con la instrucción política del niño y de los campesinos, el servicio militar y la instrucción primaria obligatoria”.
En ese sentir se advierte claramente el entusiasmo de esos prohombres por la ideología nacional-militarista que tomaba cuerpo en Italia y más tarde en Alemania, impulsada por los partidos fascistas en esos países bajo el liderazgo de dos grande impulsadores de masas que interpretaron a plenitud las aspiraciones de esos pueblos luego de concluída la Gran Guerra de l9l4-l9l8.
Los prestigiosos miembros del Partido Nacionalista también ofrecían a los dominicanos “las restauración de la República Dominicana en su primordial condición de Estado ab solutamente soberano”, y “la preservación de la República Dominicana y su mayor auge en prosperidad y grandeza” (…).
La Declaración de Principios que explica la razón de ser de es efímero partido político lleva necesariamente a pensar, a quien estudie la Era de Trujillo con amplitud, en el intenso y creador programa de gobierno que se inicia a partir de la llegada al poder de ese régimen a partir del año l930, con el establecimiento de inmediato de “un sentido enérgico del Estado” que ellos habían considerado inexistente, tal como lo consignaron en el documento que les sirvió de plataforma.
En ese programa de gobierno que presentaron al pueblo los Nacionalistas en 1925, entre otras de sus premisas principales, declaran que “el poder militar del Estado es el mas importante. La fuerza militar del Estado es su fuerza y debe ser aprestada, tanto para la ofensiva como para la defensiva” (…).
La inmigración debe ser de agricultores de raza blanca, evitándose la acumulación de poblaciones en las urbes y promoviendo, la densidad de los campos (..)Las regiones fronterizas deberán ser preferidas para el establecimiento de inmigrantes. De ninguna manera debe provenir de focos extranjeros de miseria y desesperación para evitar la implantación de males sociales que aquí no existen (…). “Reivindicación laboral y legal de todos los derechos de la clase laboral y legal de todos los derechos de la clase obrera, descanso dominical con salario, jornada de ocho horas, construcción de habitaciones ob reras y barrios de mejoramiento social” (…)
En el paralelo que se encuentra entre las aspiraciones políticas y sociales de los nacionalistas y las ejecutorias llevadas a cabo por el régimen trujillista, en su primera parte, se puede apreciar más que una coincidencia programática, una identificación ideológica envuelta en un proyecto de nación. Bastaba tener presente que esta interpretación que la mayoría de los hombres que con fervor nacionalista expusieron en su Declaración de principios, sus sentimientos patrióticos y su altura de miras para lograr “auge y grandeza para la República”, estuvieron entre los lúcidos colaboradores que sobresalieron en la Era de Trujillo, tal vez con la íntima convicción de que, así podrían ofrecer sus aportes al país, como desearon cuando decidieron agruparse en asociación política, al término de la intervención y, con el “hombre único” que le daba el “sentido enérgico del Estado” del que había carecido la República , podrían contribuir a las transformaciones beneficiosas que ellos habían aspirado menos de una década atrás.
Publicado en el periódico HOY,
Ese partido surge como una nueva expresión del vigor que demostró un amplio y respetado sector de la sociedad dominicana en aquella época y llevó a los más comprometidos con el fervor nacionalista intransigente a organizarse como órgano para canalizar esos sentimientos y tiene como punto de partida, una exhortación pública que dirige Américo Lugo el 24 de julio de l924 a sus compatriotas, en la cual les expresa: “La disolución de las Juntas Nacionalistas en los actuales momentos conlleva ría a la perdición del país. Al contrario, los Nacionalistas debemos agruparnos inmediatamente en una estrecha asociación patriótica ante la bochornosa ejecución del plan Hughes-Peynado”.
Así se inicia el aglutinamiento de las Juntas Nacionalistas formadas durante el período de ocupación militar norteamericana, cuya iniciativa había correspondido al maestro don Federico Henríquez y Carvajal, quien crea la primera de esas Juntas en Santiago de Cuba, de allí se establece otra en La Habana y luego en Nueva York hasta llegar al país, donde se extiende en todas las provincias, según detalla Luís F. Mejía en su obra “De Lilís a Trujillo”.
Los hombres que integraban el Partido Nacionalista, en su mayoría, tenían un gran perfil moral: Américo Lugo, Max Henríquez Ureña, Teófilo Hernández, Luís Conrado del Castillo, Manuel Arturo Peña Batlle, Viriato Fiallo, Arístides Fiallo Cabral, Noel Henríquez, Rafael Estrella Ureña y Germán Ornes S., son algunos de los respetables ciudadanos que habían mostrado sus sentimientos nacionalistas, de lo cual habían dado vibrantes pruebas en su celo patriótico ante al gobierno militar que se había instaurado durante los ocho años anteriores.
El pensamiento de los patriotas promotores del Partido Nacionalista, entre otras razones lo guiaba la carencia de un “sentimiento enérgico del Estado”, que, al no haber existido desde la fundación de la República y por la falta de educación política de las masas no había permitido al pueblo ser certero en quienes había escogido en sus elecciones para dirigir la nación; pero, como “el sufragio universal le ha sido otorgado desde el primer albor de su vida independiente, hay que mantenerlo en el goce de tal prerrogativa y empeñarse en enseñarle a usar de ella con la instrucción política del niño y de los campesinos, el servicio militar y la instrucción primaria obligatoria”.
En ese sentir se advierte claramente el entusiasmo de esos prohombres por la ideología nacional-militarista que tomaba cuerpo en Italia y más tarde en Alemania, impulsada por los partidos fascistas en esos países bajo el liderazgo de dos grande impulsadores de masas que interpretaron a plenitud las aspiraciones de esos pueblos luego de concluída la Gran Guerra de l9l4-l9l8.
Los prestigiosos miembros del Partido Nacionalista también ofrecían a los dominicanos “las restauración de la República Dominicana en su primordial condición de Estado ab solutamente soberano”, y “la preservación de la República Dominicana y su mayor auge en prosperidad y grandeza” (…).
La Declaración de Principios que explica la razón de ser de es efímero partido político lleva necesariamente a pensar, a quien estudie la Era de Trujillo con amplitud, en el intenso y creador programa de gobierno que se inicia a partir de la llegada al poder de ese régimen a partir del año l930, con el establecimiento de inmediato de “un sentido enérgico del Estado” que ellos habían considerado inexistente, tal como lo consignaron en el documento que les sirvió de plataforma.
En ese programa de gobierno que presentaron al pueblo los Nacionalistas en 1925, entre otras de sus premisas principales, declaran que “el poder militar del Estado es el mas importante. La fuerza militar del Estado es su fuerza y debe ser aprestada, tanto para la ofensiva como para la defensiva” (…).
La inmigración debe ser de agricultores de raza blanca, evitándose la acumulación de poblaciones en las urbes y promoviendo, la densidad de los campos (..)Las regiones fronterizas deberán ser preferidas para el establecimiento de inmigrantes. De ninguna manera debe provenir de focos extranjeros de miseria y desesperación para evitar la implantación de males sociales que aquí no existen (…). “Reivindicación laboral y legal de todos los derechos de la clase laboral y legal de todos los derechos de la clase obrera, descanso dominical con salario, jornada de ocho horas, construcción de habitaciones ob reras y barrios de mejoramiento social” (…)
En el paralelo que se encuentra entre las aspiraciones políticas y sociales de los nacionalistas y las ejecutorias llevadas a cabo por el régimen trujillista, en su primera parte, se puede apreciar más que una coincidencia programática, una identificación ideológica envuelta en un proyecto de nación. Bastaba tener presente que esta interpretación que la mayoría de los hombres que con fervor nacionalista expusieron en su Declaración de principios, sus sentimientos patrióticos y su altura de miras para lograr “auge y grandeza para la República”, estuvieron entre los lúcidos colaboradores que sobresalieron en la Era de Trujillo, tal vez con la íntima convicción de que, así podrían ofrecer sus aportes al país, como desearon cuando decidieron agruparse en asociación política, al término de la intervención y, con el “hombre único” que le daba el “sentido enérgico del Estado” del que había carecido la República , podrían contribuir a las transformaciones beneficiosas que ellos habían aspirado menos de una década atrás.
Publicado en el periódico HOY,
SANTO DOMINGO, año 1935
Para el año l935, la República habría de lograr “un alto grado de densidad moral, signo de verdadera civilización, debido a la unificación del país; la abolición del caudillaje local y la creación de relaciones frecuentes entre todas las regiones”, si es aceptado co mo válido ese enunciado que hizo Pedro Henríquez Ureña, al periodista Ramón Lugo Lovatón, poco antes del educador abandonar el país en l933. La economía dominicana había pasado su peor momento., Una dinámica de trabajo y advertía por todas partes. Grandes obras como el puerto de Santo Domingo se habían iniciado y se completaba el desvío del Ferrocarril Central Dominicano en beneficio de las provincias del Cibao. En la ciudad capital se sentía el trabajo trepidante.
Las avenidas Independencia y Bolívar mostraban sus aceras recién construídas y sus árboles acabados de plantar. El parque Colón había sido completamente remodelado y las calles exhibían sus placas nominales mientras avanzaba la colocación de las placas numerales de las casas. Los trabajos de aislamiento del Baluarte 27 de Febrero, para dejarlo como arco de triunfo, y el embellecimiento de su entorno se ejecutaban con celeridad, así como la supresión de las cunetas de la calle El Conde y la ampliación de sus aceras.
En esas obras se destacaba la entusiasta actividad del presidente del Consejo Administrativo, Virgilio Alvarez Pina, consagrado munícipe al engrandecimiento de la ciudad capital y a quien se debían muchas de esas iniciativas de ornato y desarrollo capitalino.
La avenida Presidente Trujillo, rebautizada ese mismo año como George Washington, la más bella y extensa de la República, con su balaustradas casi terminada servía de hermoso marco para “el paseo de prominentes miembros de la sociedad, el cuerpo diplomático y banqueros Las estaciones de radio se escuchaban por doquier, “su cantidad pasaba de doce y ya el aire está saturado de ondas de todas clases”.
El progreso del país se hace cada vez más evidente. Se establece el servicio radiotelegráfico internacional y “cualquier persona desde su aparato telefónico puede hablar con cualquier parte del mundo”.
El censo de ese año arroja una población de l,478,l3l habitantes y 304,523 viviendas. En la capital viven 71,297 personas y en Santiago 33,919.En ese marco de vitalidad nacional el presidente del Senado, Mario Fermín Cabral, escoge el momento en que se celebra un mitin obrero en Santiago, “como demostración de gratitud al Ilustre Benefactor de la Patria por la avanzada legislación estableciendo la jornada laboral de ocho horas, para lanzar la idea de denominar Ciudad Trujillo a la ciudad de Santo Domingo.
El Presidente Trujillo se encuentra físicamente saludable. Ya el científico francés profesor Georges Marión lo ha intervenido quirúrgicamente tres veces; la última, ese mismo año, cuando contrae matrimonio con doña María de los Angeles Martínez Alba. Tambiénn el Presidente se muestra satisfecho de su ejercicio gubernamental. En esa práctica mantiene el temor y la sumisión como sus principales recursos en su estrategia para vencer las pocas voluntades inconformes con su régimen que puedan quedar en el país. Algunos empresarios y profesionales como Amadeo Barletta, Ramón de Lara, José Selig Hernández, Oscar Michelena, Juan Ulises García Bonnelly, entre otros, van a la cárcel acusados de organizar un atentado contra la vida del Presidente. Otros acusados por acciones similares, como Francisco Augusto Lora, Fernando Bermúdez, Julio Minicucci, son puestos en libertad. Y, en Santiago, un grupo de damas intervienen ante el Presidente para que también sean liberados Ramón Vila Piola, Juan Isidro Jimenez Grullón y Jesús María Patiño.
Una prestante proyección del país se extiende fuera de sus fronteras. Ernesto Bonetti Burgos, presenta credenciales de Ministro en Alemania y su discurso ante el canciller Adolfo Hitler, “compara la labor de ambos notables gobernantes: “Vengo a representar cerca de Vuestra Excelencia y del Gobierno del Reich un país y un gobierno unidos por vínculos de viva simpatía y de compenetración ideológica a la gloriosa nación alemana”.
Las letras naciones mantiene el mismo vigor que la piqueta constructora. Rufino Blanco Fombona recomienda en Madrid a los profesores españoles de literatura hispanoamericana el libro “Historia de la Literatura Castellana”, de Abigaíl Mejía de Fernández, por “considerar esa obra excelente, no inferior a ninguna de su índole en España ni América”.
La revista “Bahoruco” de Horacio Blanco Fombona, “uno de los mejores periodistas del Continente”, llega con éxito a su sexto año de publicación; y, “Cosmopolita”, con sus gráficas de gran belleza “no solo prestigia la capacidad de Bienvenido Gimbernard sino a la República en el campo de las letras gráficas”.
Francisco Moscos Puello, publica su novela “Cañas y Bueyes”, “un bello exponente de literatura vernácula, de tendencia costumbrista”. En ese escenario entusiasta de quehacer intelectual, el subsecretario de Educación y Bellas Artes, Joaquín Balaguer, “uno de nuestros más notables literatos quien residió hace poco durante tres años en España, ofrece una Conferencia con el título: “Sevilla, la ciudad de la Gracia”. El poeta Juan Bautista Lamarche comenta la disertación y se refiere al conferenciante, a quien sólo conocía de nombre y alaba “su modestia, su sincera, su auténtica modestia”. Lo define como “hombre tímido, hermético y reposado”.
1935 es el año en que el doctor Américo Lugo, suscribe contrato con el Estado para escribir una historia de Santo Domingo, compromiso que se verá deshecho un año más tarde, con tristes resultados para el eminente intelectual.
Ese año fue destacado en la vida de la República hasta en las muertes: El educador Federico Henríquez y Carvajal, “ilustre médico y patricio”, fallece en Santiago de Cuba. Arturo Pellerano Alfau, muere y “la capital entera, podría decirse, asiste en masa para acompañar a los familiares del ilustre fallecido”. También muere Juan Bautista Vicini Burgos, “prestante hombre público; y el legislador José Trujillo Valdéz, padre del Presidente de la República deja de existir y el gobierno le rinde honores fúnebres con grandeza homérica.
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Las avenidas Independencia y Bolívar mostraban sus aceras recién construídas y sus árboles acabados de plantar. El parque Colón había sido completamente remodelado y las calles exhibían sus placas nominales mientras avanzaba la colocación de las placas numerales de las casas. Los trabajos de aislamiento del Baluarte 27 de Febrero, para dejarlo como arco de triunfo, y el embellecimiento de su entorno se ejecutaban con celeridad, así como la supresión de las cunetas de la calle El Conde y la ampliación de sus aceras.
En esas obras se destacaba la entusiasta actividad del presidente del Consejo Administrativo, Virgilio Alvarez Pina, consagrado munícipe al engrandecimiento de la ciudad capital y a quien se debían muchas de esas iniciativas de ornato y desarrollo capitalino.
La avenida Presidente Trujillo, rebautizada ese mismo año como George Washington, la más bella y extensa de la República, con su balaustradas casi terminada servía de hermoso marco para “el paseo de prominentes miembros de la sociedad, el cuerpo diplomático y banqueros Las estaciones de radio se escuchaban por doquier, “su cantidad pasaba de doce y ya el aire está saturado de ondas de todas clases”.
El progreso del país se hace cada vez más evidente. Se establece el servicio radiotelegráfico internacional y “cualquier persona desde su aparato telefónico puede hablar con cualquier parte del mundo”.
El censo de ese año arroja una población de l,478,l3l habitantes y 304,523 viviendas. En la capital viven 71,297 personas y en Santiago 33,919.En ese marco de vitalidad nacional el presidente del Senado, Mario Fermín Cabral, escoge el momento en que se celebra un mitin obrero en Santiago, “como demostración de gratitud al Ilustre Benefactor de la Patria por la avanzada legislación estableciendo la jornada laboral de ocho horas, para lanzar la idea de denominar Ciudad Trujillo a la ciudad de Santo Domingo.
El Presidente Trujillo se encuentra físicamente saludable. Ya el científico francés profesor Georges Marión lo ha intervenido quirúrgicamente tres veces; la última, ese mismo año, cuando contrae matrimonio con doña María de los Angeles Martínez Alba. Tambiénn el Presidente se muestra satisfecho de su ejercicio gubernamental. En esa práctica mantiene el temor y la sumisión como sus principales recursos en su estrategia para vencer las pocas voluntades inconformes con su régimen que puedan quedar en el país. Algunos empresarios y profesionales como Amadeo Barletta, Ramón de Lara, José Selig Hernández, Oscar Michelena, Juan Ulises García Bonnelly, entre otros, van a la cárcel acusados de organizar un atentado contra la vida del Presidente. Otros acusados por acciones similares, como Francisco Augusto Lora, Fernando Bermúdez, Julio Minicucci, son puestos en libertad. Y, en Santiago, un grupo de damas intervienen ante el Presidente para que también sean liberados Ramón Vila Piola, Juan Isidro Jimenez Grullón y Jesús María Patiño.
Una prestante proyección del país se extiende fuera de sus fronteras. Ernesto Bonetti Burgos, presenta credenciales de Ministro en Alemania y su discurso ante el canciller Adolfo Hitler, “compara la labor de ambos notables gobernantes: “Vengo a representar cerca de Vuestra Excelencia y del Gobierno del Reich un país y un gobierno unidos por vínculos de viva simpatía y de compenetración ideológica a la gloriosa nación alemana”.
Las letras naciones mantiene el mismo vigor que la piqueta constructora. Rufino Blanco Fombona recomienda en Madrid a los profesores españoles de literatura hispanoamericana el libro “Historia de la Literatura Castellana”, de Abigaíl Mejía de Fernández, por “considerar esa obra excelente, no inferior a ninguna de su índole en España ni América”.
La revista “Bahoruco” de Horacio Blanco Fombona, “uno de los mejores periodistas del Continente”, llega con éxito a su sexto año de publicación; y, “Cosmopolita”, con sus gráficas de gran belleza “no solo prestigia la capacidad de Bienvenido Gimbernard sino a la República en el campo de las letras gráficas”.
Francisco Moscos Puello, publica su novela “Cañas y Bueyes”, “un bello exponente de literatura vernácula, de tendencia costumbrista”. En ese escenario entusiasta de quehacer intelectual, el subsecretario de Educación y Bellas Artes, Joaquín Balaguer, “uno de nuestros más notables literatos quien residió hace poco durante tres años en España, ofrece una Conferencia con el título: “Sevilla, la ciudad de la Gracia”. El poeta Juan Bautista Lamarche comenta la disertación y se refiere al conferenciante, a quien sólo conocía de nombre y alaba “su modestia, su sincera, su auténtica modestia”. Lo define como “hombre tímido, hermético y reposado”.
1935 es el año en que el doctor Américo Lugo, suscribe contrato con el Estado para escribir una historia de Santo Domingo, compromiso que se verá deshecho un año más tarde, con tristes resultados para el eminente intelectual.
Ese año fue destacado en la vida de la República hasta en las muertes: El educador Federico Henríquez y Carvajal, “ilustre médico y patricio”, fallece en Santiago de Cuba. Arturo Pellerano Alfau, muere y “la capital entera, podría decirse, asiste en masa para acompañar a los familiares del ilustre fallecido”. También muere Juan Bautista Vicini Burgos, “prestante hombre público; y el legislador José Trujillo Valdéz, padre del Presidente de la República deja de existir y el gobierno le rinde honores fúnebres con grandeza homérica.
Publicado en el periódico HOY,
sábado, 6 de diciembre de 2008
TRUJILLO Y YO”
Los comentarios acerca de las memorias de Johnny Abbes que ha ofrecido en días recientes la experimentada periodista e investigadora Angela Peña, en su columna “Media Naranja”, y que publica en este periódico, nos han recordado un breve encuentro que sostuvimos con ese decisivo personaje del régimen trujillista en su última etapa.
Lo tratamos por única vez en la ciudad de Puerto Príncipe, cuando nos desempeñábamos en calidad de administrador de la Dominicana de Aviación, durante el primer período de gobierno del doctor Joaquín Balaguer por elecciones abiertas; esto es, a partir del primero de julio del año mil novecientos sesenta y seis.
A finales de ese año decidimos la reapertura de la ruta aérea hacia Haití y por tal razón hacíamos visitas con relativa frecuencia ala capital haitiana. Para aquel tiempo residían allá muchos ex agentes del Servicio de Inteligencia Militar (SIM), que habían huido de Santo Domingo al desintegrarse aquel gobierno de opresión al cual sirvieron. Entre esos antiguos miembros del intimidante organismo de control ciudadano que se encontraban en el vecino país, había dos con quienes mantuvimos vinculaciones de amistad antes de pertenecer a la terrible institución del Estado. Uno lo era “El Tigre de Bonao”, bautizado con ese nombre por su agilidad y gran estilo en la lucha libre, deporte en que había sobresalido cuando esa práctica se desarrolló en el país. Para aquel momento, teníamos una grata relación de amistad; vivíamos nuestras mocedades y hacíamos gala de incipiente hombría en los prostíbulos de la calle Jacinto de la Concha, cuando el país no soñaba con la existencia del SIM y Johnny Abbes, tal vez era un miembro entusiasta e inteligente de la prensa deportiva.
El otro calié lo fue Carlos Manuel García Mendieta, al cual conocimos cuando ambos trabajábamos en “La Voz Dominicana”. Orador grandilocuente y poeta; conversador agradable y poseedor de apreciable cultura, a quien sus compañeros en la cátedra de Derecho tenían por un estudiante brillante de la carrera. Para la invasión de junio del 59, abandonó el empleo y comenzó a dejarse ver en uno de los cepillos del SIM en rondas de intimidación
El ex coronoel del Ejército Nacional, Johnny Abbes García, quien fue jefe del Servicio de Inteligencia Militar, era el personaje de mayor relevancia entre aquel éxodo compuesto por hombres que alguna vez fueron propiciadores de terror, de flagelación y muerte. Mantenía distancia de los demás y su experiencia le había puesto al servicio del doctor Francois Duvalier, el taciturno médico que gobernaba Haití, en fiel émulo de la práctica trujillista.
La tarde que llegamos a Puerto Príncipe para organizar la apertura de la estación aérea compartíamos con algunos de nuestros acompañantes en el bar. que se encontraba en el vestíbulo del hotel “Caban Chucum”. Envueltos en la trivialidad de las conversaciones que esos ratos ofrecen, vimos llegar al lugar un hombre regordete y de ojos saltones, desgarbado y de “pesados andares”, como decía Garcia Lorca, de sí: Vestía chacabana blanca que lucía larga y holgada en su anatomía desajustada. Uno de nuestros acompañantes, hombre de carácter extrovertido, lo llamó por su nombre con familiaridad. Esto nos permitió identificar al recién llegado, que no nos había parecido del todo desconocido.
Nos fue presentado por quien lo había saludado y a la vez lo invitó a integrarse al grupo de celebrantes. Cuando hubimos terminado allí el festejo, él quiso que lo acompañásemos a su casa, a lo cual accedimos y junto algunos de nuestros acompañantes compartimos en en hogar por algún rato y en medio de la conversación escuchamos de sus labios expresiones de amargura contra personajes que habían adquirido relevancia y poder de arbitraje en la vida nacional desde distintos escenarios durante la Era de Trujillo y que, según Abbes, tenían tantas culpas como las suyas en la desbordada represión del régimen en su etapa final; empero, su actuación, la de él, había estado normada por la responsabilidad institucional que le cabía en el sostenimiento del régimen, a lo que se entregó con celo absoluto.
Por un momento se levantó para buscar un voluminoso legajo escrito a maquinilla y que había titulado “Trujillo y Yo”. Leyó brevemente algo de su contenido. Mientras lo hacía pausaba para decirnos que su libro le permitiría al pueblo dominicano conocer en verdad todos los grandes responsables de los momentos aciagos que vivó en los últimos años de la “Era de Trujillo”, para que pudiera repartir las culpas de esa gran tragedia nacional.
Hasta leer las entregas de Angela Peña, creíamos que esos testimonios escritos por un actor excepcional de aquel trágico período habían desaparecido entre las llamas de su casa cuando fue incendiada, luego de su autor ser ejecutado por su participación en un complot fallido contra el Presidente Duvalier. Entonces pensamos que era una pena que el pueblo dominicano se hubiese visto privado de conocer aquel legado, el cual tenía derecho de conocer. Ahora que han aparecido esas vivencias, tenemos la misma idea en cuanto a que sean expuestas al conocimiento público, igual como lo pensamos hace
Mas de tres décadas
Publicado en el periódico HOY, en fecha
22 de noviembre de l999
Lo tratamos por única vez en la ciudad de Puerto Príncipe, cuando nos desempeñábamos en calidad de administrador de la Dominicana de Aviación, durante el primer período de gobierno del doctor Joaquín Balaguer por elecciones abiertas; esto es, a partir del primero de julio del año mil novecientos sesenta y seis.
A finales de ese año decidimos la reapertura de la ruta aérea hacia Haití y por tal razón hacíamos visitas con relativa frecuencia ala capital haitiana. Para aquel tiempo residían allá muchos ex agentes del Servicio de Inteligencia Militar (SIM), que habían huido de Santo Domingo al desintegrarse aquel gobierno de opresión al cual sirvieron. Entre esos antiguos miembros del intimidante organismo de control ciudadano que se encontraban en el vecino país, había dos con quienes mantuvimos vinculaciones de amistad antes de pertenecer a la terrible institución del Estado. Uno lo era “El Tigre de Bonao”, bautizado con ese nombre por su agilidad y gran estilo en la lucha libre, deporte en que había sobresalido cuando esa práctica se desarrolló en el país. Para aquel momento, teníamos una grata relación de amistad; vivíamos nuestras mocedades y hacíamos gala de incipiente hombría en los prostíbulos de la calle Jacinto de la Concha, cuando el país no soñaba con la existencia del SIM y Johnny Abbes, tal vez era un miembro entusiasta e inteligente de la prensa deportiva.
El otro calié lo fue Carlos Manuel García Mendieta, al cual conocimos cuando ambos trabajábamos en “La Voz Dominicana”. Orador grandilocuente y poeta; conversador agradable y poseedor de apreciable cultura, a quien sus compañeros en la cátedra de Derecho tenían por un estudiante brillante de la carrera. Para la invasión de junio del 59, abandonó el empleo y comenzó a dejarse ver en uno de los cepillos del SIM en rondas de intimidación
El ex coronoel del Ejército Nacional, Johnny Abbes García, quien fue jefe del Servicio de Inteligencia Militar, era el personaje de mayor relevancia entre aquel éxodo compuesto por hombres que alguna vez fueron propiciadores de terror, de flagelación y muerte. Mantenía distancia de los demás y su experiencia le había puesto al servicio del doctor Francois Duvalier, el taciturno médico que gobernaba Haití, en fiel émulo de la práctica trujillista.
La tarde que llegamos a Puerto Príncipe para organizar la apertura de la estación aérea compartíamos con algunos de nuestros acompañantes en el bar. que se encontraba en el vestíbulo del hotel “Caban Chucum”. Envueltos en la trivialidad de las conversaciones que esos ratos ofrecen, vimos llegar al lugar un hombre regordete y de ojos saltones, desgarbado y de “pesados andares”, como decía Garcia Lorca, de sí: Vestía chacabana blanca que lucía larga y holgada en su anatomía desajustada. Uno de nuestros acompañantes, hombre de carácter extrovertido, lo llamó por su nombre con familiaridad. Esto nos permitió identificar al recién llegado, que no nos había parecido del todo desconocido.
Nos fue presentado por quien lo había saludado y a la vez lo invitó a integrarse al grupo de celebrantes. Cuando hubimos terminado allí el festejo, él quiso que lo acompañásemos a su casa, a lo cual accedimos y junto algunos de nuestros acompañantes compartimos en en hogar por algún rato y en medio de la conversación escuchamos de sus labios expresiones de amargura contra personajes que habían adquirido relevancia y poder de arbitraje en la vida nacional desde distintos escenarios durante la Era de Trujillo y que, según Abbes, tenían tantas culpas como las suyas en la desbordada represión del régimen en su etapa final; empero, su actuación, la de él, había estado normada por la responsabilidad institucional que le cabía en el sostenimiento del régimen, a lo que se entregó con celo absoluto.
Por un momento se levantó para buscar un voluminoso legajo escrito a maquinilla y que había titulado “Trujillo y Yo”. Leyó brevemente algo de su contenido. Mientras lo hacía pausaba para decirnos que su libro le permitiría al pueblo dominicano conocer en verdad todos los grandes responsables de los momentos aciagos que vivó en los últimos años de la “Era de Trujillo”, para que pudiera repartir las culpas de esa gran tragedia nacional.
Hasta leer las entregas de Angela Peña, creíamos que esos testimonios escritos por un actor excepcional de aquel trágico período habían desaparecido entre las llamas de su casa cuando fue incendiada, luego de su autor ser ejecutado por su participación en un complot fallido contra el Presidente Duvalier. Entonces pensamos que era una pena que el pueblo dominicano se hubiese visto privado de conocer aquel legado, el cual tenía derecho de conocer. Ahora que han aparecido esas vivencias, tenemos la misma idea en cuanto a que sean expuestas al conocimiento público, igual como lo pensamos hace
Mas de tres décadas
Publicado en el periódico HOY, en fecha
22 de noviembre de l999
AUGUSTO PINOCHET
Las elecciones en Chile, en el mes de septiembre de 1970 fueron celebraron bajo un clima tenso y amenazante de violencia. “El ejército desplegó tanques y tropas armadas mientras los candidatos luchaban cabeza a cabeza”. Ninguno de los aspirantes a la Presidencia de la República obtuvo la mayoría de votos requeridos para obtenerla, por lo que el Congreso tuvo que proclamar al ganador. Salvador Allende, quien había superado por pocos votos a su competidor más cercano obtuvo el triunfo final. Esa marcada división entre las fuerzas políticas chilenas demostraba que el candidato de la Coalición Popular había tenido un triunfo frágil.
Salvador Allende, desde antes de ser confirmado por el Congreso se mostró desafiante; si se quiere, políticamente imprudente, a pesar de la precariedad de su base política. Prometió que su gobierno sería “antiimperialista, patriótico y nacional”, al mismo tiempo que anunciaba que nacionalizaría “muchos negocios y realizará una avalancha de cambios en la economía”. Mientras el flamante Presidente esboza cómo será su gobierno, los democristianos reclaman “garantías para la Democracia” y el Presidente Frei recuerda a las fuerza armadas “que su misión es custodiar la libertad y la Democracia”.
Los antagonismos ideológicos en el pueblo chileno van haciéndose más radicales a medida que Allende va aplicando sus planes de gobierno con profundas transformaciones. Se introducen cambios intempestivos en una sociedad conservadora, donde existían por larga tradición poderosos intereses nacionales y extranjeros que hemonizaban la vida económica de esa nación.
En medio de todo esto llega Fidel Castro, ícono de las juventudes revolucionarias de América en una larga visita y festeja con su presencia efervescente la nueva realidad política y social que ha impuesto el gobierno marxista, émulo del suyo, sobre el cual The Guardian, el importante diario inglés, calificaba como “el más importante hecho ocurrido en latinoamérica desde la revolución cubana”.
Mientras el gobierno de Allende se debatía entre sus intrépidas reformas y la renuencia de las fuerzas que se oponían a tan radicales cambios, las perspectivas del país se presentaban cada vez más propicias para un trágico desenlace, como desde el principio del gobierno socialista era previsible. Juan Bosch, a los pocos días de haber obtenido Allende la Presidencia dijo: “(...) aunque la mayoría de los jefes y soldados de las fuerzas armadas chilenas son nacionalistas, no debe causar sorpresa que algún jefe se ponga al servicio de los yankis para causarle dificultades”.
Aquella advertencia de Bosch se cumplió el 11 de septiembre de 1963 en forma de infinita tragedia. Un viento de guerra sopló sobre aquel ejército poderoso y el país se vio inmerso en una vorágine incontenible de exterminio para aquellos sectores que se habían identificado con los cambios que se habían producido en los últimos tres años en la sociedad chilena, promovidos por la doctrina marxista que había asumido el gobierno. El propio Presidente Allende estuvo entre las primeras víctimas del golpe de Estado encabezado por el general Augusto Pinochet, quien pocos días antes había asumido el mando del ejército.
Derrocado Allende, en Chile comenzó a regir un despotismo militar implacable con todos a quienes la jerarquía gobernante entendía simpatizantes y militantes del marxismo derrocado. El sometimiento, la tortura y la muerte pasó a ser la conducta del gobierno de facto para con aquellos que consideraban opositores políticos e ideológico. El gobierno de los Estados Unidos decidió “encubrirlo y apoyarlo en aquella política de exterminio”, tal vez, porque, el régimen de Pinochet que había sido el resultado del soporte de importantes capitales norteamericanos y la derecha conservadora nacional, venía a resultar un aliado circunstancial de utilidad en aquellos tiempos de la Guerra Fría.
Durante diecisiete años en Chile no se movía una hoja sin que Pinochet lo supiera, como él mismo afirmó en una muestra de arrogancia y como una alegoría al poder de exterminio irrefrenable que ostentaba. Sin embargo, “guste o no, este reaccionario brutal y corrupto gobernante, por razones que no están claras sí inició las bases del éxito contemporáneo de su país. Y más sorprendente todavía, cuando perdió el referéndum en 1998, dejó el poder”, como señala el análisis que hace Marton Wolf en un amplio artículo que reproduce el periódico Hoy de fecha reciente.
Augusto Pinochet ha muerto; el juicio moral que se ha dictado sobre este hombre desde antes de su muerte ha sido sombríamente concluyente. En los últimos tiempos de su vida se formularon acusaciones de atesorar millones de dólares mal habidos. Indudablemente que su figura implacable y fanática, exclusivamente defendiendo una idea o impulsado por sus fuertes convicciones, con tal descubrimiento bancario se vio rebajada a la condición de delincuente económico, igualándose, por tanto, a la burda comparsa de gobernantes propulsores del latrocinio que abundan en la política latinoamericana. Hasta ante los ojos de gran parte de quienes fueron sus defensores en Chile, donde la corrupción política no ha echado raíces firmes, su actitud última lo ha vulgarizado, restándole respeto.
Ahora falta el juicio que su figura de gobernante recibirá estrictamente dentro del marco de la Historia. Pero, para eso habrá de esperar décadas, porque, en caso de comenzar a hacerlo ahora, podría verse enturbiado el juicio de quienes asuman la función de jueces a destiempo.
Publicado en periódico HOY,
L9 de diciembre 2006
Salvador Allende, desde antes de ser confirmado por el Congreso se mostró desafiante; si se quiere, políticamente imprudente, a pesar de la precariedad de su base política. Prometió que su gobierno sería “antiimperialista, patriótico y nacional”, al mismo tiempo que anunciaba que nacionalizaría “muchos negocios y realizará una avalancha de cambios en la economía”. Mientras el flamante Presidente esboza cómo será su gobierno, los democristianos reclaman “garantías para la Democracia” y el Presidente Frei recuerda a las fuerza armadas “que su misión es custodiar la libertad y la Democracia”.
Los antagonismos ideológicos en el pueblo chileno van haciéndose más radicales a medida que Allende va aplicando sus planes de gobierno con profundas transformaciones. Se introducen cambios intempestivos en una sociedad conservadora, donde existían por larga tradición poderosos intereses nacionales y extranjeros que hemonizaban la vida económica de esa nación.
En medio de todo esto llega Fidel Castro, ícono de las juventudes revolucionarias de América en una larga visita y festeja con su presencia efervescente la nueva realidad política y social que ha impuesto el gobierno marxista, émulo del suyo, sobre el cual The Guardian, el importante diario inglés, calificaba como “el más importante hecho ocurrido en latinoamérica desde la revolución cubana”.
Mientras el gobierno de Allende se debatía entre sus intrépidas reformas y la renuencia de las fuerzas que se oponían a tan radicales cambios, las perspectivas del país se presentaban cada vez más propicias para un trágico desenlace, como desde el principio del gobierno socialista era previsible. Juan Bosch, a los pocos días de haber obtenido Allende la Presidencia dijo: “(...) aunque la mayoría de los jefes y soldados de las fuerzas armadas chilenas son nacionalistas, no debe causar sorpresa que algún jefe se ponga al servicio de los yankis para causarle dificultades”.
Aquella advertencia de Bosch se cumplió el 11 de septiembre de 1963 en forma de infinita tragedia. Un viento de guerra sopló sobre aquel ejército poderoso y el país se vio inmerso en una vorágine incontenible de exterminio para aquellos sectores que se habían identificado con los cambios que se habían producido en los últimos tres años en la sociedad chilena, promovidos por la doctrina marxista que había asumido el gobierno. El propio Presidente Allende estuvo entre las primeras víctimas del golpe de Estado encabezado por el general Augusto Pinochet, quien pocos días antes había asumido el mando del ejército.
Derrocado Allende, en Chile comenzó a regir un despotismo militar implacable con todos a quienes la jerarquía gobernante entendía simpatizantes y militantes del marxismo derrocado. El sometimiento, la tortura y la muerte pasó a ser la conducta del gobierno de facto para con aquellos que consideraban opositores políticos e ideológico. El gobierno de los Estados Unidos decidió “encubrirlo y apoyarlo en aquella política de exterminio”, tal vez, porque, el régimen de Pinochet que había sido el resultado del soporte de importantes capitales norteamericanos y la derecha conservadora nacional, venía a resultar un aliado circunstancial de utilidad en aquellos tiempos de la Guerra Fría.
Durante diecisiete años en Chile no se movía una hoja sin que Pinochet lo supiera, como él mismo afirmó en una muestra de arrogancia y como una alegoría al poder de exterminio irrefrenable que ostentaba. Sin embargo, “guste o no, este reaccionario brutal y corrupto gobernante, por razones que no están claras sí inició las bases del éxito contemporáneo de su país. Y más sorprendente todavía, cuando perdió el referéndum en 1998, dejó el poder”, como señala el análisis que hace Marton Wolf en un amplio artículo que reproduce el periódico Hoy de fecha reciente.
Augusto Pinochet ha muerto; el juicio moral que se ha dictado sobre este hombre desde antes de su muerte ha sido sombríamente concluyente. En los últimos tiempos de su vida se formularon acusaciones de atesorar millones de dólares mal habidos. Indudablemente que su figura implacable y fanática, exclusivamente defendiendo una idea o impulsado por sus fuertes convicciones, con tal descubrimiento bancario se vio rebajada a la condición de delincuente económico, igualándose, por tanto, a la burda comparsa de gobernantes propulsores del latrocinio que abundan en la política latinoamericana. Hasta ante los ojos de gran parte de quienes fueron sus defensores en Chile, donde la corrupción política no ha echado raíces firmes, su actitud última lo ha vulgarizado, restándole respeto.
Ahora falta el juicio que su figura de gobernante recibirá estrictamente dentro del marco de la Historia. Pero, para eso habrá de esperar décadas, porque, en caso de comenzar a hacerlo ahora, podría verse enturbiado el juicio de quienes asuman la función de jueces a destiempo.
Publicado en periódico HOY,
L9 de diciembre 2006
ROQUE DALTON
Roque Dalton, es uno de los poetas modernos más importantes de El Salvador y de todos los pueblos centroamericanos. El reconocimiento a su obra poética alcanza a los círculos intelectuales de toda América. Fue asesinado el 10 de mayo de l975, tras ser encontrado culpable en juicio a que fue sometido por la dirigencia del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), movimiento político al cual pertenecía.
Ese hecho fue un pesado fardo que tuvo que cargar la agrupación y que luego se extendió al Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), cuando bajo esa dirección se unificaron los varios grupos de izquierda para abrir un frente de lucha armada en El Salvador.
La forma y causa de la muerte de este poeta, lo han rodeado del martirologio y ha sobrevenido el mito, como suele acontecer con ciertas trágicas ocurrencias políticas, que en su caso, lo habrán contrariado mucho el mas allá, por haber sido opuesto a esas canonizaciones, como dijo a la muerte de su compañero, el escritor Otto René Castillo, con expresiones que tanto se ajustaban a su propia y trágica desaparición: “Su afán de vivir intensa y apasionadamente le cobró su precio frente a la severidad de sus camaradas. El motivo mas importante de citar este aspecto es el de salvarlo de el riesgo de pasar a la historia como un santón, como uno de esos personajes planos a que nos tiene acostumbrado el apologismo póstumo…”
El poeta Dalton fue ejecutado cuando sólo le faltaban cuatro días para cumplir cuarenta años.. Su vida había sido intensa y rica en experiencias. A los dieciocho años viaja a Chile para estudiar Derecho y su espíritu inquieto nada mas le permite permanecer allí once meses. Viaja a la Unión Soviética, en ocasión del Festival de la Juventud y regresa a El Salvador en el mismo año l974. Se inscribe en la cátedra de Derecho de la Universidad Nacional y crea allí el Círculo Literario Universitario.
Se dedica al periodismo. Llega casi a abrazarse con la muerte, cuando fue detenido por asociarse a los grupos desafectos al régimen del presidente José María Lemús y lo salva del paredón la caída oportuna de ese gobernante. Entonces viaja a México y luego a Cuba, donde echa raíces profundas. Trabaja en Radio Habana, La Casa de Las Américas y en la Unión de Artistas Cubanos; además produce dos libros: “Mía junto a los Pájaros” y “La Ventana en el Rostro”: “Querido Jorge: Yo llegué a la revolución por la vía de la poesía. Tú podrás llegar (si lo deseas, si sientes que lo necesitas) a la poesía por vía de la revolución. Tienes por lo tanto una ventaja. Pero Recuerda, si alguna vez hubiese un motivo especial para que te alegre mi compañía en la lucha, que en algo hay agradecérselo a la poesía”.
En el año l963, regresa de forma oculta a su patria y un año después es detenido. Escapa de la prisión cuando un terremoto afecta la cárcel de Cojutepeque, donde lo mantenían prisionero y por eso logra huir. Regresa a La Habana y luego se traslada a Europa, donde permanece por unos años. En el año l973 regresa a El Salvador. Su vida trashumante y aventurera concluye. Recibe instrucciones de integrarse al quehacer subversivo en su patria. El poeta había llegado a la edad en que las utopías comienzan a desvanecerse en el individuo cuando la vida le hace comprender “que no se puede bajar el cielo a la tierra”, como aspirábamos: “que la vida solo nos puede dar un poco y eso sucede poco a poco”.
En conversaciones con algunas personas que fueron sus amigos, me confiaron que el poeta comenzaba a mostrar escepticismo, desencanto y cierta irreverencia ante el fanatismo y rigor ideológico de sus compañeros, por lo que fue dejando acumular sedimentos de desconfianza hacia él entre sus compañeros del ala más radical de sus camaradas.
Su tendencia a la dipsomanía y renuencia por ajustarse a las rígidas normas disciplinarias del grupo a que pertenecía fueron haciéndolo sujeto de cuestionamiento en aquellos momentos en que la rectitud y apego a lo mas fiel de la doctrina marxista llegaba al límite, por encontrarse las agrupaciones subversivas en la antesala de su gran momento.
La duda sobres la lealtad y entrega del poeta a la causa que representaba el FRP, flotaba como una sombra ominosa sobre su laureada cabeza, hasta que al fin le fue levantado juicio por “insoburdinación e indisciplina”, además de “espía de una potencia extranjera” que se dio por de contado que esa potencia lo era Los Estados Unidos de Norteamérica, pues en las acusaciones le incluyeron ser “agente de la CIA”, etiqueta inescapable en la izquierda de entonces para aquellos de sus camaradas que podían ser disidentes o haber perdido el entusiasmo ideológico. Pero según la tesis de su amigo, el escritor cubano Heberto Padilla, tal potencia pudo haber sido Cuba, pues según él, el asesinato de Roque Dalton, “se debió a una fuerte tensión entre la posición sectorial de la guerrilla salvadoreña y la mas pragmática del gobierno cubano”.
“Tal vez ya no estaré frente a los vientos./ (no lo puedo decir sin que me tiemble la flor de la sonrisa) / Tal vez se habrá extraviado mi figura y ya mi pecho erecto será espacio de ascendientes raíces./ Tal vez ya no estaré, tal vez ya estaré muerto./ Mas cuando llegue, cuando fructifique, cuando estalle la dicha y esparza sus dinámicos retornos por el mundo mi voz, mi altura y yo volveremos a ser porque mis huesos navegarán alegres los pasos conquistados como nuevos bajeles”/
Al término del conflicto bélico por vía de la imposición de los Acuerdos de Paz, el fantasma del poeta ejecutado surgió para reclamar a quienes decidieron su absurda y estéril sacrificio. Ya dos años después de su muerte, el propio ERP había reconocido que “el pragmatismo, la miopía, la sed de poder y control individual y el excesivo militarismo había llevado a trágicas consecuencias para la organización”. Joaquín Villalobos, quien para la fecha en que fue fusilado el poeta, recién había llegado a esa organización y contaba unos veinte años de edad y mas tarde sobresaldría como uno de sus principales comandantes guerrilleros y, además fue uno de los artífices de los Acuerdos que pusieron término a la lucha armada, aceptó su “responsabilidad política” de aquel “error histórico”, aun cuando se desligó de haber tenido alguna relación directa con la muerte de Roque Dalton.
El volcán de San Salvador produjo a principios de este siglo que termina, una correntada de lava que se desbordó desde su cráter hacia el lado opuesto a la ciudad capital. Hoy día se observa en el valle que por ese lado existe, un amplio espacio cubierto por pedruscos de color gris oscuro, casi negro, porosos y livianos, como recuerdo de aquella erupción de Vulcano ocurrido hace casi noventa años. Toda la zona que contiene esa roca volcánica la llaman “El Playón” y a su lado corre una estrecha carretera asfaltada que conduce al pueblo de Quezaltepeque desde el oriente de San Salvador. Los días domingo, particularmente, la zona se torna festiva por los muchos vehículos que, desde la capital se dirigen al velódromo “El Jabalí”, ubicado en aquel valle y disfrutar de competencias deportivas de autos. Allí, debajo de esas piedras reminiscencias del volcán dormido, entre mayo y junio del año de su sacrificio, fue llevado el cadáver del poeta Dalton y enterrado de forma rápida y furtiva a pocos centímetros de la superficie, debido a lo cual los animales se encargaron de que sus restos se perdieran para siempre.
“Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre porque se detendrá la muerte y el reposo/ Tu voz que es la campana de los cinco sentidos/ Sería el tenue faro buscando por mi niebla./ Cuando sepas que he muerto di sílabas extrañas/ Pronuncia flor, abeja, lágrima, pan, tormenta/ No dejes que tus labios hallen mis once lenguas/ Tengo sueño, he amado, he ganado el silencio/ No pronuncies mi nombre cuando sepas que he muerto/ Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre”.
Publicado en la revista Temas, del periódico HOY,
En fecha17 de enero de 1998.
Fuentes: En la Humedad del Secreto,
CONCULTURA, l994, San Salvador, El Salvador,
El Diario de Hoy, ediciones 6-2-l992,
Ese hecho fue un pesado fardo que tuvo que cargar la agrupación y que luego se extendió al Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), cuando bajo esa dirección se unificaron los varios grupos de izquierda para abrir un frente de lucha armada en El Salvador.
La forma y causa de la muerte de este poeta, lo han rodeado del martirologio y ha sobrevenido el mito, como suele acontecer con ciertas trágicas ocurrencias políticas, que en su caso, lo habrán contrariado mucho el mas allá, por haber sido opuesto a esas canonizaciones, como dijo a la muerte de su compañero, el escritor Otto René Castillo, con expresiones que tanto se ajustaban a su propia y trágica desaparición: “Su afán de vivir intensa y apasionadamente le cobró su precio frente a la severidad de sus camaradas. El motivo mas importante de citar este aspecto es el de salvarlo de el riesgo de pasar a la historia como un santón, como uno de esos personajes planos a que nos tiene acostumbrado el apologismo póstumo…”
El poeta Dalton fue ejecutado cuando sólo le faltaban cuatro días para cumplir cuarenta años.. Su vida había sido intensa y rica en experiencias. A los dieciocho años viaja a Chile para estudiar Derecho y su espíritu inquieto nada mas le permite permanecer allí once meses. Viaja a la Unión Soviética, en ocasión del Festival de la Juventud y regresa a El Salvador en el mismo año l974. Se inscribe en la cátedra de Derecho de la Universidad Nacional y crea allí el Círculo Literario Universitario.
Se dedica al periodismo. Llega casi a abrazarse con la muerte, cuando fue detenido por asociarse a los grupos desafectos al régimen del presidente José María Lemús y lo salva del paredón la caída oportuna de ese gobernante. Entonces viaja a México y luego a Cuba, donde echa raíces profundas. Trabaja en Radio Habana, La Casa de Las Américas y en la Unión de Artistas Cubanos; además produce dos libros: “Mía junto a los Pájaros” y “La Ventana en el Rostro”: “Querido Jorge: Yo llegué a la revolución por la vía de la poesía. Tú podrás llegar (si lo deseas, si sientes que lo necesitas) a la poesía por vía de la revolución. Tienes por lo tanto una ventaja. Pero Recuerda, si alguna vez hubiese un motivo especial para que te alegre mi compañía en la lucha, que en algo hay agradecérselo a la poesía”.
En el año l963, regresa de forma oculta a su patria y un año después es detenido. Escapa de la prisión cuando un terremoto afecta la cárcel de Cojutepeque, donde lo mantenían prisionero y por eso logra huir. Regresa a La Habana y luego se traslada a Europa, donde permanece por unos años. En el año l973 regresa a El Salvador. Su vida trashumante y aventurera concluye. Recibe instrucciones de integrarse al quehacer subversivo en su patria. El poeta había llegado a la edad en que las utopías comienzan a desvanecerse en el individuo cuando la vida le hace comprender “que no se puede bajar el cielo a la tierra”, como aspirábamos: “que la vida solo nos puede dar un poco y eso sucede poco a poco”.
En conversaciones con algunas personas que fueron sus amigos, me confiaron que el poeta comenzaba a mostrar escepticismo, desencanto y cierta irreverencia ante el fanatismo y rigor ideológico de sus compañeros, por lo que fue dejando acumular sedimentos de desconfianza hacia él entre sus compañeros del ala más radical de sus camaradas.
Su tendencia a la dipsomanía y renuencia por ajustarse a las rígidas normas disciplinarias del grupo a que pertenecía fueron haciéndolo sujeto de cuestionamiento en aquellos momentos en que la rectitud y apego a lo mas fiel de la doctrina marxista llegaba al límite, por encontrarse las agrupaciones subversivas en la antesala de su gran momento.
La duda sobres la lealtad y entrega del poeta a la causa que representaba el FRP, flotaba como una sombra ominosa sobre su laureada cabeza, hasta que al fin le fue levantado juicio por “insoburdinación e indisciplina”, además de “espía de una potencia extranjera” que se dio por de contado que esa potencia lo era Los Estados Unidos de Norteamérica, pues en las acusaciones le incluyeron ser “agente de la CIA”, etiqueta inescapable en la izquierda de entonces para aquellos de sus camaradas que podían ser disidentes o haber perdido el entusiasmo ideológico. Pero según la tesis de su amigo, el escritor cubano Heberto Padilla, tal potencia pudo haber sido Cuba, pues según él, el asesinato de Roque Dalton, “se debió a una fuerte tensión entre la posición sectorial de la guerrilla salvadoreña y la mas pragmática del gobierno cubano”.
“Tal vez ya no estaré frente a los vientos./ (no lo puedo decir sin que me tiemble la flor de la sonrisa) / Tal vez se habrá extraviado mi figura y ya mi pecho erecto será espacio de ascendientes raíces./ Tal vez ya no estaré, tal vez ya estaré muerto./ Mas cuando llegue, cuando fructifique, cuando estalle la dicha y esparza sus dinámicos retornos por el mundo mi voz, mi altura y yo volveremos a ser porque mis huesos navegarán alegres los pasos conquistados como nuevos bajeles”/
Al término del conflicto bélico por vía de la imposición de los Acuerdos de Paz, el fantasma del poeta ejecutado surgió para reclamar a quienes decidieron su absurda y estéril sacrificio. Ya dos años después de su muerte, el propio ERP había reconocido que “el pragmatismo, la miopía, la sed de poder y control individual y el excesivo militarismo había llevado a trágicas consecuencias para la organización”. Joaquín Villalobos, quien para la fecha en que fue fusilado el poeta, recién había llegado a esa organización y contaba unos veinte años de edad y mas tarde sobresaldría como uno de sus principales comandantes guerrilleros y, además fue uno de los artífices de los Acuerdos que pusieron término a la lucha armada, aceptó su “responsabilidad política” de aquel “error histórico”, aun cuando se desligó de haber tenido alguna relación directa con la muerte de Roque Dalton.
El volcán de San Salvador produjo a principios de este siglo que termina, una correntada de lava que se desbordó desde su cráter hacia el lado opuesto a la ciudad capital. Hoy día se observa en el valle que por ese lado existe, un amplio espacio cubierto por pedruscos de color gris oscuro, casi negro, porosos y livianos, como recuerdo de aquella erupción de Vulcano ocurrido hace casi noventa años. Toda la zona que contiene esa roca volcánica la llaman “El Playón” y a su lado corre una estrecha carretera asfaltada que conduce al pueblo de Quezaltepeque desde el oriente de San Salvador. Los días domingo, particularmente, la zona se torna festiva por los muchos vehículos que, desde la capital se dirigen al velódromo “El Jabalí”, ubicado en aquel valle y disfrutar de competencias deportivas de autos. Allí, debajo de esas piedras reminiscencias del volcán dormido, entre mayo y junio del año de su sacrificio, fue llevado el cadáver del poeta Dalton y enterrado de forma rápida y furtiva a pocos centímetros de la superficie, debido a lo cual los animales se encargaron de que sus restos se perdieran para siempre.
“Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre porque se detendrá la muerte y el reposo/ Tu voz que es la campana de los cinco sentidos/ Sería el tenue faro buscando por mi niebla./ Cuando sepas que he muerto di sílabas extrañas/ Pronuncia flor, abeja, lágrima, pan, tormenta/ No dejes que tus labios hallen mis once lenguas/ Tengo sueño, he amado, he ganado el silencio/ No pronuncies mi nombre cuando sepas que he muerto/ Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre”.
Publicado en la revista Temas, del periódico HOY,
En fecha17 de enero de 1998.
Fuentes: En la Humedad del Secreto,
CONCULTURA, l994, San Salvador, El Salvador,
El Diario de Hoy, ediciones 6-2-l992,
sábado, 29 de noviembre de 2008
GENERAL MAXIMILIANO HERNANDEZ
El General Maximiliano Hernández Martínez, es el dictador salvadoreño por antonomasia; como para los dominicanos lo es Rafal L. Trujillo; para Cuba, Gerardo Machado, Venezuela, Juan Vicente Gómez y así podríamos seguir enumerando en los países de Latinoamérica estos emblemáticos representantes de toda una época de esa cultura absolutista del poder que tales personajes representaron.
Este militar, mas conocido por la supresión del primer apellido, como de manera corriente lo citan, llega al poder a causa de los efectos de la Gran Depresión. Sus vecinos inmediatos y de parecidos despotismos lo eran Jorge Ubico en Guatemala, Tiburcio Carías en Honduras y un poco mas allá, Anastasio Somoza, en Nicaragua.
El ingeniero Arturo Araujo es derrotado por inepto e incapaz el 2 de diciembre de l931, según lo decide un grupo de militares salvadoreños. Este cae en medio del regocijo general, sin un solo sector de la sociedad de su país que deplore su fracaso, como señala el primer número del órgano del Partido Comunista, “La Estrella Roja”, que vio la luz pública diez días después del golpe militar. Esa publicación surgió bajo la dirección de Alfonso Luna y Mario Zapata, dos jóvenes universitarios que en las próximas semanas acompañarán a Agustín Farabundo Martí, al cadalso.
El General Hernández Martínez, fue instalado en el poder por el Directorio Militar que asumió el mando tras la caída de Araujo, como fórmula de buscarle una salida institucional al derrocamiento, puesto que Hernández era el Vicepresidente Constitucional de la República y de esa manera el gobierno podía obtener prontamente el reconocimiento diplomático de los otros países del área, pero sobre todo, de los estados Unidos.
La toma del poder por Martínez Hernández, marcó en El Salvador, el inicio de un control político de esa nación directamente por los militares, que se extendería por unos cincuenta años, periodo en que éstos fueron los árbitros de la vida nacional en íntima asociación con la oligarquía cafetalera y los sectores económicos de exportación e importación.
Un hecho de gran trascendencia histórica que consolidó al General Hernández Martínez y le ganó la confianza y el apoyo de los sectores económicos ya señalados lo fue el levantamiento campesino promovido por el Partido Comunista de El Salvador, cuyo principal dirigente en aquel momento lo era Agustín Farabundo Martí, uno de los revolucionarios mas puros y de más firme convicción en sus principios que ha tenido Latinoamérica. Al final de su mandato, Martínez lamentaría con cierta amargura en círculos íntimos, haber fusilado aquel líder de convicciones tan firmes y tanta honorabilidad en su conducta de vida. Un mes después de haber asumido el poder dicho militar, fueron celebradas elecciones municipales, pues su ascenso a la Presidencia de la República, se produjo en el marco de un período preelectoral.
El Partido Comunista tuvo por primera vez una participación en estos certámenes y obtuvo el triunfo de algunas alcaldías, las cuales no les fueron permitidas ocupar y los miembros de este partido comenzaron a ser reprimidos. Esto llevó por consecuencia que sus miembros se vieron precisados a adelantar la revuelta que habían estado organizando desde hacia algún tiempo, con la participación de los trabajadores rurales debido, principalmente, a la situación de infortunio que atravesaba a el país como secuela de la “gran crisis”, que había dejado la nación casi en la bancarrota, debido de la caída de los pecios del café en forma dramática y un creciente y alarmante desempleo.
Farabundo Martí, fue detenido junto a los estudiantes Luna y Zapata, dos días antes del levantamiento y diez días después fueron fusilados. Mientras se encontraba en capilla ardiente, Martí descargaba a sus compañeros de toda culpa y con la soberbia gallardía que caracterizó su trayectoria revolucionaria, cayó junto a sus compañeros frente el pelotón de fusilamiento.
Para sofocar la insurrección campesina que se inició a la medianoche del 22 de enero de l932, en los pueblos del occidente salvadoreño donde se encontraba la mayor población rural y en la que se presume participaron alrededor de treinta mil campesinos, cuya mayoría estaba compuesta por indígenas pipiles, el General Hernández, emitió una orden implacable que contribuyó a que el aniquilamiento de la revuelta fuera atroz: “No dar cuenta de prisioneros”. En pocos menos de setenta y dos horas, la sublevación había terminado y su saldo de muertos fue desmesurado. Según cálculos serios algunos escritores han aproximados cifras que van entre ocho y diez mil muertos, según figura en un trabajo de investigación que trata aquel momento histórico y se titula “El Salvador, l932”
Martínez se había convertido en el hombre del momento para mantener los sistemas tradicionales que imperaban en la explotación de los trabajadores, particularmente, en el área rural. Aun cuando era tenido por despiadado en su concepción de mantenimiento del orden, a su alrededor se agruparon muchas personas de calidad prestigio profesional que aportaron su entusiasmo y capacidad, conformando un gobierno uniforme y coherente bajo la tutela de este hombre sombrío y absoluto, cuya honestidad resistía el mas severo de los juicios. Pronto ganó la simpatía de la mayor parte de sus conciudadanos este teósofo, de vida extremadamente austera, buen padre de familia, trabajador y de costumbres hogareñas, cuyo único vicio era el Poder y, quien, además , gustaba de ofrecer fórmulas curativas en un programa nocturno por una estación de radio, por lo que lo llamaban “El Brujo”.
Al igual que nuestro Presidente Hereaux, Martínez no perdía oportunidad de preparar botellas; éste lo hacía con aguas azules que recomendaba para todo tipo de malestar, por lo que también lo llamaban “El mago de las Aguas Azules”. Como Trujillo, también gustaba de recetar a sus amigos pastillas y medicamentos cuando notaba en alguno de sus allegados el menor síntoma de gripe ú otro malestar.
Una vez que se desató en San Salvador una ola de influenza, ordenó que los focos del alumbrado público fueran cubiertos con papel de celofán de color rojo, porque, según él, la luz de las bombillas, pasando al través de esa envoltura, produciría un efecto bienhechor en el ambiente lo que ayudaría a combatir la epidemia.
La impresión que daba el General Hernández Martínez, era de un abuelo rígido para quien el mantenimiento del orden y la paz ciudadana lo colocaba por encima de cualquier otra consideración; su práctica de gobernante estaba sólidamente identificada con la cultura política de la época en casi todos nuestros países. En el curso de casi todo su mandato de unos doce años, mantuvo el “estado de sitio”; pero logró colaboración entusiasta de calificados ciudadanos que, junto a este esotérico gobernante, imbuido de estar cumpliendo un programa de modernización del Estado, con amplia labor económica y una firme atención a los problemas sociales y un incesante plan de obras públicas, todo envuelto en el mas acrisolado manejo de los fondos públicos.
A propósito de su pulcritud en los asuntos económicos, se cuenta que el día de la inauguración de los Terceros Juegos Centroamericanos y del Caribe, celebrados en el monumental Estadio Nacional, recién construido, él se encontraba observando como gran cantidad de funcionarios públicos acudían al evento y por esa condición, entraban al estadio sin pagar. Sin decir nada, acompañado de su mujer e hijos, formó cola frente a la boletería hasta llegar su turno y adquirió los boletos de entrada pagando por los mismos. Los demás funcionarios vieron aquel gesto y se apresuraron a seguir su moralizante ejemplo. Al igual que la generalidad de los gobernantes despóticos Maximiliano Hernández Martínez, aspiraba a perpetuarse en el poder, por lo que impuso en febrero de l944 las argucias jurídicas que antes había utilizado para que le extendieran nuevamente el período que debía terminar en ese mismo año y su gobierno se prolongara hasta el año l949.
La sociedad salvadoreña ya no necesitaba aquel régimen asfixiante, pues los tiempos habían cambiado, y las nuevas pretensiones del general esa vez generaron un sordo disgusto que se fue extendiendo hasta llegar a los cuarteles, donde se habían incubado los únicos brotes de disidencia que había confrontado el gobierno en los doce años que llevaba el general Hernández en el ejercicio presidencial. Allí nuevamente encontró la rebeldía.
Un movimiento coordinado de varios regimientos se levantó en armas el la ciudad capital; pero la presencia de ánimo de este militar valiente y sagaz, junto a la lealtad y arrojo de algunos batallones le permitió sofocar la sonada y someter a casi todos los dirigentes de la conjura a juicios sumarios que concluyeron con el fusilamiento de los principales protagonistas de la trama.
Esto fue un acto de venganza inmisericorde y excesivo, como los que estaba acostumbrado a ejecutar este implacable soldado. En todo el país se desató una cacería brutal en busca de aquellos comprometidos que lograron escapar. El pueblo en general, profundamente lastimado por aquellos fusilamientos respondió con una gran huelga de brazos caídos que paralizó todas las actividades de la vida nacional salvadoreña. Durante la huelga general fue muerto un joven de nacionalidad norteamericana, muy apreciado por sus prendas a personales y por ser hijo de un hacendado millonario. Esta muerte sirvió de pretexto para que el embajador de los Estados Unidos se involucrara directamente en los acontecimientos y el general Hernández, esa vez desbordado por los acontecimientos, no tuvo otra alternativa que renunciar el 9 de noviembre de l944 por medio de un mensaje dirigido al país.
En aquel trascendente momento, volvió a sobresalir la honradez extrema de este hombre quien, si bien no se ensució las manos con la corrupción, en cambio las mantuvo tinta en sangre durante todo su mandato. Luego de su salida trágica del poder, para abandonar el país recurrió a un amigo que le gestionó un generoso obsequio de un capitalista, que consistió en veinte mil colones; mas tarde, vendería sus propiedades y eso le permitió seguir su frugal vida en el exterior.
El día siguiente de su caída se fue a Guatemala, en cuya frontera fue recibido por el Director General de Caminos de ese país, el ingeniero Miguel Idígoras Fuentes. Permaneció en el fronterizo país por poco tiempo y partió hacia los Estados Unidos, donde vivió algunos años en Miami y Nueva Orleáns. Cansado de no hacer nada allí se trasladó a Honduras, donde arrendó una finca para dedicarse a cultivar algodón.
A los ochenta y dos años, en l966, vivía solo en la hacienda, pues su esposa había muerto. Tenía a su servicio hombre que le servía de chofer y mozo de servicio. Este empleado durante varios días no se había presentado a sus deberes y cuando lo hizo llegó en estado de embriaguez y le exigió su salario, que precisamente por su irresponsabilidad el general le había retenido. Discutieron agriamente y mientras el general desayunaba, fue atacado por el empleado quien le propinó diecisiete puñaladas ocasionándole la muerte
Publicado en la revista “TEMAS”, del periódico HOY,
En fecha 10 de mayo de 1997
Fuentes: “Miguel Mármol,
Los sucesos de 1932 en El Salvador”
Roque Dalton, Casa Las Américas, 1983
Historia de El Salvador, tomo II
PRESENCIA, año I, abril-junio de l988
Este militar, mas conocido por la supresión del primer apellido, como de manera corriente lo citan, llega al poder a causa de los efectos de la Gran Depresión. Sus vecinos inmediatos y de parecidos despotismos lo eran Jorge Ubico en Guatemala, Tiburcio Carías en Honduras y un poco mas allá, Anastasio Somoza, en Nicaragua.
El ingeniero Arturo Araujo es derrotado por inepto e incapaz el 2 de diciembre de l931, según lo decide un grupo de militares salvadoreños. Este cae en medio del regocijo general, sin un solo sector de la sociedad de su país que deplore su fracaso, como señala el primer número del órgano del Partido Comunista, “La Estrella Roja”, que vio la luz pública diez días después del golpe militar. Esa publicación surgió bajo la dirección de Alfonso Luna y Mario Zapata, dos jóvenes universitarios que en las próximas semanas acompañarán a Agustín Farabundo Martí, al cadalso.
El General Hernández Martínez, fue instalado en el poder por el Directorio Militar que asumió el mando tras la caída de Araujo, como fórmula de buscarle una salida institucional al derrocamiento, puesto que Hernández era el Vicepresidente Constitucional de la República y de esa manera el gobierno podía obtener prontamente el reconocimiento diplomático de los otros países del área, pero sobre todo, de los estados Unidos.
La toma del poder por Martínez Hernández, marcó en El Salvador, el inicio de un control político de esa nación directamente por los militares, que se extendería por unos cincuenta años, periodo en que éstos fueron los árbitros de la vida nacional en íntima asociación con la oligarquía cafetalera y los sectores económicos de exportación e importación.
Un hecho de gran trascendencia histórica que consolidó al General Hernández Martínez y le ganó la confianza y el apoyo de los sectores económicos ya señalados lo fue el levantamiento campesino promovido por el Partido Comunista de El Salvador, cuyo principal dirigente en aquel momento lo era Agustín Farabundo Martí, uno de los revolucionarios mas puros y de más firme convicción en sus principios que ha tenido Latinoamérica. Al final de su mandato, Martínez lamentaría con cierta amargura en círculos íntimos, haber fusilado aquel líder de convicciones tan firmes y tanta honorabilidad en su conducta de vida. Un mes después de haber asumido el poder dicho militar, fueron celebradas elecciones municipales, pues su ascenso a la Presidencia de la República, se produjo en el marco de un período preelectoral.
El Partido Comunista tuvo por primera vez una participación en estos certámenes y obtuvo el triunfo de algunas alcaldías, las cuales no les fueron permitidas ocupar y los miembros de este partido comenzaron a ser reprimidos. Esto llevó por consecuencia que sus miembros se vieron precisados a adelantar la revuelta que habían estado organizando desde hacia algún tiempo, con la participación de los trabajadores rurales debido, principalmente, a la situación de infortunio que atravesaba a el país como secuela de la “gran crisis”, que había dejado la nación casi en la bancarrota, debido de la caída de los pecios del café en forma dramática y un creciente y alarmante desempleo.
Farabundo Martí, fue detenido junto a los estudiantes Luna y Zapata, dos días antes del levantamiento y diez días después fueron fusilados. Mientras se encontraba en capilla ardiente, Martí descargaba a sus compañeros de toda culpa y con la soberbia gallardía que caracterizó su trayectoria revolucionaria, cayó junto a sus compañeros frente el pelotón de fusilamiento.
Para sofocar la insurrección campesina que se inició a la medianoche del 22 de enero de l932, en los pueblos del occidente salvadoreño donde se encontraba la mayor población rural y en la que se presume participaron alrededor de treinta mil campesinos, cuya mayoría estaba compuesta por indígenas pipiles, el General Hernández, emitió una orden implacable que contribuyó a que el aniquilamiento de la revuelta fuera atroz: “No dar cuenta de prisioneros”. En pocos menos de setenta y dos horas, la sublevación había terminado y su saldo de muertos fue desmesurado. Según cálculos serios algunos escritores han aproximados cifras que van entre ocho y diez mil muertos, según figura en un trabajo de investigación que trata aquel momento histórico y se titula “El Salvador, l932”
Martínez se había convertido en el hombre del momento para mantener los sistemas tradicionales que imperaban en la explotación de los trabajadores, particularmente, en el área rural. Aun cuando era tenido por despiadado en su concepción de mantenimiento del orden, a su alrededor se agruparon muchas personas de calidad prestigio profesional que aportaron su entusiasmo y capacidad, conformando un gobierno uniforme y coherente bajo la tutela de este hombre sombrío y absoluto, cuya honestidad resistía el mas severo de los juicios. Pronto ganó la simpatía de la mayor parte de sus conciudadanos este teósofo, de vida extremadamente austera, buen padre de familia, trabajador y de costumbres hogareñas, cuyo único vicio era el Poder y, quien, además , gustaba de ofrecer fórmulas curativas en un programa nocturno por una estación de radio, por lo que lo llamaban “El Brujo”.
Al igual que nuestro Presidente Hereaux, Martínez no perdía oportunidad de preparar botellas; éste lo hacía con aguas azules que recomendaba para todo tipo de malestar, por lo que también lo llamaban “El mago de las Aguas Azules”. Como Trujillo, también gustaba de recetar a sus amigos pastillas y medicamentos cuando notaba en alguno de sus allegados el menor síntoma de gripe ú otro malestar.
Una vez que se desató en San Salvador una ola de influenza, ordenó que los focos del alumbrado público fueran cubiertos con papel de celofán de color rojo, porque, según él, la luz de las bombillas, pasando al través de esa envoltura, produciría un efecto bienhechor en el ambiente lo que ayudaría a combatir la epidemia.
La impresión que daba el General Hernández Martínez, era de un abuelo rígido para quien el mantenimiento del orden y la paz ciudadana lo colocaba por encima de cualquier otra consideración; su práctica de gobernante estaba sólidamente identificada con la cultura política de la época en casi todos nuestros países. En el curso de casi todo su mandato de unos doce años, mantuvo el “estado de sitio”; pero logró colaboración entusiasta de calificados ciudadanos que, junto a este esotérico gobernante, imbuido de estar cumpliendo un programa de modernización del Estado, con amplia labor económica y una firme atención a los problemas sociales y un incesante plan de obras públicas, todo envuelto en el mas acrisolado manejo de los fondos públicos.
A propósito de su pulcritud en los asuntos económicos, se cuenta que el día de la inauguración de los Terceros Juegos Centroamericanos y del Caribe, celebrados en el monumental Estadio Nacional, recién construido, él se encontraba observando como gran cantidad de funcionarios públicos acudían al evento y por esa condición, entraban al estadio sin pagar. Sin decir nada, acompañado de su mujer e hijos, formó cola frente a la boletería hasta llegar su turno y adquirió los boletos de entrada pagando por los mismos. Los demás funcionarios vieron aquel gesto y se apresuraron a seguir su moralizante ejemplo. Al igual que la generalidad de los gobernantes despóticos Maximiliano Hernández Martínez, aspiraba a perpetuarse en el poder, por lo que impuso en febrero de l944 las argucias jurídicas que antes había utilizado para que le extendieran nuevamente el período que debía terminar en ese mismo año y su gobierno se prolongara hasta el año l949.
La sociedad salvadoreña ya no necesitaba aquel régimen asfixiante, pues los tiempos habían cambiado, y las nuevas pretensiones del general esa vez generaron un sordo disgusto que se fue extendiendo hasta llegar a los cuarteles, donde se habían incubado los únicos brotes de disidencia que había confrontado el gobierno en los doce años que llevaba el general Hernández en el ejercicio presidencial. Allí nuevamente encontró la rebeldía.
Un movimiento coordinado de varios regimientos se levantó en armas el la ciudad capital; pero la presencia de ánimo de este militar valiente y sagaz, junto a la lealtad y arrojo de algunos batallones le permitió sofocar la sonada y someter a casi todos los dirigentes de la conjura a juicios sumarios que concluyeron con el fusilamiento de los principales protagonistas de la trama.
Esto fue un acto de venganza inmisericorde y excesivo, como los que estaba acostumbrado a ejecutar este implacable soldado. En todo el país se desató una cacería brutal en busca de aquellos comprometidos que lograron escapar. El pueblo en general, profundamente lastimado por aquellos fusilamientos respondió con una gran huelga de brazos caídos que paralizó todas las actividades de la vida nacional salvadoreña. Durante la huelga general fue muerto un joven de nacionalidad norteamericana, muy apreciado por sus prendas a personales y por ser hijo de un hacendado millonario. Esta muerte sirvió de pretexto para que el embajador de los Estados Unidos se involucrara directamente en los acontecimientos y el general Hernández, esa vez desbordado por los acontecimientos, no tuvo otra alternativa que renunciar el 9 de noviembre de l944 por medio de un mensaje dirigido al país.
En aquel trascendente momento, volvió a sobresalir la honradez extrema de este hombre quien, si bien no se ensució las manos con la corrupción, en cambio las mantuvo tinta en sangre durante todo su mandato. Luego de su salida trágica del poder, para abandonar el país recurrió a un amigo que le gestionó un generoso obsequio de un capitalista, que consistió en veinte mil colones; mas tarde, vendería sus propiedades y eso le permitió seguir su frugal vida en el exterior.
El día siguiente de su caída se fue a Guatemala, en cuya frontera fue recibido por el Director General de Caminos de ese país, el ingeniero Miguel Idígoras Fuentes. Permaneció en el fronterizo país por poco tiempo y partió hacia los Estados Unidos, donde vivió algunos años en Miami y Nueva Orleáns. Cansado de no hacer nada allí se trasladó a Honduras, donde arrendó una finca para dedicarse a cultivar algodón.
A los ochenta y dos años, en l966, vivía solo en la hacienda, pues su esposa había muerto. Tenía a su servicio hombre que le servía de chofer y mozo de servicio. Este empleado durante varios días no se había presentado a sus deberes y cuando lo hizo llegó en estado de embriaguez y le exigió su salario, que precisamente por su irresponsabilidad el general le había retenido. Discutieron agriamente y mientras el general desayunaba, fue atacado por el empleado quien le propinó diecisiete puñaladas ocasionándole la muerte
Publicado en la revista “TEMAS”, del periódico HOY,
En fecha 10 de mayo de 1997
Fuentes: “Miguel Mármol,
Los sucesos de 1932 en El Salvador”
Roque Dalton, Casa Las Américas, 1983
Historia de El Salvador, tomo II
PRESENCIA, año I, abril-junio de l988
PONCIO PIIATOS. ¿ IRRESPONSABLE?
Cuando Poncio Pilatos asumió el cargo de Prefecto romano en Judea, jamás pudo pensar que llegaría a verse envuelto en una querella político religiosa con los celosos dirigentes espirituales de aquel pueblo díscolo y conflictivo, hecho por el que su recuerdo se mantendría vivo durante los dos mil años que han trascurrido de aquel acontecimiento, y es posible que así siga por los siglos de los siglos.
La tarde del viernes 3 de abril del año 33 d.c. concluyó el juicio en que el celo religioso, el chantaje político y lo que ahora se llama manipulación de las masas se orquestaron para no dejar al prefecto Pilatos, otro camino que no fuera la condena a muerte del predicador Yeshu.
Según el magnífico libro del escritor Paul L. Maier, que recoge la vida de aquel funcionario romano, y que nos ha servido para elaborar este trabajo periodístico, Poncio Pilatos, era un alto miembro de la “clase ecuestre”, lo que llamamos en este tiempo la burguesía. Hombre de excelente educación, amigo y compañero de Elio Sejano, el Comandante de la Guardia Pretoriana, a quien el príncipe Tiberio le había concedido toda su confianza además de un gran poder. Sejano era hombre de ambiciones apenas disimuladas; colocaba a sus amigos en buenas posiciones y así llevó a Poncio Pilatos al cargo de representante de Roma en Judea . Tan pronto estuvo al tanto de sus funciones su inteligencia y perspicacia lo llevaron a comprender que su jefatura en aquella hostil región estaría plagada de escollos, por lo que tendría que mantener su sentido de la prudencia todo el tiempo alerta, lo que pudo comprobar a causa de un incidente aparentemente trivial, como lo fue la colocación de unos estandartes de la Legión Antonio, bajo su control, en un lugar que los judíos consideraron una irreverencia a sus creencias religiosas.
El chisme se alargó, tomó cuerpo y llegó hasta Roma, desde donde le ordenó el César el retiro de los estandartes, lo que constituyó una humillación para el Prefecto ante sus poderosos enemigos, entre ellos el taimado, inteligente y ambicioso Tetrarca de Galilea, Herodes Antipas, hijo de Herodes el Grande, y quien aspiraba a que el César lo elevara a monarca para tener también jurisdicción sobre Judea.
Sejano era antisemita visceral y en su interés por ver la zona palestina romanizada, incitaba a su protegido a decisiones que menoscabaran la autoridad de los sacerdotes. Una de esa medidas que tomó Pilatos para agradar a su protector fue retirarle al Gran Sanedrín su derecho a aplicar la ejecución en las casos de condena a la pena de muerte, prerrogativa que tenía ese tribunal cuando los judíos cometían hechos merecedores de esa condena.
El quinto año de ejercicio de prefecto para Pilatos tuvo lugar el descubrimiento de la conspiración de Sejano contra Tiberio, quien reaccionó como era la costumbre; de forma expedita y sin debilidades. En un festival de terror fueron eliminados todos los comprometidos en la conjura, sus familias y hasta aquellos que presentaban la menor sospecha de haber tenido alguna vinculación con el caído, sin faltar las víctimas inocentes, fruto de las venganzas e intereses personales.
La conspiración frustrada de Sejano tuvo repercusión en todo el imperio y a partir de ese momento, Pilatos comenzó a caminar sobre el filo de la navaja.
Evidentemente, había caído en desgracia política y sus enemigos en Judea, intensificaron las zancadillas al prefecto, esta vez fortalecidos por la desaparición del hombre que desde Roma había estado incitando a Pilatos a tomar medidas que llevaran los judíos a un mayor sometimiento.
Poco después de esos terribles acontecimientos políticos ocurridos en la capital del Imperio, cuando todavía estaban frescas sus terribles consecuencias, apareció en Galilea “un hombre de cabellos largos y barba, con ropa limpia”, que se hacía llamar enviado de Dios, por lo que sería acusado ante los miembros del Sanedrín de agitador y practicante de hechicería contra la fe religiosa de Israel.
El 22 de febrero de ese año 33, fue ordenado su arresto en todos los pueblos de Judea y unos cuarenta días después llevado a juicio. Fue condenado a la pena capital por el tribunal religioso y siguiendo la ley romana buscaron la aplicación de esa pena con el Prefecto de Roma, quien había despojado de ese derecho al tribunal judío algún tiempo atrás, como ya expusimos. Por eso se vio Poncio Pilatos involucrado en ese juicio engorroso entre fanáticos religiosos y en su momento lamentaría con amargura haber privado a los sacerdotes judíos de aquella responsabilidad. Los acusadores, en conocimiento de que el Prefecto no condenaría a un hombre por cuestiones de religión, agregaron acusaciones políticas e incluso llegaron a amenazar a Pilatos con apelar al propio Tiberio si la sentencia no era confirmada, pues, según los sacerdotes, el acusado, además de subversivo, se hacía llamar Mesías, o sea, rey lo que implicaba la acusación de alta traición, el peor crimen que contemplaba la ley romana.
El mismo delito, todavía fresco en la memoria, que había sido aplicado a su protector Sejano y sus centenares de amigos y compañeros envueltos en a la conspiración contra Tiberio. Fue una jugada maestra de los sacerdotes del Sanedrín, pues pusieron al Prefecto a escoger entre su carrera de funcionario del Imperio y , hasta su propia vida o la salvación de un profeta desconocido.
Pilatos comprendió que lo habían derrotado los políticos y religiosos de Judea. No obstante, hizo todo lo posible por liberar al predicador, aun cuando el acusado no lo ayudaba, negándose en todo momento a defenderse de las acusaciones que le hacían, lo que realmente exasperaba al Prefecto. “su conciencia no le permitía condenar a un hombre inocente, así que renovó sus esfuerzos por liberar a Jesús, aun a pesar de la intransigente actitud de la gente. Se preguntó hasta que punto la multitud era una comparsa reunida por la parte acusadora.”
Como último esfuerzo, presentó a la turba que escogiera entre el predicador y un asesino rebelde llamado Barrabás, haciendo uso de un recurso que contemplaba el calendario judío, el que consistía que, en cada pascua tenía como costumbre liberar a un prisionero escogido por la gente. Recordó a la multitud que se encontraba reunida ante la plaza a la espera de que terminara el juicio que expresara su preferencia para la amnistía del prisionero y ante el estruendo pidiendo a Barrabás, el procurador quedó atónito. Había quedado totalmente sin posibilidad de evadir la condena del Nazareno.
Publicado en el periódico HOY, el 11-4-98
La tarde del viernes 3 de abril del año 33 d.c. concluyó el juicio en que el celo religioso, el chantaje político y lo que ahora se llama manipulación de las masas se orquestaron para no dejar al prefecto Pilatos, otro camino que no fuera la condena a muerte del predicador Yeshu.
Según el magnífico libro del escritor Paul L. Maier, que recoge la vida de aquel funcionario romano, y que nos ha servido para elaborar este trabajo periodístico, Poncio Pilatos, era un alto miembro de la “clase ecuestre”, lo que llamamos en este tiempo la burguesía. Hombre de excelente educación, amigo y compañero de Elio Sejano, el Comandante de la Guardia Pretoriana, a quien el príncipe Tiberio le había concedido toda su confianza además de un gran poder. Sejano era hombre de ambiciones apenas disimuladas; colocaba a sus amigos en buenas posiciones y así llevó a Poncio Pilatos al cargo de representante de Roma en Judea . Tan pronto estuvo al tanto de sus funciones su inteligencia y perspicacia lo llevaron a comprender que su jefatura en aquella hostil región estaría plagada de escollos, por lo que tendría que mantener su sentido de la prudencia todo el tiempo alerta, lo que pudo comprobar a causa de un incidente aparentemente trivial, como lo fue la colocación de unos estandartes de la Legión Antonio, bajo su control, en un lugar que los judíos consideraron una irreverencia a sus creencias religiosas.
El chisme se alargó, tomó cuerpo y llegó hasta Roma, desde donde le ordenó el César el retiro de los estandartes, lo que constituyó una humillación para el Prefecto ante sus poderosos enemigos, entre ellos el taimado, inteligente y ambicioso Tetrarca de Galilea, Herodes Antipas, hijo de Herodes el Grande, y quien aspiraba a que el César lo elevara a monarca para tener también jurisdicción sobre Judea.
Sejano era antisemita visceral y en su interés por ver la zona palestina romanizada, incitaba a su protegido a decisiones que menoscabaran la autoridad de los sacerdotes. Una de esa medidas que tomó Pilatos para agradar a su protector fue retirarle al Gran Sanedrín su derecho a aplicar la ejecución en las casos de condena a la pena de muerte, prerrogativa que tenía ese tribunal cuando los judíos cometían hechos merecedores de esa condena.
El quinto año de ejercicio de prefecto para Pilatos tuvo lugar el descubrimiento de la conspiración de Sejano contra Tiberio, quien reaccionó como era la costumbre; de forma expedita y sin debilidades. En un festival de terror fueron eliminados todos los comprometidos en la conjura, sus familias y hasta aquellos que presentaban la menor sospecha de haber tenido alguna vinculación con el caído, sin faltar las víctimas inocentes, fruto de las venganzas e intereses personales.
La conspiración frustrada de Sejano tuvo repercusión en todo el imperio y a partir de ese momento, Pilatos comenzó a caminar sobre el filo de la navaja.
Evidentemente, había caído en desgracia política y sus enemigos en Judea, intensificaron las zancadillas al prefecto, esta vez fortalecidos por la desaparición del hombre que desde Roma había estado incitando a Pilatos a tomar medidas que llevaran los judíos a un mayor sometimiento.
Poco después de esos terribles acontecimientos políticos ocurridos en la capital del Imperio, cuando todavía estaban frescas sus terribles consecuencias, apareció en Galilea “un hombre de cabellos largos y barba, con ropa limpia”, que se hacía llamar enviado de Dios, por lo que sería acusado ante los miembros del Sanedrín de agitador y practicante de hechicería contra la fe religiosa de Israel.
El 22 de febrero de ese año 33, fue ordenado su arresto en todos los pueblos de Judea y unos cuarenta días después llevado a juicio. Fue condenado a la pena capital por el tribunal religioso y siguiendo la ley romana buscaron la aplicación de esa pena con el Prefecto de Roma, quien había despojado de ese derecho al tribunal judío algún tiempo atrás, como ya expusimos. Por eso se vio Poncio Pilatos involucrado en ese juicio engorroso entre fanáticos religiosos y en su momento lamentaría con amargura haber privado a los sacerdotes judíos de aquella responsabilidad. Los acusadores, en conocimiento de que el Prefecto no condenaría a un hombre por cuestiones de religión, agregaron acusaciones políticas e incluso llegaron a amenazar a Pilatos con apelar al propio Tiberio si la sentencia no era confirmada, pues, según los sacerdotes, el acusado, además de subversivo, se hacía llamar Mesías, o sea, rey lo que implicaba la acusación de alta traición, el peor crimen que contemplaba la ley romana.
El mismo delito, todavía fresco en la memoria, que había sido aplicado a su protector Sejano y sus centenares de amigos y compañeros envueltos en a la conspiración contra Tiberio. Fue una jugada maestra de los sacerdotes del Sanedrín, pues pusieron al Prefecto a escoger entre su carrera de funcionario del Imperio y , hasta su propia vida o la salvación de un profeta desconocido.
Pilatos comprendió que lo habían derrotado los políticos y religiosos de Judea. No obstante, hizo todo lo posible por liberar al predicador, aun cuando el acusado no lo ayudaba, negándose en todo momento a defenderse de las acusaciones que le hacían, lo que realmente exasperaba al Prefecto. “su conciencia no le permitía condenar a un hombre inocente, así que renovó sus esfuerzos por liberar a Jesús, aun a pesar de la intransigente actitud de la gente. Se preguntó hasta que punto la multitud era una comparsa reunida por la parte acusadora.”
Como último esfuerzo, presentó a la turba que escogiera entre el predicador y un asesino rebelde llamado Barrabás, haciendo uso de un recurso que contemplaba el calendario judío, el que consistía que, en cada pascua tenía como costumbre liberar a un prisionero escogido por la gente. Recordó a la multitud que se encontraba reunida ante la plaza a la espera de que terminara el juicio que expresara su preferencia para la amnistía del prisionero y ante el estruendo pidiendo a Barrabás, el procurador quedó atónito. Había quedado totalmente sin posibilidad de evadir la condena del Nazareno.
Publicado en el periódico HOY, el 11-4-98
CIUDAD TRUJILLO, AÑO l955
Dentro de las fuertes tonalidades claroscuras que caracterizaban el régimen trujillista, el año de l955 fue ampliamente de esplendor, alegría y derroche. La era de Trujillo cumplía sus veinticinco años y ese acontecimiento debía celebrarse con la mayor fastuosidad. “El Caribe”, en su editorial del l de enero, con penetrante brevedad resume el sentir oficial y lo trasmite al pueblo: “los dominicanos de hoy tienen el privilegio de adentrarse en un período de su historia, con plena conciencia de su trascendencia y tradición. Se inicia hoy el año del Benefactor de la Patria, en que se celebra el 25Aniversario de la Era de Trujillo”.Todo el país, particularmente Ciudad Trujillo reciben importantes obras de utilidad pública que forman parte de un ambicioso plan de desarrollo que venía ejecutándose desde principios de la década. En los terrenos donde tres meses antes comenzaron a levantarse las edificaciones de la Gran Feria de la Paz y la Confraternidad del Mundo Libre, unos dos mil obreros trabajan con ahinco. También la ciudad se expande por otros límites y muchos de esos obreros construyen sus casuchas en el barrio de “Faría”, que apenas se inicia como zona marginal en el noroeste de la ciudad capital, mientras en un sector de Villa Duarte, satisfechos ciudadanos, cuya mayoría está compuesta por empleados públicos y privados de ingresos medios, adquieren sus viviendas en el nuevo o ensanche “Ozama”. Hasta el deporte crece y el beisbol tiene su gran sede en el Estadio Trujillo, que es inaugurado en ese año de realizaciones .Al comienzo del año se anuncia la construcción de una autopista a un costo de 3.5 millones de pesos, la cual se extenderá desde Ciudad Trujillo hasta Boca Chica a partir del enlace con la autopista en construcción hacia San Isidro, para conducir en pocos minutos hasta la Base Militar Presidente Trujillo, construída dos años antes. En diciembre, junto a la inauguración de la Feria de la Paz y otras importantes obras, será puesto en servicio el majestuoso puente Radhamés, sobre el río Ozama, cuyo costo fue de cinco millones de pesos. Todo el país se regocija con la adquisición por parte del Estado de las propiedades de la Compañía Eléctrica de Santo Domingo, por la suma de 13.2 millones de pesos, cuyo propósito, según expuso el propio Benefactor de la Patria, fue “llevar energía eléctrica a cada hogar dominicano barata y abundante”.habitaciones, cuyo costo es estimado en cinco millones de pesos se inicia su construcción en los terrenos aledaños a la Feria de la Paz en el sector de Bella Vista, anuncia el Generalísimo..Incluso la Iglesia Católica, aliada mas fuerte que antes al régimen del Benefactor de la Patria, por haber sido firmado el Concordato el año anterior, para fortalecer al gobierno en el campo internacional, a cuyo propósito también se organizó la Feria, sigue recibiendo la munificencia de Trujillo quien ordena “el suministro del dinero necesario para la suntuosa basílica que se edifica en Higuey”. El padre Luis O. Posadas, anuncia una nueva donación del Generalísimo para la terminación del edificio Manresa y su equipamiento y también se concluye la hermosa capilla construída en el recinto privado del Palacio Nacional, cuyo costo fue de RD$l80,000 pesos.
El denso manto de uniformidad y acatamiento a que está sometida la conciencia colectivao envuelve las voluntades en una celebración surrealista y anonadante de los 25 años de la Era de Trujillo. En marzo se promulga la ley que “otorga al Generalísimo Doctor Rafael Leonidas Trujillo Molina., Benefactor de la Patria, Restaurador de la Independencia Financiera y Generoso abanderado de la Paz el título de Padre de la Patria Nueva”. Hasta la veneranda imagen de la Virgen de la Altagracia es trasladada desde Higuey para contribuir a los grandes festejos capitalinos de las bodas de plata de la Era de Trujillo .Los datos estadísticos demuestran la organización del país y sus instituciones que funcionan con la precisión de un reloj. Ofrecen datos del orden y la eficiencia del régimen. La capital de la República sobrepasa las doscientas mil almas, alrededor del 10% de la población nacional. El país sigue siendo tierra de promisión para la inmigración española, y en el curso de ese año llegan dos trasatlánticos transportando cerca a de dos mil, incluyendo doce policías que se incorporarán a la Policía Nacional. Los turistas también fluyen y en el mes de febrero llega la mayor cantidad en un mes cualquiera, para establecer un récord: ese mes llegaron 3,467.Como muestra del celo fiscal se publica que los ingresos recaudados en las distintas fuentes de ingresos alcanzaron desde el año l930 hasta el l954 a la suma de un millardo de pesos; y como signo de pujanza económica se destacó que en el año anterior, o sea, en l9564 las ventas de bienes muebles registradas en el Distrito de Santo Domingo llegó a la suma de 13.9 millones y las ventas de bienes inmuebles a 12 millones de pesos. En el mes de octubre, la Pan Américan inicia los vuelos sin escalas entre Ciudad Trujillo y Nueva York, dejando al fin los fastidiosos trasbordos que había que hacer en San Juan de Puerto Rico para viajar entre esas dos ciudades. Envuelto en los fastos del Año del Benefactor de la Patria, muere Manuel de Jesús Troncoso de la Concha, quien recibe honores de prócer. Desde que se difunde la noticia de su muerte, hasta su inhumación, comenzó a escucharse música sacra en la radio, mientras una batería de las Fortaleza Ozama disparaba un cañón cada media hora. Joaquín Balaguer despide los despojos del eminente ciudadano con un extenso panegírico en el cual expresa: “Lo que acaba de derribarse abatido por el hachazo inexorable es uno de esos robles cuyas raíces se confunden con los cimientos de nuestras casas: con las bases seculares de nuestras creencias y nuestras tradiciones”(…). Tan hermosa construcción literaria del gran orador y político, pudo ha ber sido, seis años después, su fuente de inspiración para la oración fúnebre que pronunció ante el cadáver del Padre de las Patria Nueva. En diciembre, el monto total de los sueldos adicionales de Navidad, dispuesta esa donación el año anterior, ascendió a 2.5 millones de pesos que, junto a los sueldos regulares de todas las instituciones del Estado; las autónomas, las bancarias y las municipales, alcanzó un total de 5.5 millones en circulación. El pueblo llano se divierte; la Feria de la Paz, el Lido de París, la Fuente del Agua Luz, el Típico Najayo. Ciudad Trujillo es unafiesta, como lo era París, para Hemingway en los años veinte.
Publicado en el periódico HOY,
28 octubre, 2005
El denso manto de uniformidad y acatamiento a que está sometida la conciencia colectivao envuelve las voluntades en una celebración surrealista y anonadante de los 25 años de la Era de Trujillo. En marzo se promulga la ley que “otorga al Generalísimo Doctor Rafael Leonidas Trujillo Molina., Benefactor de la Patria, Restaurador de la Independencia Financiera y Generoso abanderado de la Paz el título de Padre de la Patria Nueva”. Hasta la veneranda imagen de la Virgen de la Altagracia es trasladada desde Higuey para contribuir a los grandes festejos capitalinos de las bodas de plata de la Era de Trujillo .Los datos estadísticos demuestran la organización del país y sus instituciones que funcionan con la precisión de un reloj. Ofrecen datos del orden y la eficiencia del régimen. La capital de la República sobrepasa las doscientas mil almas, alrededor del 10% de la población nacional. El país sigue siendo tierra de promisión para la inmigración española, y en el curso de ese año llegan dos trasatlánticos transportando cerca a de dos mil, incluyendo doce policías que se incorporarán a la Policía Nacional. Los turistas también fluyen y en el mes de febrero llega la mayor cantidad en un mes cualquiera, para establecer un récord: ese mes llegaron 3,467.Como muestra del celo fiscal se publica que los ingresos recaudados en las distintas fuentes de ingresos alcanzaron desde el año l930 hasta el l954 a la suma de un millardo de pesos; y como signo de pujanza económica se destacó que en el año anterior, o sea, en l9564 las ventas de bienes muebles registradas en el Distrito de Santo Domingo llegó a la suma de 13.9 millones y las ventas de bienes inmuebles a 12 millones de pesos. En el mes de octubre, la Pan Américan inicia los vuelos sin escalas entre Ciudad Trujillo y Nueva York, dejando al fin los fastidiosos trasbordos que había que hacer en San Juan de Puerto Rico para viajar entre esas dos ciudades. Envuelto en los fastos del Año del Benefactor de la Patria, muere Manuel de Jesús Troncoso de la Concha, quien recibe honores de prócer. Desde que se difunde la noticia de su muerte, hasta su inhumación, comenzó a escucharse música sacra en la radio, mientras una batería de las Fortaleza Ozama disparaba un cañón cada media hora. Joaquín Balaguer despide los despojos del eminente ciudadano con un extenso panegírico en el cual expresa: “Lo que acaba de derribarse abatido por el hachazo inexorable es uno de esos robles cuyas raíces se confunden con los cimientos de nuestras casas: con las bases seculares de nuestras creencias y nuestras tradiciones”(…). Tan hermosa construcción literaria del gran orador y político, pudo ha ber sido, seis años después, su fuente de inspiración para la oración fúnebre que pronunció ante el cadáver del Padre de las Patria Nueva. En diciembre, el monto total de los sueldos adicionales de Navidad, dispuesta esa donación el año anterior, ascendió a 2.5 millones de pesos que, junto a los sueldos regulares de todas las instituciones del Estado; las autónomas, las bancarias y las municipales, alcanzó un total de 5.5 millones en circulación. El pueblo llano se divierte; la Feria de la Paz, el Lido de París, la Fuente del Agua Luz, el Típico Najayo. Ciudad Trujillo es unafiesta, como lo era París, para Hemingway en los años veinte.
Publicado en el periódico HOY,
28 octubre, 2005
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